viernes, 31 de mayo de 2013

Salmo 144

Salmo 144 – Bendeciré tu nombre por siempre

Para cantar las perfecciones de Yahvé, que señalan sus intervenciones en la historia, este himno copia y reproduce un cierto número de sentencias muy repetidas, que organiza en un poema alfabético.
Alaba y exalta la grandeza y el poder de Yahvé, su bondad y su amor, la gloria y el poder de su reino, su justicia y verdad.
¡Que todo hombre le bendiga para siempre!

1. CON ISRAEL
El salmista no puede contenerse de "dar gloria" a su rey que es Dios. Alaba su "gloria", su "magnificencia", su "grandeza" su "poder", su "esplendor"... ¡Cualidades eminentemente reales! Pero canta también su "bondad", su "justicia", su "ternura", su "piedad", su "amor", su "fidelidad", su "proximidad"... Cualidades más que todo paternales. ¡Dios es Rey! Pero un rey que pone todo su poder al servicio de su amor y derrama sus bendiciones sobre la humanidad.

2. CON JESÚS
Jesús es la expresión viviente y la encarnación de esta ternura de Dios de que habla el salmo 144, El es aquel "que sostiene a los que caen y levanta a los agobiados".

3. CON NUESTRO TIEMPO
Dime cómo es tu oración, y te diré quién eres. Hay personas que dicen "amar" a otra persona, y de hecho sólo se aman a sí mismas: todo su lenguaje, todas sus actitudes, son únicamente para "aprovecharse" del otro y no para "servirlo"... "A menudo somos también con Dios interesados egoístas". Aunque decimos a Dios "hágase tu voluntad", de hecho estamos diciendo "que mi voluntad sea hecha".

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano,  y sacias de favores a todo viviente. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.

«Una generación pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazañas».
► El tema de la oración de Israel es su propia historia, y así, al rezar, preserva su herencia y la vuelve a aprender; forma la mente de los jóvenes mientras recita la salmodia de siempre con los ancianos. Coro de unidad en medio de un mundo de discordia.
► Por eso amo tus salmos, Señor, más que ninguna otra oración. Porque nos unen, nos enseñan, nos hacen vivir la herencia de siglos en la exactitud del presente. Te doy gracias por tus salmos, Señor, los aprecio, los venero, y con su uso diario quiero entrar más y más en mi propia historia como miembro de tu Pueblo, para transmitirla después en rito y experiencia a mis hermanos menores.
«Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas».
Que el rezo de tus salmos sea lazo de unión en tu Pueblo, Señor.

Te damos gracias, Señor, porque eres cariñoso con todas tus criaturas, porque has querido que no nos falte ninguna clase de bienes celestiales; ayúdanos a ponderar siempre tus obras y a contar tus hazañas, explicando a los hombres la gloria de tu reinado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

¿Qué haces hoy?

¿Qué haces hoy? (01-06-13)

En la Edad Media enviaron un hombre a una obra de construcción en Francia para ver cómo se sentían los obreros por su trabajo.  Se dirigió al primer obrero y le preguntó: ¿Qué estás haciendo?
El hombre estalló de la ira: ¿Es ciego? Estoy cortando estas terribles piedras con herramientas primitivas y las amontono como me indica el jefe. Estoy sudando bajo el ardiente sol. Me duele mucho la espalda. Estoy aburrido.  ¡No gano casi nada!
El hombre se alejó enseguida y encontró a un segundo trabajador, a quien le preguntó lo mismo: ¿Qué estás haciendo?
El segundo trabajador le respondió: Estoy dándoles forma a estas enormes piedras para que se puedan usar. Luego las ponen juntas según los planos del arquitecto. Gano cinco francos a la semana y eso mantiene a mi esposa y mi familia.  Es un buen trabajo. Podría ser peor.
Un poco más animado, pero no sobrecogido con esta respuesta, el hombre fue al tercer trabajador.  ¿Qué estás haciendo?, le preguntó.
¿Es que no se da cuenta? le dijo el trabajador levantando su brazo al cielo. ¡Estoy construyendo una catedral!
¿Cómo ves tu trabajo hoy? ¿Lo ves como una labor monótona sin recompensa ni propósito? ¿Lo ves como un simple trabajo? ¿O ves tu trabajo como parte del diseño maestro de Dios, no solo para ti, sino también para otros? ¿Te ves como un socio de Dios para establecer su reino en la tierra?
La forma en que vemos nuestro trabajo quizá no influya en si terminamos una tarea o no.  Sin embargo, va a tener un impacto en la calidad de nuestro trabajo y en nuestra productividad.
El impacto real sobre cómo nos sentimos por un trabajo descansa en esto: mientras más positivos nos sintamos en cuanto a un trabajo, tanto mayor será la satisfacción que tendremos al final del día, y tanto menor será el estrés que nos dañe. Los que ven valor en sus trabajos disfrutan de un mayor sentido de propósito.
Cualquier trabajo puede realizarse con gracia, dignidad, estilo y propósito… ¡tú solo tiene que decidir verlo de esa manera!
¡Alaben al Señor, todas las naciones!  ¡Todos los pueblos, cántenle alabanzas! ¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna! Salmo 117:1-2

Evangelio del Sábado 01 de Junio

Día litúrgico: Sábado VIII (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 11,27-33): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?». Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme».
Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del cielo’, dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Pero, ¿vamos a decir: ‘De los hombres’?». Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos». Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Comentario: Mn. Antoni BALLESTER i Díaz (Camarasa, Lleida, España

¿Con qué autoridad haces esto?

Hoy, el Evangelio nos pide que pensemos con qué intención vamos a ver a Jesús. Hay quien va sin fe, sin reconocer su autoridad: por eso, «se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: ‘¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?’» (Mc 11,27-28).
Si no tratamos a Dios en la oración, no tendremos fe. Pero, como dice san Gregorio Magno, «cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida». Si tenemos buena disposición, aunque estemos en un error, viendo que la otra persona tiene razón, acogeremos sus palabras. Si tenemos buena intención, aunque arrastremos el peso del pecado, cuando hagamos oración Dios nos hará comprender nuestra miseria, para que nos reconciliemos con Él, pidiendo perdón de todo corazón y por medio del sacramento de la penitencia.
La fe y la oración van juntas. Nos dice san Agustín que, «si la fe falta, la oración es inútil. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe». Si tenemos buena intención, y acudimos a Jesús, descubriremos quién es y entenderemos su palabra, cuando nos pregunte: «El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?» (Mc 11,30). Por la fe, sabemos que era del cielo, y que su autoridad le viene de su Padre, que es Dios, y de Él mismo porque es la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Porque sabemos que Jesús es el único salvador del mundo, acudimos a su Madre que también es Madre nuestra, para que deseando acoger la palabra y la vida de Jesús, con buena intención y buena voluntad, tengamos la paz y la alegría de los hijos de Dios.

31 de Mayo - Visitación de la Virgen

Visitación de la Virgen
Fiesta Litúrgica, 31 de Mayo

Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella.
San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc., los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.
Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan.
Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre.

31 de Mayo - Petronila

Petronila, Santa
Virgen y Mártir, 31 de Mayo

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Domitila, en la vía Ardeatina, santa Petronila, virgen y mártir. († s. Inc.)
A medida que el hagiógrafo avanza en la familiaridad con las Vitae Sanctorum y las Actas de los martirios de los santos comprueba, entre susto y fascinación, los esfuerzos de escritores anteriores -algunos lo hacen desde los albores de la historia cristiana- por pasar a la posteridad los modelos de fe y vida que ellos han visto o cuyas noticias han recibido oralmente, o quizá tuvieron entre sus manos documentación anterior que no ha sobrevivido al tiempo. Lo hicieron movidos por el cariño agradecido a los que supieron ser fieles y transmitieron el heroísmo de sus virtudes de la mejor manera que pudieron; con frecuencia estaban por la labor de dejar en el mejor papel posible al santo protagonista de su relato y por ello no es infrecuente notar añadiduras a la personalidad que relatan, aunque sea acumulando dones, milagros y hechos portentosos que demuestren más y más a quienes les escuchan o a sus posibles lectores la complacencia de Dios en sus santos. No fueron mentirosos; no intentaban hacer historia, o al menos, no se adaptaban al modelo de historia que hoy pide la crítica; incluso, en ocasiones, fueron poco respetuosos con ella. Porque lo que pretenden es animar a la fidelidad a Cristo al tiempo que ponen ante los ojos de los creyentes a alguien que le entregó la vida con la coherencia entre las obras y la fe.
Las inexactitudes sólo son afecto y los anacronismos le interesan al autor lo que importa un sello de correos o una bufanda al caracol. No es su cometido la exactitud en los detalles propia del juez inquisidor; prefieren la llaneza de ensalzar las apoteosis del amor. Sólo con este principio es posible acercarse con alegría y temblor a la lectura de las Vidas y de las Actas para aprender de personas que triunfaron del egoísmo hasta el fin.
Posiblemente éste fuera el intento del autor anónimo que dejó por escrito la vida de santa Petronila llamada también con los nombres de Perina, Petronela y Pernela. La total carencia de datos da origen a la historia apócrifa claramente imaginativa que pondera excelsas virtudes -ésas que intenta poner como paradigma en la mente de los lectores- y que carga las tintas más sobre las bondades de las situaciones del entorno que sobre la misma realidad personal que lógicamente desconoce.
Pues bien; el tiempo es el siglo primero y el lugar de la narración, Roma; Petronila está presentada como hija de san Pedro. Su máximo anhelo es padecer por Jesús que tanto quiso padecer por ella. Una extraña enfermedad la mete en cama con agudísimos dolores imposibles de aliviar; pero su semblante alegre y su actitud llena de optimismo demuestran a todos los que van a visitarla la aceptación voluntariosa y complacida de Petronila que, por fin, puede sufrir algo por su Señor. Se prolonga por mucho tiempo la postración. Entre los creyentes romanos se empiezan a correr rumores; ¿cómo es posible conciliar tamaño sufrimiento de Petronila con la actitud permisiva del padre Pedro, si es verdad que sólo su sombra llegaba a curar a enfermos, hace unos años, en Jerusalén?, ¿será que Pedro ha perdido virtud?, ¿será esto una muestra de falta de cariño?, ¿no deben preocuparse los padres por la salud de los hijos?... Un día Pedro reúne a una gran multitud de creyentes en Cristo en su casa y manda con imperio a su hija: «Petronila, levántate y sírvenos la mesa». Asombrados y estupefactos contemplan a la dulce joven incorporarse del lecho y salir dispuesta al cumplimiento del encargo toda llena de facultades. Terminada su misión vuelve a la cama, recupera la enfermedad con incremento de sufrimiento y ya no se restablecerá hasta después del martirio de Pedro.
No ha hecho mella en su físico el terrible padecimiento soportado, se han rejuvenecido sus facciones y hasta se diría que se ha multiplicado la belleza previa a la enfermedad. Ahora dedica Petronila todas sus energías a la oración y a la caridad. Parece un hada madrina que con vara mágica va solucionando problemas de cristianos irradiando continuamente el influjo benéfico ante cualquier necesidad: pobres, lisiados, enfermos, ciegos, leprosos y todo tipo de carenciales van a visitarla y salen pletóricos de felicidad. Por toda Roma corre un inmenso e imparable rumor que transmite de boca a boca la explosión de la caridad de Jesucristo patente en las obras de Petronila.
Pero hay más. Por todo lo relatado, no es extraño el enamoramiento del joven Flaco que se acerca con gran séquito de criados y esclavos a solicitar el consentimiento para hacerla su esposa. La reacción ahora de la virgen es de indecible sorpresa; pero guarda las formas, agradece al noble joven enamorado el honor que le hace y pide suave y dulcemente tres días para reflexionar al término de los cuales debe Flaco enviarle sus doncellas y criadas para que la acompañen.
Todo es llanto en Petronila. Jesucristo llena su corazón; no quiere romper la unidad del amor; sólo a Jesús quiere como Esposo. Pasa los tres días encerrada, en compañía de Felícula, dada al ayuno, a continua oración, penitencias y súplicas al Señor. El último día del retiro llega el presbítero Nicodemus, le celebró la misa, le dio la Comunión y contempló cómo moría Petronila al pie del altar consumida de amor.
Las criadas de Flaco que ya esperaban jubilosas trocaron el cortejo de nupcial en fúnebre para llevarla a enterrar.
¿Te gustó la historia de Petronila?
Poco le importaba al autor la diferencia de edades entre el joven enamorado y la madurez de Petronila, ni el que fuera hija de sangre de Pedro o sólo hija espiritual, si lo que quiso enseñar fue la ejemplar actitud de una mujer cristiana de los primeros tiempos que supo ser paciente en la enfermedad, que descubrió en sus padecimientos la ocasión de participar de los redentores de Jesucristo a quien amó por encima de todas las cosas y en cualquier situación, que por ello no descuidó la caridad con los demás, que ese estilo de vida tiene gran repercusión sobrenatural en el cuerpo social y que fue enterrada en el cementerio que había en el camino de Ardi, allí donde luego se construyó una iglesia con su nombre.

jueves, 30 de mayo de 2013

Salmo 143

Salmo 143 – Bienaventurado aquel cuyo Dios es el Señor

+ + En la primera parte de este Salmo (vs. 1- 11), un rey se dirige al Señor para darle gracias por su constante protección (vs. l-2) y para rogarle que lo libre de sus enemigos (vs. 3-11).
Las frases y expresiones utilizadas por el salmista reflejan la influencia de otros Salmos, en especial la del Salmo 18, que en varios versículos se encuentra reproducido casi literalmente.
+ + La segunda parte (vs. 12-15) tiene un tono mucho más lírico, y es una súplica por la prosperidad de la nación.
Las diferencias de estilo y el paso del singular al plural hacen suponer que estas dos partes, en su origen, fueron composiciones independientes.
El uso litúrgico las unió más tarde, para asociar la oración por el rey a la oración por todo el pueblo.

1. CON ISRAEL
Este salmo se podría titular "guerra y paz": la primera parte evoca el gran combate escatológico (batalla y victoria de Dios contra el mal). Las "fuerzas infernales" están simbolizadas por el "abismo" temible, y los "ídolos", descritos como "montañas orgullosas" que Dios "quemará" con sus relámpagos. La segunda parte del salmo evoca la paz recuperada, mediante imágenes altamente poéticas: la expansión del ánimo, la felicidad, la abundancia...

2. CON JESÚS
Lo que se esperaba del "Rey-Mesías" Jesús lo asumió espiritualmente. Jesús comparó su Iglesia a una "Roca" estable: "Tú eres Pedro y sobre esta Roca construiré mi Iglesia...“ (Mateo 16,18). Pero esta Roca sólida, según Jesús, padece los asaltos de la fuerza del mal: "los poderes del infierno no prevalecerán contra ella" (Mateo 16,18).

3. CON NUESTRO TIEMPO
El salmo culmina en la proclamación explícita de la felicidad espiritual esencial. Cuando todo se aniquila junto al hombre tan frágil y efímero, cuando la enfermedad, la prueba, la inseguridad alcanzan sus fuerzas vivas, una fuente de alegría íntima puede siempre subsistir: la convicción de que Dios está "con" nosotros, y que nos "liberará" de todo mal.

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea; Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y refugio, que me somete los pueblos. Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos? El hombre es igual que un soplo; sus días, una sombra que pasa. Señor, inclina tu cielo y desciende; toca los montes, y echarán humo; fulmina el rayo y dispérsalos; dispara tus saetas y desbarátalos. Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los extranjeros, cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo.

¿QUE ES EL HOMBRE?
«Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
No digo esto en un momento de depresión, Señor, ni tampoco para quejarme, ni mucho menos para denigrarme a mí mismo. Lo único que pretendo es poner las cosas en su sitio, encajar mi vida en la perspectiva que le corresponde y aprender a no tomarme demasiado en serio a mí mismo. Esta es la mejor manera de enfocar la vida, en providencia sana y tranquila, y te ruego me ayudes a dominar ese arte, Señor.
Sí, soy un soplo de viento y una sombra que pasa. Pensamiento feliz que ya en sí mismo reduce el volumen de mis problemas y rebaja la altura artificial del trono de mi pretendida realeza. Se desinfla el globo de mi auto importancia. ¿Qué puede haber más ligero y alegre que un soplo de viento y una sombra voladora? Disfrutaré mucho más de las cosas cuando no se me peguen, y bailaré con más alegría mi vida cuando se aligere su peso. No soy yo quien ha de resolver todos los problemas del mundo y deshacer los entuertos de la sociedad moderna.
Seguiré adelante, haciendo todo lo que pueda en cada ocasión, pero sin la seriedad imposible de ser el redentor de todos los males y el salvador de la humanidad. Ese papel no es el mío. Yo soy algo mucho más humilde. Soy soplo de viento y sombra que pasa. Dejadme pasar, dejadme volar, y que mi presencia pasajera traiga un instante de descanso a todos a los que salude con gesto de buena voluntad en un mundo cargado de dolor.
«Dichoso el pueblo que esto tiene, dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor».

Señor, roca, escudo y refugio nuestro, tú, que das la victoria a los reyes y salvaste a David, tu siervo, extiende también la mano desde arriba y defiéndenos a nosotros de las aguas caudalosas; adiestra nuestras manos para el combate de este día y haz que podamos someter a nuestros enemigos y que, reportada la victoria, entonemos en tu honor un cántico nuevo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Pantalones mojados

Pantalones mojados (31-05-13)

El niño de 8 años entró en el salón de clase para hacer su examen final. El se encontraba muy nervioso acerca de tal examen, su angustia creció tanto que sin poderse controlar se orinó en sus pantalones. Miró hacia abajo y vio como gotas caían suavemente al piso.
Para su sorpresa cuando levanta su vista y ve a su profesora nota que ella lo llama a su escritorio. ¿Cómo podría moverse sin dejar al descubierto su situación? La profesora al notar que el niño esta como paralizado y no va hacia ella, lentamente se viene al pupitre del niño. ¡Oh no!, piensa él. ¿Qué hacer? Ahora será avergonzado y sus compañeros se reirán de él.
En ese momento una niña compañera de clase viene hacia él con una pecera y al pasar frente a él se tropieza y derrama el agua de la pecera sobre la ropa de él, mojándole totalmente…. La Maestra apresuradamente toma al niño y lo lleva al baño para ayudarlo a cercarse su ropa, mientras el internamente decía: Gracias Dios, Gracias Dios. Si hay un Dios en el cielo. Qué gran regalo me diste.
Para ocultar aún mas lo que vivió le grito a la niña. ¿NO sabes donde caminas?
En el tiempo de receso ningún compañerito se quiso acercar a esta niña y ella estaba sola. Todos la miraban con menosprecio por haber mojado al compañero. Cuando terminó la clase, la niña iba caminando solita hacia su casa, ya que ninguno quiso estar con ella y el niño se acercó y le preguntó: ¿Realmente te tropezaste? ¿Fue un accidente? Y ella lo miró y le dijo.
No, yo vi lo que te pasó, vi que te orinaste y la profesora venía a ti, por eso corrí y tomé la pecera para hacer que me tropezaba… porque no quería que fueras avergonzado. Ahora el niño estaba más paralizado de lo que se sintió en clase.
No puedo olvidar como Dios también muchas veces ha derramado la pecera sobre mí para protegerme. También yo muchas veces me he orinado en los pantalones… pero Él con amor y cariño ha creado una situación que no he entendido en el momento… pero luego tengo que agradecerle por haberme mojado con la pecera de su amor.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo. Efesios 2:4-5
Celebrad a Dios, porque es bueno; porque su misericordia es eterna. 1 Crónicas 16:34
Porque grande es hasta los cielos tu misericordia y hasta las nubes tu verdad. Salmos 57:10

Evangelio del Viernes 31 de Mayo

Día litúrgico: 31 de Mayo: La Visitación de la Virgen
Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

Comentario: Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)

«Saltó de gozo el niño en mi seno»

Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.
El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).
A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».
Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.

30 de Mayo - Juana de Arco

Juana de Arco, Santa
Patrona de Francia y Doncella de Orleáns, 30 de Mayo

Una jovencita de 13 años, de Domremy (Francia), llamada Juana de Arco, mientras rezaba en la iglesia de su pueblo, oyó voces misteriosas que la invitaban a liberar a Francia que estaba dominada en gran parte por los ingleses. Cuatro años después el gobernador de la provincia, a quien Juana de Arco le había contado lo que le había sucedido, la llevó donde el Delfín a Chinon. Al hablar con el futuro rey Carlos, ella demostró que conocía cosas secretísimas que solamente el cielo había podido revelarle. El Delfín, al principio, desconfió pero después se convenció de que la joven era enviada de Dios; entonces le confió el mando de las tropas que sitiaban a Orleáns, y en poco tiempo reconquistaron casi todo el territorio francés.
El Delfín fue coronado rey de Francia en Reims, pero, celoso de la popularidad de Juana, pactó una tregua con los ingleses. La joven, convencida de que esta tregua anulaba los esfuerzos y las victorias de su ejército, indignada, recomenzó la lucha con los pocos soldados que estaban de su parte.
En una emboscada cayó prisionera en manos del conde de Luxemburgo, que la entregó a los ingleses por un rescate digno de un rey. Ahora había que demostrar que Juana era una bruja, para poder declarar a Carlos VII como usurpador, pues había llegado a ser rey gracias a “diabólicas maquinaciones de una hereje”. Sólo los jueces eclesiásticos tenían la autoridad de llevar a cabo este proceso.
El obispo Cauchon se prestó para esta intriga política. La ilegalidad del proceso era tal que Juana de Arco rechazó la legitimidad y apeló al Papa.
La heroica joven, encerrada en una cárcel militar contra toda ley eclesiástica, no pudo hacer llegar su voz a Roma y sus enemigos triunfaron y la condenaron a la hoguera. El atroz suplicio tuvo lugar en Rouen el 30 de mayo de 1431. Juana tenía 19 años.
Los actos del proceso fueron sometidos a revisión entre el 1450 y el 1456, y con la absolución de la imputada comenzó un irresistible desarrollo de veneración de la valiente Juana de Arco, por su fe pura y su genuino amor por la justicia y la verdad, llevados hasta el extremo sacrificio. En 1920 el Papa Benedicto XV la elevó al honor de los altares.
De todas las histories de los santos, la de Santa Juana de Arco es sin duda la más extraordinaria e increíble: una joven, campesina y sin estudios, a la cabeza de un ejército derrota a un aguerrido ejército, derriba fortalezas, corona a un rey y termina en la hoguera. Y todo en cuestión de dos años.
Un acontecimiento unido a la historia de toda una Nación, coloreada con fuertes tintes patrióticos y místicos.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Salmo 142

Salmo 142 – Lamentación y súplica ante la angustia

Un hombre perseguido violentamente (v. 3) se pone bajo la protección de Dios, a fin de que lo libre de sus perseguidores (v. 9).
+ Para fundamentar su pedido, el salmista apela a las antiguas intervenciones de Dios en favor de su Pueblo (v. 5).
+ Pero a diferencia de lo que sucede en otros Salmos similares (Salmo 7), él no hace una declaración de su propia inocencia, sino que reconoce su condición de pecador y su imposibilidad de obtener la salvación sin el auxilio de la misericordia divina.
Una vez más oímos el clamor desgarrador de un fiel israelita que identificamos con el rey David. Una vez más le encontramos huyendo a causa de la rebelión que su hijo Absalón ha levantado contra él. Si grande es su dolor, mayor es su confianza en Yavé. Nos llama la atención que, al invocarle pidiendo su auxilio, no lo hace desde una presunta inocencia, sino desde su condición de culpable, de pecador.
La audacia amorosa de David nos sobrecoge. Sabe que no es justo, como, de hecho, nadie lo es, pero apela a la justicia de Dios que es siempre salvadora; es decir, que Dios salva desde su justicia, no desde la nuestra: «¡Señor, escucha mi oración! ¡Tú que eres fiel, atiende a mis súplicas! ¡Tú que eres justo, respóndeme! No entables juicio contra tu siervo, pues ningún hombre vivo es justo ante ti».
Para hacer posible la vuelta del hombre a Dios, fue necesario que el Señor Jesús se situara cara a cara con el príncipe del mal, y se dejara -aparentemente- vencer por sus fuerzas. Durante tres días estuvo dominado por la muerte, de espaldas al Dios de la vida eterna. Allí, sujeto por los lazos de la mortalidad, nos hizo justicia: resucitó y venció al seductor. Desenmascaró al maestro del engaño y de la mentira e hizo posible la vuelta del hombre hacia Dios.

Señor, escucha mi oración; tú, que eres fiel, atiende a mi súplica; tú, que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto. Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca. Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa. En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti. Indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti. Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tú espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana. Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; por tu clemencia, sácame de la angustia.

POR LA MAÑANA
«En la mañana hazme escuchar tu gracia. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios».
Despierto, y mis ojos se levantan hacia ti, Señor. Mi primer pensamiento vuela a tu lado al comenzar un nuevo día. No sé lo que me espera, no he planeado el día ni ordenado mi trabajo. Antes de cualquier otro pensamiento, quiero entrar en contacto contigo para recibir tu bendición y tu sonrisa cuando la vida se abre otra vez ante el mundo y ante mí. Buenos días, Señor, y que pasemos este día muy juntos los dos.
La única petición que hago para orientar el día es: «Enséñame a cumplir tu voluntad». Las horas del día me van a traer opciones y decisiones, dudas y tentaciones, oscuridad y pruebas. Lo único que me preocupa de todo esto, al comenzar la trayectoria del día, es saber en todo momento cuál es tu voluntad. Este día será lo que ha de ser si se enfoca desde el principio en la dirección salvífica de tu deseo. Mis decisiones serán correctas si llevan a cabo tu voluntad. Mi caminar será derecho si se dirige hacia ti. Tu voluntad es el resumen por adelantado de mi día, y descubrirla paso a paso en la jornada es mi tarea y mi gozo.
Al ver los primeros rayos de sol que se asoman tímidos a mi ventana, te pido, Señor: dame luz. Al escuchar a los pájaros que se ponen a cantar para despertar a tiempo a la naturaleza dormida, te pido: dame alegría. Al fijarme en las flores que abren sus pétalos a la brisa con atrevida confianza, te pido: dame fe. Dame fortaleza, Señor, dame vida, dame amor.
«En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti».

Señor de la justicia, ningún hombre es inocente frente a ti; pero ahora has manifestado tu justicia misericordiosa otorgada por la fe en tu Hijo, muerto y resucitado por nuestros pecados; por tu gracia consérvanos en la vida y sácanos de la angustia. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Adquiere prudencia

Adquiere prudencia (30-05-13)

¡A veces nos parece que la vida se vive al revés!  Siendo jóvenes y con una perspectiva limitada, tenemos que tomar aquellas inmensas decisiones que moldearán el resto de nuestros años.
Pero podemos y seremos sabios, si aprendemos de quienes han adquirido entendimiento de las experiencias de la vida.
En un estudio psicológico, a cincuenta personas mayores de noventa y cinco años de edad se les preguntó lo siguiente: ¿De poder vivir la vida otra vez, qué haría diferente?
De tal interrogación salieron a relucir tres respuestas generales:
Si tuviese que hacerlo otra vez…
• Reflexionaría más.
• Arriesgaría más.
• Haría más cosas que perduren después de mi muerte.
Una mujer muy anciana escribió sobre cómo viviría su vida de poder hacerlo otra vez:
Cometería más errores la próxima vez, me relajaría, sería más flexible, más tonta de lo que he sido durante este viaje, tomaría menos cosas con seriedad. Sería más arriesgada, escalaría más montañas y nadaría más cantidad de ríos, comería más helados y menos frijoles y quizá tendría más problemas en la actualidad, pero menos de ellos serían imaginarios.
Como puedes ver, soy una de esas personas que ha vivido con sensatez y prudencia hora tras hora y día tras día. Sí, he disfrutado mis buenos momentos y si tuviese que hacerlo de nuevo, tendría muchos más. De hecho, no intentaría vivir más que momentos, uno tras otro, en vez de tantos años adelantado.
¡Escucha y aprende! La vida no puede ser solo trabajo y nada de juego. A pesar de todo, deseas que la misma tenga sentido, para Dios, para los seres queridos que te sigan y para ti mismo.
Durante esta noche, reflexiona sobre tu vida. Pídele a Dios que te muestra cuál es el verdadero significado de tu existencia, lo que debes lograr, ¡y cómo disfrutar el proceso!
Da oído a la sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento. Proverbios 2:2

Evangelio del Jueves 30 de Mayo

Día litúrgico: Jueves VIII (C) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 10,46-52): En aquel tiempo, cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!». Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle». Llaman al ciego, diciéndole: «¡Ánimo, levántate! Te llama». Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.

Comentario: P. Ramón LOYOLA Paternina LC (Barcelona, España)

¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!

Hoy, Cristo nos sale al encuentro. Todos somos Bartimeo: ese invidente a cuya vera pasó Jesús y saltó gritando hasta que éste le hiciese caso. Quizás tengamos un nombre un poco más agraciado... pero nuestra humana flaqueza (moral) es semejante a la ceguera que sufría nuestro protagonista. Tampoco nosotros logramos ver que Cristo vive en nuestros hermanos y, así, los tratamos como los tratamos. Quizás no alcanzamos a ver en las injusticias sociales, en las estructuras de pecado, una llamada hiriente a nuestros ojos para un compromiso social. Tal vez no vislumbramos que «hay más alegría en dar que en recibir», que «nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos» (Jn 15,13). Vemos borroso lo que es nítido: que los espejismos del mundo conducen a la frustración, y que las paradojas del Evangelio, tras la dificultad, producen fruto, realización y vida. Somos verdaderamente débiles visuales, no por eufemismo sino en realidad: nuestra voluntad debilitada por el pecado ofusca la verdad en nuestra inteligencia y escogemos lo que no nos conviene.
Solución: gritarle, es decir, orar humildemente «Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10,48). Y gritar más cuanto más te increpen, te desanimen o te desanimes: «Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más…» (Mc 10,48). Gritar que es también pedir: «Maestro, que vea» (cf. Mc 10,51). Solución: dar, como él, un brinco en la fe, creer más allá de nuestras certezas, fiarse de quien nos amó, nos creó, y vino a redimirnos y se quedó con nosotros, en la Eucaristía.
El Papa Juan Pablo II nos lo decía con su vida: sus largas horas de meditación —tantas que su Secretario decía que oraba “demasiado”— nos dicen a las claras que «el que ora cambia la historia».

29 de Mayo - Guillermo Arnaud y compañeros mártires

Guillermo Arnaud y compañeros mártires, Beatos
Mártires, 29 de Mayo

Guillermo fue uno de los primeros frailes a los que fue encargado el oficio de inquisidor en la diócesis de Tolosa (Francia) “en favor de la fe cristiana y de la obediencia a la Iglesia romana”.
Fue apresado dolosamente por los herejes en Aviñón junto con otros frailes de la Orden: el presbítero Bernardo de Rochefort y el hermano García de Aure, junto con otros ocho compañeros de ambos cleros.
Estos ilustres protomártires dominicos, como testigos excelsos de su fe, se entregaron al martirio “gozosos como hombres apostólicos” y cantando el Te Deum, (Vidas de los frailes, Parte V c. I, 1) la noche de la, Ascensión del Señor, un 29 de mayo de 1242. Sus reliquias se perdieron en el s. XVI.
La lista de mártires está integrada por:
- Guillermo Arnaud (Dominico);
- Bernardo di Roquefort (Dominico);
- García de Aure (Dominico converso, nativo de la diócesis de Comminges);
- Stefano di Saint-Thibery (inicialmente abad, luego fraile menor);
- Raimondo Carbonius (fraile menor);
- Raimondo di Cortisan (conocido como "el Escritor", detto “lo Scrittore”, canónico de Tolosa y archidiacono de Lézat);
- Bernardo (miembro del clero de la catedral de Tolosa);
- Pietro d’Arnaud (notario de la inquisición);
- Fortanerio (clérigo);
- Ademaro (clérigo);
- El Prior de Avignonet (Monje profeso en Cluse, cuyo nombre lastimosamente no se conoce).
Pío IX confirmó su culto el 6 de septiembre de 1866.

martes, 28 de mayo de 2013

Salmo 141

Salmo 141 – Tú eres mi refugio

En medio de una obstinada persecución (vs. 4, 7) y sin esperanzas de encontrar una ayuda en los hombres (v. 5), el salmista invoca angustiosamente al Señor (vs. 2, 7), que es su único refugio (v. 6).
Confiado en su pronta liberación, promete reconocer públicamente los favores recibidos de Dios, para alegría y edificación de los justos (v. 8).
David cayó en desgracia a los ojos de Saúl, tuvo que huir y buscar refugio en las cuevas del desierto de Judea. No le cabe en su mente que se le pague con el mal ante el bien que ha hecho; de ahí su grito clamoroso: « ¡A voz en grito imploro al Señor!».
La experiencia trágica de David es un anuncio profético del Mesías cuya vida fue atrapada por el lazo de la muerte. El príncipe de la mentira y del mal sedujo con sus artes a los sumos sacerdotes, fariseos, escribas y hasta todo el pueblo para arrancar su vida.
Jesucristo previene a sus discípulos, de entonces y de siempre, advirtiéndoles de que la misión a la que El les envía no va a ser aplaudida ni reconocida. Esto por la simple razón de que la mentira y su príncipe nunca van a aplaudir ni reconocer la verdad. Es más, les anuncia que la persecución y el odio que ha caído sobre sus espaldas, también les alcanzará a ellos: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros...» (Juan 15,18-20).

A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor; desahogo ante El mis afanes, expongo ante El mi angustia, mientras me va faltando el aliento. Pero tú conoces mis senderos, y que en el camino por donde avanzo me han escondido una trampa. Mira a la derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo adónde huir, nadie mira por mi vida. A ti grito, Señor; te digo: "Tú eres mi refugio y mi lote en el país de la vida". Atiende a mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo. Sácame de la prisión, y daré gracias a tu nombre: me rodearán los justos cuando me devuelvas tu favor.

A VOZ EN GRITO
He rezado en mi mente y he rezado en el grupo; he rezado en silencio y he rezado en voz baja. Hoy levanto el tono y rezo a voz en grito. Quiero probar todos los modos de acercarme a ti, Señor, según me llevan mis sentimientos y me inspira la presencia de mis hermanos. Y no hago más que usar palabras que tú me pones en los labios, Señor.
«A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor».
Mi grito proclama la urgencia de mi plegaria aun antes de que se distingan sus palabras. No necesito detallar peticiones o subrayar necesidades. Tú sabes lo que necesito, y no voy a molestarte con minucias. Lo único que pido es atención. Quiero que escuches mi voz en presencia de tu pueblo. Y por eso grito. Quiero recordarte que existo. Quiero romper el silencio de mi timidez con la desvergüenza de mi grito. Que la gente se vuelva y mire. Soy presa del dolor, y por eso grito. Que mi dolor te llegue en mi grito.
Mi dolor no es sólo el mío, sino el de mis hermanos y hermanas, mis amigos, los pobres y los oprimidos, todos los que sufren y se inclinan ante el peso de la injusticia y la dureza de la vida. Mi grito es el grito de la humanidad en pena, millones de voces unidas en una, porque el sufrimiento nos une a todos en el parentesco del dolor común. Por todos ellos grito con la sinceridad de mi dolor mientras resuenan sus ecos en este valle de lágrimas.
«A ti grito, Señor; atiende a mis clamores».

Oh Dios, refugio y fortaleza nuestra, ante ti desahogamos nuestros afanes, exponemos nuestra angustia: Mira, Señor, fíjate que no tenemos donde huir si nos faltas Tú. Pero en ti nos refugiamos, nuestro amparo en el día aciago, con la esperanza de que, introducidos en el Misterio pascual de Cristo, quebrantarás la Muerte con un doble quebranto, y a los que en ti creemos nos asignarás un lote en el país de la vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.