domingo, 31 de agosto de 2014

Éxodo 6

Capítulo 6: Éxodo 6

1 El Señor le respondió: "¡Ahora verás lo que haré al Faraón! Tendrá que dejarlos partir por la fuerza, e incluso, se verá obligado a expulsarlos de su país".

Otro relato de la vocación de Moisés
2 Dios habló a Moisés y le dijo: "Yo soy el Señor.
3 Yo me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como el Dios Todopoderoso, pero no me di a conocer a ellos con mi nombre ‘el Señor’.
4 También establecí mi alianza con ellos, para darles la tierra de Canaán, esa tierra donde ellos residieron como extranjeros.
5 Y cuando escuché los gemidos de los israelitas, esclavizados por los egipcios, me acordé de mi alianza.
6 Por eso, anuncia esto a los israelitas: Yo soy el Señor. Yo los libraré de los trabajos forzados que les imponen los egipcios, los salvaré de la esclavitud a que ellos los someten, y los rescataré con el poder de mi brazo, infligiendo severos y justos castigos.
7 Haré de ustedes mi Pueblo y yo seré su Dios. Así tendrán que reconocer que soy yo, el Señor, el que los libró de los trabajos forzados de Egipto.
8 Después los introduciré en la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y se la daré en posesión. Yo soy el Señor".
9 Moisés refirió estas palabras a los israelitas, pero ellos no quisieron escucharlo, porque estaban desalentados a causa de la dura servidumbre.
10 Entonces el Señor dijo a Moisés:
11 "Preséntate al Faraón, el rey de Egipto, y dile que deje partir de su país a los israelitas".
12 Moisés se excusó ante el Señor, diciendo: "Si los israelitas no quisieron escucharme, ¿cómo me va a escuchar el Faraón, a mí que no tengo facilidad de palabra?".
13 Pero el Señor habló a Moisés y a Aarón, y les dio órdenes para los israelitas y para el Faraón, rey de Egipto, a fin de hacer salir de Egipto a los israelitas.

La genealogía de Moisés y Aarón
14 Los jefes de las familias de Israel fueron los siguientes: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel, fueron Henoc, Palú, Jesrón y Carmí. Estos son los clanes de Rubén.
15 Los hijos de Simeón fueron Iemuel, Iamín, Ohad, Iaquín, Sójar y Saúl, el hijo de la cananea. Estos son los clanes de Simeón.
16 Los nombres de los hijos de Leví, con sus descendientes, fueron estos: Gersón, Quehat y Merarí. Leví vivió ciento treinta y siete años.
17 Los hijos de Gersón fueron Libní y Simei con sus clanes.
18 Los hijos de Quehat fueron Amrám, Isar, Hebrón y Uziel. Quehat vivió ciento treinta y tres años.
19 Los hijos de Merarí fueron Majlí y Musí. Estos son los clanes de Leví con sus descendientes.
20 Amrám se casó con Ioquébed, su tía, y de ella le nacieron Aarón y Moisés. Amrám vivió ciento treinta y siete años.
21 Los hijos de Isar fueron Coré, Néfeg y Zicrí;
22 y los hijos de Uziel, fueron Misael, Elsafán y Sitrí.
23 Aarón se casó con Eliseba, hija de Aminadab y hermana de Najsón; de ella le nacieron Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.
24 Los hijos de Coré fueron Asir, Elcaná y Abiasaf. Estos son los clanes de los coreítas.
25 Eleazar, hijo de Aarón, se casó con una de las hijas de Putiel, que fue madre de Pinjás. Estos son los jefes de las familias levíticas, con sus respectivos clanes.
26 Moisés y Aarón son los mismos que recibieron del Señor la orden de sacar de Egipto a los israelitas, distribuidos en grupos.
27 Ellos fueron los que hablaron al Faraón, el rey de Egipto, para hacer salir a los israelitas. Son los mismos Moisés y Aarón.

La misión de Moisés y Aarón
28 El día en que el Señor habló a Moisés en Egipto,
29 le dijo: "Yo soy el Señor. Repite al Faraón, el rey de Egipto, todo lo que yo te diga".
30 Pero Moisés puso al Señor este pretexto: "Yo tengo dificultad para hablar. ¿Cómo me va a escuchar el Faraón?".

¿Orejas… que tipo de orejas?

¿Orejas… que tipo de orejas? (01-09-14)

Los búhos ven con las orejas, ya que perciben por medio de ondas.
Los ciempiés oyen con las patas.
Las orejas del burro tiene la característica de algunas personas, son grandes pero de corazón endurecido.
Las orejas de peces, son orejas condicionadas, sólo escuchan lo que les conviene; así como muchas personas y es por eso que no crecen.
Las orejas de caballo. Las personas con orejas de caballo, no se pueden concentrar en la Palabra de Dios, siempre están pensando en cosas que dejaron pendientes.
Las orejas de los cristianos:
No sólo están escuchando al sacerdote, sino que están escuchando la Palabra de Dios, sienten que Dios los está ministrando, hablando, exhortando, disciplinando; son aquellos que se levantan como luz en el mundo, ponen atención a lo que Dios les está diciendo y... LO HACEN y están dispuestos a recibir más.
¿Qué tipo de orejas tenemos?
¿Las del búho que sólo ve con ellas?
¿Las del ciempiés, en las patas?
¿Las del burro, pero con corazón endurecido?
¿Las de caballo, que los afanes de esta vida no nos permiten concentrarnos en la Palabra de Dios?
¿O realmente tenemos orejas de cristianos, que no sólo escuchamos la Palabra de Dios, sino que la retenemos, obedecemos y la hacemos verdad en nuestra vida y en la de quien nos rodea?
La semilla es la palabra de Dios. Aquéllos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Y aquéllos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben.
La semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura. Pero la semilla en la tierra buena, estos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia. Lucas 8:11-15

Evangelio del Lunes 01 de Septiembre

Día Litúrgico: Lunes XXII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 4,16-30): En aquel tiempo, Jesús se fue a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».
Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.

Comentario: Rev. D. David AMADO i Fernández (Barcelona, España)

«Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír»

Hoy, «se cumple esta escritura que acabáis de oír» (Lc 4,21). Con estas palabras, Jesús comenta en la sinagoga de Nazaret un texto del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido» (Lc 4,18). Estas palabras tienen un sentido que sobrepasa el concreto momento histórico en que fueron pronunciadas. El Espíritu Santo habita en plenitud en Jesucristo, y es Él quien lo envía a los creyentes.
Pero, además, todas las palabras del Evangelio tienen una actualidad eterna. Son eternas porque han sido pronunciadas por el Eterno, y son actuales porque Dios hace que se cumplan en todos los tiempos. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, hemos de recibirla no como un discurso humano, sino como una Palabra que tiene un poder transformador en nosotros. Dios no habla a nuestros oídos, sino a nuestro corazón. Todo lo que dice está profundamente lleno de sentido y de amor. La Palabra de Dios es una fuente inextinguible de vida: «Es más lo que dejamos que lo que captamos, tal como ocurre con los sedientos que beben en una fuente» (San Efrén). Sus palabras salen del corazón de Dios. Y, de ese corazón, del seno de la Trinidad, vino Jesús —la Palabra del Padre— a los hombres.
Por eso, cada día, cuando escuchamos el Evangelio, hemos de poder decir como María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38); a lo que Dios nos responderá: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Ahora bien, para que la Palabra sea eficaz en nosotros hay que desprenderse de todo prejuicio. Los contemporáneos de Jesús no le comprendieron, porque lo miraban sólo con ojos humanos: «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22). Veían la humanidad de Cristo, pero no advirtieron su divinidad. Siempre que escuchemos la Palabra de Dios, más allá del estilo literario, de la belleza de las expresiones o de la singularidad de la situación, hemos de saber que es Dios quien nos habla.

31 de Agosto - Francisco Piani de Caldarola

Francisco Piani de Caldarola, Beato
Confesor, 31 de Agosto

Fecha de beatificación: Fue beatificado por el Papa Urbano VII en el año 1634.

Francisco fue un confesor del siglo XVI. Fue el gran propagador y fundador de los Montes de Piedad juntamente con el Beato Bernardino de Feltre. Los dos eran hermanos franciscanos de la estricta observancia.
La economía no andaba bien en su tiempo y sobre todo en los obreros que se dedicaban a las labores agrícolas. Para promover a los pobres, fundó la institución de los Montes de Piedad, esto es, institutos seculares que daban créditos con intereses módicos.
De esta manera, podían trabajar y no caer en las manos de los terribles usureros. Hubo muchas luchas contra ellos provocadas por estas fundaciones.
Los mismos dominicos los llamaban Montes de Impiedad por no prestar dinero gratuitamente. Francisco se encontró con ellos en Marche. En esta localidad hay una iglesia llamada santa María del Monte. En ella estaba él y, desde ella, distribuía todos los dineros del Monte.
También fue un gran predicador. Y del éxito de su predicación no hay que decir nada más que era el fruto de sus largas noches de oración.
Murió en 1507. Ocho años más tarde, el concilio de Letrán aprobaba los Montes de Piedad.

sábado, 30 de agosto de 2014

Éxodo 5

Capítulo 5: Éxodo 5

La primera entrevista de Moisés con el Faraón
5 1 Inmediatamente, Moisés y Aarón fueron a decir al Faraón: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Deja partir a mi pueblo, para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor".
2 Pero el Faraón respondió: "¿Y quién es el Señor para que yo le obedezca dejando partir a Israel? Yo no conozco al Señor y no dejaré partir a Israel".
3 Ellos dijeron: "El Dios de los hebreos vino a nuestro encuentro, y ahora tenemos que realizar una marcha de tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios. De lo contrario él nos castigará con la peste o la espada".
4 El rey de Egipto les respondió: "¿Por qué ustedes, Moisés y Aarón, se empeñan en apartar al pueblo de sus tareas? Vuelvan al trabajo que les ha sido impuesto".
5 Él pensaba así: "Ellos son ahora más numerosos que los nativos del país, ¿y todavía debo tolerarles que interrumpan sus trabajos?".

Las instrucciones del Faraón a sus capataces
6 Ese mismo día, el Faraón dio a los capataces y a los inspectores del pueblo las siguientes instrucciones:
7 "No sigan entregando a esa gente la paja para hacer los ladrillos, como lo hicieron hasta ahora. Que vayan a juntarla ellos mismos.
8 Pero exíjanles la misma cantidad de ladrillos que fabricaban antes, sin descontarles ni uno solo, porque son unos holgazanes. Por eso gritan: ‘¡Déjanos ir a ofrecer sacrificios a nuestro Dios!’.
9 Háganlos trabajar más duramente y que estén siempre ocupados; así no prestarán atención a esas patrañas".
10 En seguida salieron los capataces del pueblo, junto con los inspectores, y dijeron a la multitud: "Así habla el Faraón: ‘De ahora en adelante no les daré más paja.
11 Vayan ustedes mismos y tráiganla de donde puedan. Pero el rendimiento no deberá disminuir en lo más mínimo’".
12 Entonces el pueblo se dispersó por todo el territorio de Egipto para recoger los rastrojos, y abastecerse así de paja.
13 Los capataces, por su parte, los apremiaban diciendo: "Terminen el trabajo que se les fijó para cada día, como lo hacían cuando les daban la paja".
14 Y los capataces del Faraón golpearon a los inspectores israelitas que ellos habían designado, diciendo: "¿Por qué ayer y hoy no completaron la cantidad establecida de ladrillos, como lo venían haciendo hasta ahora?".

La queja de los inspectores hebreos
15 Los inspectores de los israelitas fueron a quejarse al Faraón, diciendo: "¿Por qué tratas así a tus servidores?
16 No nos dan paja, no cesan de decirnos que hagamos ladrillos, y encima nos golpean. Y tú tienes la culpa".
17 Pero el Faraón respondió: "Ustedes son unos holgazanes, sí, unos perfectos holgazanes. Por eso andan diciendo: ‘Déjanos ir a ofrecer sacrificios a nuestro Dios’.
18 Ahora vayan a trabajar. Y no sólo no les darán más paja, sino que deberán entregar la misma cantidad de ladrillos".
19 Cuando les anunciaron que no debían disminuir la producción de ladrillos establecida para cada día, los inspectores israelitas se vieron en un grave aprieto.
20 Y al encontrarse con Moisés y Aarón que los estaban esperando a la salida,
21 les dijeron: "Que el Señor fije su mirada en ustedes y juzgue. Porque nos han hecho odiosos al Faraón y a sus servidores, y han puesto en sus manos una espada para que nos maten".

La oración de Moisés
22 Moisés se volvió al Señor, diciendo: "Señor, ¿por qué maltratas a este pueblo? ¿Para esto me has enviado?
23 Desde que me presenté ante el Faraón para hablarle en tu nombre, él no ha cesado de maltratar a este pueblo, y tú no haces nada para librar a tu pueblo".

Más allá de la ventana

Más allá de la ventana (31-08-14)

"Lo que veía a través de esas ventanas no era simplemente un paisaje. Era mucho más que eso: el futuro que un día podría ser suyo”. Podría. El hecho de sentarse a pensar y a soñar lo dejaba boquiabierto, especialmente cuando las dudas invadían su mente. Pero de todas formas la idea de llegar más allá cruzaba las fronteras de su imaginación y por momentos lograba palpar aquello tan deseado.
"Es así como llegó. Es así como se fue. Mirando hacia el frente pero recordando su pasado. Aprendiendo de antiguas lecciones, pero atesorando los mejores sentimientos en su corazón. Vislumbró, se esforzó, lloró... ¡pero finalmente lo logró! ¡Vivió! Y eso, en un mundo hambriento de sentido y realización, es mucho decir".
Palabras más, palabras menos, así es como deseo que se me recuerde el día en que mis días lleguen a su fin. No espero irme pronto, ni tampoco sé cuándo será el momento. Pero mi ruego diario incluye un reclamo íntimo y sincero: llegar.
Les escribo estas palabras porque hoy (más que ayer) soy consciente del hecho que muy pocas personas encuentran un propósito por el cual vivir. Y eso no es broma. Eso es muy preocupante. Dos años atrás me conmovió la muerte de un famoso periodista argentino. ¿Suicidio? ¿Homicidio culposo? ¿Accidente? Las distintas hipótesis implicaron trabajo para los investigadores y "rating" para ciertos medios del espectáculo. Pero un joven de 33 años está muerto. Sin palabras. Sin más posibilidades.
Jesucristo dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre. Y desde ahora lo conocen, porque lo están viendo"  Juan 14.6-7
Me llama la atención cómo lo expresó cierto pensador cuando dijo: "Si no tienes un plan de vida, nunca tendrás orden". ¿Y usted? ¿Cuál es su "plan"? ¿Hacia dónde dirige todos sus esfuerzos? ¿Qué espera lograr con su vida? ¿A dónde quiere llegar?
No se puede vivir la vida plena sin un propósito. Dios tiene ese propósito clarificado para ti. Búscalo y lo encontrarás.
Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación. Salmo 91:16
Porque largura de días y años de vida, y paz te aumentarán. Proverbios 3:2

Evangelio del Domingo 31 de Agosto

Día Litúrgico: Domingo XXII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 16,21-27): En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta»

Comentario: Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

«El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga»

Hoy, contemplamos a Pedro —figura emblemática y gran testimonio y maestro de la fe— también como hombre de carne y huesos, con virtudes y debilidades, como cada uno de nosotros. Hemos de agradecer a los evangelistas que nos hayan presentado la personalidad de los primeros seguidores de Jesús con realismo. Pedro, quien hace una excelente confesión de fe —como vemos en el Evangelio del Domingo XXI— y merece un gran elogio por parte de Jesús y la promesa de la autoridad máxima dentro de la Iglesia (cf. Mt 16,16-19), recibe también del Maestro una severa amonestación, porque en el camino de la fe todavía le queda mucho por aprender: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios» (Mt 16,23).
Escuchar la amonestación de Jesús a Pedro es un buen motivo para hacer un examen de conciencia acerca de nuestro ser cristiano. ¿Somos de verdad fieles a la enseñanza de Jesucristo, hasta el punto de pensar realmente como Dios, o más bien nos amoldamos a la manera de pensar y a los criterios de este mundo? A lo largo de la historia, los hijos de la Iglesia hemos caído en la tentación de pensar según el mundo, de apoyarnos en las riquezas materiales, de buscar con afán el poder político o el prestigio social; y a veces nos mueven más los intereses mundanos que el espíritu del Evangelio. Ante estos hechos, se nos vuelve a plantear la pregunta: «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida?» (Mt 16,26).
Después de haber puesto las cosas en claro, Jesús nos enseña qué quiere decir pensar como Dios: amar, con todo lo que esto comporta de renuncia por el bien del prójimo. Por esto, el seguimiento de Cristo pasa por la cruz. Es un seguimiento entrañable, porque «con la presencia de un amigo y capitán tan bueno como Cristo Jesús, que se ha puesto en la vanguardia de los sufrimientos, se puede sufrir todo: nos ayuda y anima; no falla nunca, es un verdadero amigo» (Santa Teresa de Ávila). Y…, cuando la cruz es signo del amor sincero, entonces se convierte en luminosa y en signo de salvación.

30 de Agosto - Juan de Mayorga

Juan de Mayorga, Beato
Mártir, 30 de Agosto

Martirologio Romano: Mártir, que cuando junto a sus compañeros  se dirigía a las misiones del Brasil en una nave llamada «San Jacobo», fueron asaltados por piratas y, en odio a la religión católica, traspasados todos ellos con espadas y lanzas († 1570)

Hermano jesuita. Nació en San Juan de Pie del Puerto, hoy Francia, entonces España, en 1533. Vivió varios años en la capital del Reino de Aragón y fue admitido en la Compañía en 1568, a los 35 años de edad.
Con fama de “excelente pintor” dejó “algunos cuadros” en Zaragoza, y como jesuita siempre trabajó en su profesión. Aún en el mar, durante su viaje.
Al llegar a España el Padre Ignacio de Azevedo, nombrado Provincial del Brasil por San Francisco de Borja, con la misión de reclutar jesuitas en las Provincias de España y Portugal, se le dio como compañero, en Zaragoza, en 1570, al Hermano Juan de Mayorga, navarro, de casi 38 años de edad. Y como pintor se pensó que podría adornar con sagradas imágenes los templos de las nuevas reducciones en las Indias.
Viajó al Brasil con la expedición del Padre Ignacio de Azevedo, pero en barco diferente. En la isla Madeira pidió con fervor sustituir a alguno de los que pedían cambiar de embarcación, y así pudo formar parte del grupo de los jesuitas que salían el 30 de junio de 1570 hacia las islas Canarias.
En el día del martirio, “habiendo entrado los calvinistas por el castillo de proa, el Hermano Juan de Mayorga anduvo metido entre ellos exhortando y animando a los nuestros. Y como en todo el tiempo de la pelea, nunca dejase de exhortar, como le había encargado la obediencia, con su sotana, birrete y barba bien rapada mostraba claramente ser de la Compañía de Jesús. Pero no tenía armas sino únicamente las de la Palabra de Dios y de la Fe Católica”.
Al fin lo atacaron cinco calvinistas. Lo hirieron de mala manera en el pecho y en la espalda. Cayó moribundo al pie de una copia que él mismo había pintado del cuadro de la Virgen de Santa María la Mayor. Lo arrojaron vivo al mar.

viernes, 29 de agosto de 2014

Éxodo 4

Capítulo 4: Éxodo 4

El poder dado por Dios a Moisés
4 1 Pero Moisés respondió: "¿Y si se niegan a creerme, y en lugar de hacerme caso, me dicen: ‘No es cierto que el Señor se te ha aparecido’?".
2 Entonces el Señor le preguntó: "¿Qué tienes en la mano?". "Un bastón", respondió Moisés.
3 "Arrójalo al suelo", le ordenó el Señor. Y cuando lo arrojó al suelo, el bastón se convirtió en una serpiente. Moisés retrocedió atemorizado,
4 pero el Señor le volvió a decir: "Extiende tu mano y agárrala por la cola". Así lo hizo, y cuando la tuvo en su mano, se transformó nuevamente en un bastón.
5 "Así deberás proceder, añadió el Señor, para que crean que el Señor, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, se te ha aparecido".
6 Después el Señor siguió diciéndole: "Mete tu mano en el pecho". Él puso su mano en el pecho; y al sacarla, estaba cubierta de lepra, blanca como la nieve.
7 En seguida el Señor le ordenó: "Vuelve a poner tu mano en el pecho". Así lo hizo Moisés; y cuando la retiró, ya había recuperado nuevamente su color natural.
8 Entonces el Señor le dijo: "Si se niegan a creerte y no se convencen ante la evidencia del primer prodigio, el segundo los convencerá.
9 Y si a pesar de estos dos prodigios permanecen incrédulos y no te escuchan, saca del Nilo un poco de agua y derrámala en la tierra; y al caer en la tierra, el agua que saques del Nilo se convertirá en sangre".

Aarón, intérprete de Moisés
10 Moisés dijo al Señor: "Perdóname, Señor, pero yo nunca he sido una persona elocuente: ni antes, ni a partir del momento en que tú me hablaste. Yo soy torpe para hablar y me expreso con dificultad".
11 El Señor le respondió: "¿Quién dio al hombre una boca? ¿Y quién hace al hombre mudo o sordo, capaz de ver o ciego? ¿No soy yo, el Señor?
12 Ahora ve: yo te asistiré siempre que hables y te indicaré lo que debes decir".
13 Pero Moisés insistió: "Perdóname, Señor, encomienda a otro esta misión".
14 El Señor se enojó con Moisés y exclamó: "¿Acaso no tienes a tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él tiene facilidad de palabra. Ahora justamente viene a tu encuentro, y al verte se llenará de alegría.
15 Tú le hablarás y harás que sea tu portavoz. Yo los asistiré siempre que ustedes hablen, y les indicaré lo que deben hacer.
16 Él hablará al pueblo en tu nombre; será tu portavoz y tú serás un dios para él.
17 Lleva también en tu mano este bastón, porque con él realizarás los prodigios".

El regreso de Moisés a Egipto
18 Luego Moisés se alejó de allí y al regresar a la casa de Jetró, su suegro, le dijo: "Permíteme volver a Egipto, donde están mis hermanos. Quiero ver si viven todavía". Jetró le respondió: "Puedes ir en paz".
19 El Señor dijo a Moisés en Madián: "Regresa a Egipto, porque ya han muerto todos los que querían matarte".
20 Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los hizo montar en un asno, y emprendió el camino de regreso a Egipto. En su mano llevaba el bastón de Dios.
21 El Señor le dijo: "Mientras regresas a Egipto, considera todos los prodigios que yo te di el poder de realizar: tú los harás delante del Faraón. Pero yo voy a endurecer el corazón del Faraón, y él no dejará salir al pueblo.
22 Entonces tú le dirás: Así habla el Señor: ‘Israel es mi hijo primogénito.
23 Yo te he dicho que dejes partir a mi pueblo, para que me rinda culto. Pero ya que te niegas a hacerlo, castigaré con la muerte a tu hijo primogénito’".

La circuncisión del hijo de Moisés
24 Cuando hizo un alto en el camino para pasar la noche, el Señor lo atacó e intentó matarlo.
25 Pero Sipora tomó un cuchillo de piedra, cortó el prepucio de su hijo, y con él tocó los pies de Moisés diciendo: "Tú eres para mí un esposo de sangre".
26 Y el Señor se apartó de él. Ella había dicho: "esposo de sangre", a causa de la circuncisión.

El encuentro de Moisés con Aarón
27 Mientras tanto, el Señor había dicho a Aarón: "Ve al desierto para encontrarte con Moisés". Aarón partió, y cuando lo encontró en la montaña de Dios, lo besó.
28 Moisés lo informó acerca de la misión que el Señor le había confiado, y de todos los prodigios que le había mandado realizar.
29 Después fueron los dos juntos y reunieron a todos los ancianos de los israelitas.
30 Aarón les expuso las palabras que el Señor había dicho a Moisés, y este realizó los prodigios a la vista del pueblo.
31 El pueblo creyó; y cuando oyeron que el Señor había visitado a los israelitas y había visto su opresión, se postraron en señal de adoración.