jueves, 31 de julio de 2014

Génesis 26

Capítulo 26: Génesis 26

Isaac en Guerar
26 1 Luego, aquella región volvió a padecer hambre –aparte de la que había padecido anteriormente, en tiempos de Abraham – e Isaac se fue a Guerar, donde estaba Abimélec, el rey de los filisteos.
2 El Señor se le apareció y le dijo: "No bajes a Egipto; quédate en el lugar que yo te indicaré.
3 Ahora residirás por un tiempo en este país extranjero, pero yo estaré contigo y te bendeciré. Porque te daré todas estas tierras, a ti y a tu descendencia, para cumplir el juramento que hice a tu padre.
4 Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y le daré todos estos territorios, de manera que por ella se bendecirán todas las naciones de la tierra.
5 Haré esto en premio a la obediencia de Abraham, que observó mis órdenes y mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones".
6 Mientras Isaac estaba en Guerar,
7 la gente del lugar le hacía preguntas acerca de su mujer. Pero él respondía: "Es mi hermana". Tenía miedo de confesar que era su esposa, porque pensaba: "Esta gente es capaz de matarme a causa de Rebeca, que es muy hermosa".
8 Ya hacía bastante tiempo que se encontraba allí, cuando Abimélec, el rey de los filisteos, al mirar por la ventana, vio que Isaac estaba acariciando a su esposa Rebeca.
9 Abimélec lo mandó llamar y le dijo: "No cabe ninguna duda: ella es tu esposa. ¿Cómo dijiste entonces que era tu hermana?". Isaac le respondió: "Porqué pensé que podían matarme a causa de ella".
10 Pero Abimélec replicó: "¿Qué nos has hecho? Faltó poco para que uno de nuestros hombres se acostara con tu mujer, y entonces nos habrías hecho responsables de un delito".
11 Y Abimélec dio esta orden a todo el pueblo: "El que toque a este hombre o a su mujer será condenado a muerte".
12 Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó el ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido.
13 Así se fue enriqueciendo cada vez más, hasta que llegó a ser muy rico.
14 Adquirió ovejas, vacas y una numerosa servidumbre. Y los filisteos le tuvieron envidia.

Los pozos entre Guerar y Berseba
15 Los filisteos taparon y llenaron de tierra todos los pozos, que en tiempos de habían cavado los servidores de su padre.
16 Y Abimélec dijo a Isaac: "Aléjate de nuestro lado, porque tú has llegado a ser mucho más poderoso que nosotros".
17 Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se estableció.
18 En seguida abrió de nuevo los pozos que habían sido cavados en tiempos de su padre, y que los filisteos habían tapado después de la muerte de Abraham, y los llamó con los mismos nombres que les había dado su padre.
19 Pero cuando los servidores de Isaac, que habían estado cavando en el valle, encontraron un manantial,
20 los pastores de Guerar discutieron con los de Isaac, diciendo: "Esta agua es nuestra". Entonces Isaac llamó a ese pozo Esec, que significa "Litigio", porque allí habían litigado con él.
21 Después cavaron otro pozo, y volvió a producirse un altercado a causa de él. Por eso Isaac lo llamó Sitná, que significa "Hostilidad".
22 Luego siguió avanzando, y cavó otro pozo más. Pero esta vez no hubo ningún altercado. Entonces le puso el nombre de Rejobot, que significa "Campo libre", porque dijo: "Ahora el Señor nos ha dejado el campo libre, para que podamos prosperar en esta región".

Renovación de la promesa hecha a Isaac
23 De allí subió a Berseba,
24 y esa misma noche el Señor se le apareció para decirle: "Yo soy el Dios de Abraham, tu padre: no temas, porque estoy contigo. Yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia, por amor a mi servidor".
25 Allí Isaac erigió un altar e invocó el nombre del Señor. En ese lugar estableció su campamento, y sus servidores comenzaron a cavar un pozo.

La alianza de Isaac con Abimélec
26 Mientras tanto, fue a verlo Abimélec, que venía de Guerar junto con Ajuzat, su consejero, y Picol, el jefe de su ejército.
27 Isaac les preguntó: "¿Para qué vienen a verme, si fueron ustedes los que se enemistaron conmigo y me echaron de su lado?".
28 Ellos le respondieron: "Hemos comprobado que el Señor está contigo, y pensamos que entre tú y nosotros debe haber un acuerdo, ratificado con un juramento. Por eso, queremos hacer una alianza contigo:
29 tú no nos harás ningún daño, porque nosotros no te hemos causado ninguna molestia, sino que siempre fuimos amables contigo y te dejamos partir en paz. Tú eres ahora bendecido por el Señor".
30 Isaac les ofreció un banquete, y ellos comieron y bebieron.
31 Al día siguiente, se levantaron de madrugada y se hicieron un juramento mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron como amigos.
32 Aquel mismo día, los servidores de Isaac vinieron a traerles noticias sobre el pozo que habían estado cavando, y le dijeron: "Hemos encontrado agua".
33 Él llamó a ese pozo Sibá, que significa "Juramento". De allí procede el nombre de la ciudad de Berseba hasta el día de hoy.

Las esposas hititas de Esaú
34 Cuando Esaú cumplió cuarenta años, se casó con Judit, hija de Beerí, el hitita, y con Basmat, hija de Elón, el hitita.
35 Ellas fueron una fuente de amargura para Isaac y Rebeca.

¿Por qué no viniste antes?

¿Por qué no viniste antes? (01-08-14)

En las memorias de Hudson Taylor, primer misionero que fue a China, se cuenta el incidente que sigue: Al fin de un culto de predicación del evangelio, se levantó un chino principal y puesto de pie dijo con voz triste:
"Durante años y más años he buscado la verdad, como toda su larga vida mi pobre padre la buscó sin descanso. He viajado mucho, mucho, y he leído todos los libros de Confucio, de Buda, de Taos, y no he logrado hallar descanso. Y hoy, por lo que acabo de oír, siento que, al fin, mi espíritu puede descansar. Desde esta noche yo soy un seguidor de Cristo".
Después, dirigiéndose al misionero, con voz solemne le preguntó lo que por años conmovió y seguirá conmoviendo a los que de veras aman a los pecadores perdidos.
-¿Por cuánto tiempo conocéis las Buenas Nuevas en Inglaterra?
-Por centenares de años -contesta Taylor.
-¡Cómo!... ¿Es posible? -exclamó el chino-, ¡por centenares de años!... ¿Es posible que hayáis conocido a Jesús el Salvador por tanto tiempo y hasta ahora no nos lo hayáis hecho conocer a nosotros? Mi pobre padre buscó la Verdad por muchos años... y murió sin hallarla. ¡Oh! ¿Por qué no vinisteis más pronto, por qué no vinisteis antes?
He aquí el grito de todos los que ignoran "las buenas nuevas de salud".
¡Cuán triste es confesar que las tres cuartas partes de los creyentes en Cristo, salvos por su gracia, están callados y no dicen a los demás lo que otros les anuncian a ellos mismos: Que en Cristo hay salvación eterna ahora mismo!
Tenemos como cristianos un compromiso. Compartir la verdad de Dios con todos aquellos que no la tienen. No es una opción, es una Comisión.
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado. Marcos 16:15,16
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Romanos 10:14

Evangelio del Viernes 01 de Agosto

Día Litúrgico: Viernes XVII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,54-58): En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.

Comentario: Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

«Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio»

Hoy, como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva a creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: ‘¿Por qué Él y no yo?’». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.
Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?
Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de “predicar” a los de casa.
San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura: ‘Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio’ (Mt 13,57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos.

31 de Julio - Fabio el Portaestandarte

Fabio el Portaestandarte, Santo
Mártir, 31 de Julio

Martirologio Romano: En Cesárea de Mauritania, san Fabio, mártir, que, por haberse negado a llevar la bandera del gobernador en una junta de la provincia, fue encarcelado y, como permaneciese fiel en la confesión de Cristo, condenado a muerte por el juez (303/304).
Etimología: Fabio = el que cultiva las habas. Viene de la lengua latina.

Fabio fue un mártir del siglo IV. Era un cristiano y un militar en el ejército imperial. Todo un grave problema para su conciencia.
El dilema que se le planteaba era el siguiente: ¿se puede ser creyente y soldado a la vez? El hecho de ser militar no implicaba que no se pudiese practicar y vivir la fe en Cristo.
En el caso de Fabio, soldado cristiano en Mauritania, África, diríamos que es único. En una reunión militar hubo un desfile de las legiones que eran elegidas entre los soldados más valientes. Fabio, como cristiano, rechazó aquellos honores e insignias.
¿Por qué rechazó las insignias?
Porque llevaban las efigies de los emperadores Diocleciano y Maximiliano. Eran imágenes que intentaban divinizar a estos dos jefes supremos del imperio. Una vez que se dieron cuenta de que no tomaba parte en la parada militar, lo llevaron a la cárcel. La policía militar lo sometió a un juicio severo. Los tribunales ordenaron que se le diese muerte por desacato a la autoridad. Murió en Cesárea de Mauritania.

miércoles, 30 de julio de 2014

Génesis 25

Capítulo 25: Génesis 25

Los otros hijos de Jacob 
25 1 se casó con otra mujer, llamada Queturá,
2 y esta le dio varios hijos: Zimrán, Iocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj.
3 Iocsán fue padre de Sebá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asuritas, los letusíes y los leumíes.
4 Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de Queturá.
5 legó todos sus bienes a Isaac.
6 También hizo regalos a los hijos de sus otras mujeres, pero mientras vivía, los apartó de su hijo Isaac, enviándolos hacia el este, a las regiones orientales.

La muerte de Jacob
7 vivió ciento setenta y cinco años.
8 Murió a una edad muy avanzada, feliz y cargado de años, y fue a reunirse con los suyos.
9 Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la caverna de Macpelá, en el campo de Efrón, hijo de Sójar, el hitita, que está frente a Mamré.
10 Es el campo que había comprado a los descendientes de Het. Allí fueron enterrados él y su esposa Sara.
11 Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo a su hijo Isaac, y este se estableció cerca del pozo de Lajai Roí.

Los descendientes y la muerte de Ismael
12 Esta es la descendencia de Ismael –el hijo que Agar, la sirvienta egipcia de Sara, dio a
13 con los nombres de cada uno de sus hijos, según el orden de su nacimiento: Nebaiot, el primogénito de Ismael; luego Quedar, Abdeel, Mibsám,
14 Mismá, Dumá, Masá,
15 Jadad, Temá, Ietur, Nafis y Quedmá.
16 Estos son los hijos de Ismael: doce jefes de otras tantas tribus, que dieron sus nombres al lugar donde habitaron y a sus respectivos campamentos.
17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al cabo de ellos murió, y fue a reunirse con los suyos.
18 Sus descendientes habitaron desde Javilá de Sur, que está cerca de Egipto, hasta Asur. Y cada uno de ellos realizó incursiones contra todos sus hermanos.

ISAAC Y JACOB
En las tradiciones sobre la vida de los Patriarcas, Isaac no tiene rasgos tan bien perfilados. Él aparece casi siempre en un segundo plano, al lado de su padre o de su hijo. Todo su destino parece estar resumido en el feliz matrimonio con Rebeca, la esposa que el Señor le había preparado para asegurar el cumplimiento de las promesas hechas a Jacob, el tercero de los Patriarcas, es el prototipo del luchador astuto, ambicioso y tenaz. La tradición lo presenta primero en la casa paterna, con su hermano Esaú, después en Mesopotamia, junto a su suegro Labán y a sus esposas Raquel y Lía, y luego otra vez con Esaú, en la Transjordania. En su casa paterna, suplanta a su hermano robándole el derecho a la primogenitura y la bendición paterna; en Mesopotamia, acumula una enorme fortuna a expensas de su suegro. Cuando regresa a Canaán para salvar su vida y sus bienes, lucha con Dios cuerpo a cuerpo y lo obliga a bendecirlo. Esta bendición está asociada a un cambio de nombre, que implica un cambio de misión en la vida. En adelante, él no se llamará más Jacob, sino Israel, convirtiéndose así en padre del Pueblo elegido. Más tarde, colmado de hijos y riquezas, se radica en el centro mismo de la Tierra prometida, entre Siquém y Betel.
En la azarosa vida de Jacob, se pone en evidencia la libertad con que Dios elige los instrumentos para la realización de sus designios. El misterio de la elección divina escapa a todos los cálculos y criterios humanos, como lo recuerda san Pablo en su Carta a los Romanos (Rom. 9. 10-13).

El nacimiento de Esaú y de Jacob
19 Esta es la descendencia de Isaac, el hijo de Abraham, fue padre de Isaac,
20 el cual, a los cuarenta años, se casó con Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Padán Arám, y hermana de Labán, el arameo.
21 Isaac oró al Señor por su esposa, que era estéril. El Señor lo escuchó, y su esposa Rebeca quedó embarazada.
22 Como los niños se chocaban el uno contra el otro dentro de su seno, ella exclamó: "Si las cosas tienen que ser así, ¿vale la pena seguir viviendo?". Entonces fue a consultar al Señor,
23 y él le respondió: "En tu seno hay dos naciones, dos pueblos se separan desde tus entrañas: uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor".
24 Cuando llegó el momento del parto, resultó que había mellizos en su seno.
25 El que salió primero era rubio, y estaba todo cubierto de vello, como si tuviera un manto de piel. A este lo llamaron Esaú.
26 Después salió su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú. Por ello lo llamaron Jacob. Cuando nacieron, Isaac tenía sesenta años.

Esaú vende su derecho de hijo primogénito
27 Los niños crecieron. Esaú se convirtió en un hombre agreste, experto en la caza. Jacob, en cambio, era un hombre apacible y apegado a su carpa.
28 Isaac quería más a Esaú, porque las presas de caza eran su plato preferido; pero Rebeca sentía más cariño por Jacob.
29 En cierta ocasión, Esaú volvió exhausto del campo, mientras Jacob estaba preparando un guiso.
30 Esaú dijo a Jacob: "Déjame comer un poco de esa comida rojiza, porque estoy extenuado". Fue por eso que se dio a Esaú el nombre de Edóm.
31 Pero Jacob le respondió: "Dame antes tu derecho de hijo primogénito".
32 "Me estoy muriendo", dijo Esaú. "¿De qué me servirá ese derecho?".
33 Pero Jacob insistió: "Júramelo antes". Él se lo juró y le vendió su derecho de hijo primogénito.
34 Jacob le dio entonces pan y guiso de lentejas. Esaú comió y bebió; después se levantó y se fue. Así menospreció Esaú el derecho que le correspondía por ser el hijo primogénito.

Solté las maletas y ahora descanso

Solté las maletas y ahora descanso (31-07-14)

Me cansé de cargar maletas y las solté y ahora...
Descanso de la carga de un dios inferior. ¿Por qué? Porque yo he encontrado al Señor.
Descanso de hacer las cosas a mi manera. ¿Por qué? Porque Él es mi pastor.
Descanso de los deseos interminables. ¿Por qué? Porque nada me faltará.
Descanso de la fatiga. ¿Por qué? Porque Él me hace descansar.
Descanso de la preocupación. ¿Por qué? Porque Él me guía.
Descanso de la desesperanza. ¿Por qué? Porque Él confortará mi alma.
Descanso de la culpa. ¿Por qué? Porque Él me guía por sendas de justicia.
Descanso de la arrogancia. ¿Por qué? Por amor de su nombre.
Descanso del temor a la muerte. ¿Por qué? Porque Él estará conmigo
Descanso de la sombra de la aflicción. ¿Por qué? Porque Él me guía.
Descanso del temor. ¿Por qué? Porque su presencia me conforta.
Descanso de la soledad. ¿Por qué? Porque Él está conmigo.
Descanso de la vergüenza ¿Por qué? Porque Él ha preparado mesa para mí en presencia de mis angustiadores.
Descanso de las desilusiones ¿Por qué? Porque Él me unge.
Descanso de la envidia. ¿Por qué? Porque mi copa rebosa.
Descanso de las dudas. ¿Por qué? Porque Él me sigue.
Descanso de la nostalgia ¿Por qué? Porque moraré en la casa del Señor por siempre.
Y mañana, cuando por hábito tome su equipaje, déjelo en el suelo nuevamente. Vuelva a dejarlo una y otra vez, hasta ese dulce día en que ya no lo levantará.
El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Salmo 23:1-3

Evangelio del Jueves 31 de Julio

Día Litúrgico: Jueves XVII (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

Comentario: Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell (Agullana, Girona, España)

«Recogen en cestos los buenos y tiran los malos»

Hoy, el Evangelio constituye una llamada vital a la conversión. Jesús no nos ahorra la dureza de la realidad: «Saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego» (Mt 13,49-50). ¡La advertencia es clara! No podemos quedarnos dormidos.
Ahora debemos optar libremente: o buscamos a Dios y el bien con todas nuestras fuerzas, o colocamos nuestra vida en el precipicio de la muerte. O estamos con Cristo o estamos contra Él. Convertirse significa, en este caso, optar totalmente por pertenecer a los justos y llevar una vida digna de hijos. Sin embargo, tenemos en nuestro interior la experiencia del pecado: vemos el bien que deberíamos hacer y en cambio obramos el mal; ¿cómo intentamos dar una verdadera unidad a nuestras vidas? Nosotros solos no podemos hacer mucho. Sólo si nos ponemos en manos de Dios podremos lograr hacer el bien y pertenecer a los justos.
«Por el hecho de no estar seguros del tiempo en que vendrá nuestro Juez, debemos vivir cada jornada como si nos tuviera que juzgar al día siguiente» (San Jerónimo). Esta frase es una invitación a vivir con intensidad y responsabilidad nuestro ser cristiano. No se trata de tener miedo, sino de vivir en la esperanza este tiempo que es de gracia, alabanza y gloria.
Cristo nos enseña el camino de nuestra propia glorificación. Cristo es el camino del hombre, por tanto, nuestra salvación, nuestra felicidad y todo lo que podamos imaginar pasa por Él. Y si todo lo tenemos en Cristo, no podemos dejar de amar a la Iglesia que nos lo muestra y es su cuerpo místico. Contra las visiones puramente humanas de esta realidad es necesario que recuperemos la visión divino-espiritual: ¡nada mejor que Cristo y que el cumplimiento de su voluntad!