jueves, 30 de abril de 2015

I Reyes 8

I Reyes 8: Capítulo 8

La Dedicación del Templo: el traslado del Arca (2 Crónicas 5:2-10)
1 Entonces Salomón reunió junto a él en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión.
2 Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním –el séptimo mes– durante la Fiesta.
3 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca,
4 y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes y los levitas.
5 Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular.
6 Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa –el Santo de los santos– bajo las alas de los querubines.
7 Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y resguardaban por encima el Arca y sus andas.
8 Las andas eran tan largas que sus extremos se veían desde el Santo, por delante del lugar santísimo, aunque no se las veía desde afuera. Allí han estado hasta el día de hoy.
9 En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto.
La Gloria del Señor en el Templo (2 Crónicas 5:11–6:2)
10 Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor,
11 de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa.
12 Entonces Salomón dijo: «El Señor ha decidido habitar en la nube oscura.
13 Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío, un lugar donde habitarás para siempre».
Alocución de Salomón al pueblo (2 Crónicas 6:3-11)
14 Después el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras esta permanecía de pie.
15 El dijo: «Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David, cuando le dijo:
16 «Desde el día en que hice salir de Egipto a mi pueblo Israel, no había elegido ninguna ciudad, entre todas las tribus de Israel, para que allí se edificara una Casa donde residiera mi Nombre, sino que elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel».
17 Mi padre David pensó edificar una Casa para el Nombre del Señor, el Dios de Israel.
18 Pero el Señor dijo a mi padre David: «Tú has pensado edificar una Casa para mi Nombre, y has hecho bien al pensar así.
19 Sin embargo, no serás tú el que edificará la Casa, sino un hijo nacido de tus entrañas; él construirá la Casa para mi Nombre».
20 Y el Señor cumplió la palabra que había dicho: yo he sucedido a mi padre David, y me he sentado en el trono de Israel, como lo había dicho el Señor. Yo edifiqué la Casa para el Nombre del Señor,
21 y allí he asignado un lugar para el Arca, donde se encuentra la Alianza que el Señor concluyó con nuestros padres cuando los hizo salir del país de Egipto».
La súplica de Salomón (2 Crónicas 6:12-40)
22 Salomón se puso ante el altar del Señor, frente a toda la asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo
23 y dijo: «Señor, Dios de Israel, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando caminan delante de ti de todo corazón.
24 Tú has cumplido, en favor de mi padre David, la promesa que le habías hecho, y hoy mismo has realizado con tu mano lo que había dicho tu boca.
25 Y ahora, Señor, Dios de Israel, cumple en favor de tu servidor David, mi padre, la promesa que le hiciste, diciendo: «Nunca te faltará un descendiente que esté sentado delante de mí en el trono de Israel, con tal que tus hijos vigilen su conducta, caminando en mi presencia como has caminado tú».
26 Y ahora, Dios de Israel, que se verifique la promesa que hiciste a mi padre, tu servidor David.
27 Pero ¿es posible que Dios habite realmente en la tierra? Si el cielo y lo más alto del cielo no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo he construido!
28 No obstante, Señor, Dios mío, vuelve tu rostro hacia la oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu servidor.
29 Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre el lugar del que tú dijiste: «Allí residirá mi Nombre». ¡Escucha la oración que tu servidor dirige hacia este lugar!
30 ¡Escucha la súplica y la oración que tu servidor y tu pueblo Israel dirijan hacia este lugar! ¡Escucha desde tu morada en el cielo, escucha y perdona!
31 Cuando un hombre peque contra su prójimo, si se lo obliga a prestar el juramento imprecatorio, y él viene a pronunciar la imprecación ante tu altar, en esta Casa,
32 escucha tú desde el cielo, actúa y juzga a tus servidores: condena al culpable, dándole su merecido, y absuelve al inocente, tratándolo según su justicia.
33 Cuando tu pueblo Israel sea derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, si ellos se vuelven hacia ti y celebran tu Nombre, si oran y te suplican en esta Casa,
34 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tu pueblo Israel y tráelo de nuevo a la tierra que diste a sus padres.
35 Cuando se cierre el cielo y no haya lluvia, porque ellos pecaron contra ti, si oran hacia este lugar, si celebran tu Nombre y se convierten de su pecado, porque tú los humillaste,
36 escucha tú desde el cielo: perdona el pecado de tus servidores y de tu pueblo Israel, mostrándoles el buen camino que deben seguir, y envía lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
37 Cuando haya hambre en el país, o haya peste, quemazón o plaga en los sembrados, langosta o pulgón; cuando el enemigo lo tenga sitiado en alguna de sus ciudades, o sobrevenga un flagelo o epidemia,
38 cualquiera sea la oración o la súplica que te dirija un miembro de tu pueblo Israel, sintiéndose tocado en su corazón y con las manos extendidas hacia esta Casa,
39 escúchalas tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas; escucha y actúa: trátalo a cada uno según su conducta, tú que conoces su corazón, porque sólo tú conoces el corazón de todos los humanos.
40 Así los israelitas sentirán temor de ti mientras vivan en el suelo que diste a sus padres.
41 También al extranjero, que no pertenezca a tu pueblo Israel, y llegue de un país lejano a causa de tu Nombre
42 –porque se oirá hablar de tu gran Nombre, de tu mano poderosa y de tu brazo extendido– cuando él venga a orar hacia esta Casa,
43 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede al extranjero todo lo que te pida. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre, sentirán temor de ti cómo tu pueblo Israel, y sabrán que esta Casa, que yo he construido, es llamada con tu Nombre.
44 Cuando tu pueblo salga a combatir contra su enemigo, por el camino que tú le señales, si ellos oran al Señor y vueltos hacia la ciudad que tú has elegido y hacia la Casa que yo edifiqué para tu Nombre,
45 escucha tú desde el cielo esa oración y esa súplica, y hazles justicia.
46 Cuando pequen contra ti –porque no hay hombre que no peque– y tú, irritado contra ellos, los pongas a merced del enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a un país enemigo, próximo o lejano,
47 si en el país al que han sido deportados reflexionan y se convierten, si en el país de sus vencedores te suplican, diciendo: «¡Hemos pecado, somos culpables, hemos cometido el mal!»;
48 si en el país de los enemigos que los hayan deportado se vuelven hacia ti de todo corazón y con toda el alma, si te suplican en dirección al país que diste a sus padres, a la ciudad que tú has elegido y a la Casa que yo edifiqué para tu Nombre,
49 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, esa oración y esa súplica y hazles justicia:
50 perdona a tu pueblo los pecados que haya cometido contra ti y todas las rebeldías de las que se hizo culpable; concédeles que sus enemigos se compadezcan de ellos,
51 porque son tu pueblo y tu herencia, la que tú hiciste salir de Egipto, del horno de fuego.
52 Que tus ojos estén abiertos a la súplica de tu servidor y de tu pueblo Israel, para escucharlos cada vez que te invoquen,
53 porque tú los separaste para ti de entre todos los pueblos, a fin de que fueran tu herencia, como lo dijiste tú mismo, Señor, por medio de tu servidor Moisés, cuando hiciste salir de Egipto a nuestros padres».
La bendición de Salomón a la asamblea
54 Cuando Salomón terminó de dirigir al Señor toda esta oración y esta súplica, se levantó de delante del altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo.
55 Y puesto de pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea de Israel, diciendo:
56 «¡Bendito sea el Señor, que ha dado a su pueblo el descanso, conforme a todo lo que había dicho! No ha caído por tierra ninguna de las promesas que él hizo por medio de tu servidor Moisés.
57 ¡Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros como lo estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace!
58 ¡Que incline nuestro corazón hacia él, para que vayamos por todos sus caminos y observemos sus mandamientos, sus preceptos y sus leyes, que él dio a nuestros padres!
59 Que estas súplicas que yo he pronunciado en presencia del Señor, nuestro Dios, estén presentes ante él día y noche, para que haga justicia a su servidor y a su pueblo Israel, según la necesidad de cada día.
60 Así sabrán todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios, y no hay otro;
61 y el corazón de ustedes pertenecerá íntegramente al Señor, nuestro Dios, para caminar según sus preceptos y observar sus mandamientos, como en el día de hoy».
Los sacrificios de la Dedicación del Templo (2 Crónicas 7:4-10)
62 El rey, y con él todo Israel, ofrecieron sacrificios delante del Señor.
63 Salomón inmoló, como sacrificios de comunión en honor del Señor, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil carneros. Así, el rey y todos los israelitas dedicaron la Casa del Señor.
64 Aquel día, el rey consagró el centro del atrio que está delante de la Casa del Señor, ofreciendo allí el holocausto, la oblación y la grasa de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que está delante del Señor resultaba demasiado pequeño para contener los holocaustos, las oblaciones y la grasa de los sacrificios de comunión.
65 En aquella ocasión, Salomón, y con él todo Israel, celebró la Fiesta delante del Señor, nuestro Dios, durante siete días. Se congregó una gran asamblea, venida desde la Entrada de Jamat hasta el Torrente de Egipto.
66 Al octavo día, Salomón despidió al pueblo. Ellos bendijeron al rey y se fueron a sus campamentos, con el corazón desbordante de alegría por todo el bien que el Señor había hecho a su servidor David y a su pueblo Israel.

¿Adicto a las redes sociales?

¿Adicto a las redes sociales? (01-05-15)

¿Qué es la adicción virtual? ¿Tú crees que eres adicto a las redes sociales?
La Psicoterapeuta Dra. María Antonieta Velazco nos habla de que es la adicción a las redes sociales y como combatirlo con la ayuda de Dios.
Mucha gente usa las redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram por horas chequeando sus notificaciones, sus fotos y lo que hacen los demás. ¿La razón? La doctora nos dice que es por la necesidad de relacionarnos para tener una aprobación para adquirir valor. Las redes han sido una buena fuente de comunicación para conectarte con amigos pero también existen efectos secundarios. El estar frente a nuestro teléfono viendo las aplicaciones por horas puede implicar una adicción.
La adicción nos lleva a buscar aceptación a través de los comentarios que recibimos y ver cuánto la gente aprieta “me gusta” en cada publicación. La preocupación de lo que piensa la gente y que ve en tu página nos puede alejar de nuestro tiempo con Dios. Y nos hace dependientes del afecto de los demás, más que del valor que Dios nos da. Entonces el ser adictos a las redes no solo sirve para quitarle a Dios el primer lugar sino, también para afectar nuestras actividades diarias haciéndonos menos productivos en el trabajo o la escuela, o ausentes en nuestras relaciones interpersonales.
La mejor forma de combatir esta adicción es hablar con un consejero en tu iglesia para acercarte más a Dios. También tenemos que orar a nuestro Señor para que nos ayude a  valorarnos más, en vez de buscar la aceptación de la gente. El mejor remedio es aceptarte a ti mismo porque Dios te valora a ti. JR

Evangelio del Viernes 01 de Mayo

Día Litúrgico: Viernes IV (B) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 14,1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».

Comentario: Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca (Les Fonts del Vallès, Barcelona, España)

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí»

Hoy, en este Viernes IV de Pascua, Jesús nos invita a la calma. La serenidad y la alegría fluyen como un río de paz de su Corazón resucitado hasta el nuestro, agitado e inquieto, zarandeado tantas veces por un activismo tan enfebrecido como estéril.
Son los nuestros los tiempos de la agitación, el nerviosismo y el estrés. Tiempos en que el Padre de la mentira ha inficionado las inteligencias de los hombres haciéndoles llamar al bien mal y al mal bien, dando luz por oscuridad y oscuridad por luz, sembrando en sus almas la duda y el escepticismo que agostan en ellas todo brote de esperanza en un horizonte de plenitud que el mundo con sus halagos no sabe ni puede dar.
Los frutos de tan diabólica empresa o actividad son evidentes: enseñoreado el “sinsentido” y la pérdida de la trascendencia de tantos hombres y mujeres, no sólo han olvidado, sino que han extraviado el camino, porque antes olvidaron el Camino. Guerras, violencias de todo género, cerrazón y egoísmo ante la vida (anticoncepción, aborto, eutanasia...), familias rotas, juventud “desnortada”, y un largo etcétera, constituyen la gran mentira sobre la que se asienta buena parte del triste andamiaje de la sociedad del tan cacareado “progreso”.
En medio de todo, Jesús, el Príncipe de la Paz, repite a los hombres de buena voluntad con su infinita mansedumbre: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí» (Jn 14,1). A la derecha del Padre, Él acaricia como un sueño ilusionado de su misericordia el momento de tenernos junto a Él, «para que donde esté yo estéis también vosotros» (Jn 14,3). No podemos excusarnos como Tomás. Nosotros sí sabemos el camino. Nosotros, por pura gracia, sí conocemos el sendero que conduce al Padre, en cuya casa hay muchas estancias. En el cielo nos espera un lugar, que quedará para siempre vacío si nosotros no lo ocupamos. Acerquémonos, pues, sin temor, con ilimitada confianza a Aquél que es el único Camino, la irrenunciable Verdad y la Vida en plenitud.

30 de Abril - María de la Encarnación Guyart

María de la Encarnación Guyart, Santa
Viuda y Religiosa, Madre de la Iglesia Católica en Canadá, 30 de Abril

Martirologio Romano: En Quebec, en Canadá, santa María de la Encarnación Guyart Martin, la cual, siendo madre de familia, después de la muerte de su esposo confió a su hijo, aún pequeño, a los cuidados de su hermana e, ingresando en las Ursulinas, estableció la primera casa de este Instituto en Canadá, distinguiéndose por su actividad (1672).
Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.
Fecha de canonización: Culto universal confirmado el 2 de abril de 2014, por S.S. el Papa Francisco.

Francesa, nació en 1599 María Guyart, de familia humilde, en Tours, y a pesar de sentir muy pronto la vocación religiosa, fue en 1617 dada en matrimonio al comerciante Claudio Martin, que murió a los dos años, dejándole un hijo, también llamado Claudio. Y aunque todavía hubo de trabajar un tiempo como administradora de una empresa de su cuñado, ya en 1621 hizo voto de virginidad perpetua.
En esos mismos años, de trabajos y ajetreos, tuvo notables visiones de la Trinidad y del Verbo encarnado, recibiendo en 1627 la gracia mística del matrimonio espiritual. En 1631 ingresó, por fin, en las Ursulinas de Tours, en donde su vida mística alcanzó más altos vuelos. Tomó el nombre de María de la Encarnación.
En 1639, con la joven María de San José, pasó a América para fundar en Quebec (Canadá). Guardando allí clausura conventual, fue desde entonces el alma de las misiones en la Nueva Francia. Son años de altísima vida mística, reflejada en admirables escritos y en miles de cartas. María de la Encarnación, en medio de guerras y revueltas, incertidumbres y martirios, avances misionales y retrocesos, fue como el corazón de la Iglesia naciente, ayudando a unos, aconsejando a otros, y animando a todos.
Para entrar mejor en la vida misional, aprendió pronto las lenguas nativas, el iroqués, el montañés, el algonquino y el hurón, hasta el punto de que compuso diccionarios y catecismos. Uniendo a la oración y a la penitencia su palabra encendida, convertía con la gracia de Dios a las personas, llamándolas a perfección. Su mismo hijo Claudio llegó a ser un excelente benedictino, y escribió más tarde la biografía de su madre (París 1677).
En una ocasión confesaba la santa: "Gracias a la bondad de Dios, nuestra vocación y nuestro amor por los indígenas jamás han disminuido. Yo los llevo en mi corazón e intento, muy dulcemente, mediante mis oraciones, ganarlos para el cielo. Existe siempre en mi alma un deseo constante de dar mi vida por su salvación" (Herencia 528).
María de la Encarnación murió en 1672 con gran fama de santidad. Declarada venerable en 1911, fue beatificada el 22 de junio 1980, como «Madre de la Iglesia católica en el Canadá», por S.S. Juan Pablo II.

miércoles, 29 de abril de 2015

I Reyes 7

I Reyes 7: Capítulo 7

La construcción del palacio real
1 Salomón edificó también su casa, y tardó trece años en terminarla.
2 Construyó la sala llamada Bosque del Líbano, que medía cincuenta metros de largo, veinticinco de ancho y quince de alto. Estaba asentada sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con tirantes de cedro sobre las columnas.
3 En la parte superior, sobre los travesaños que había sobre las columnas –a razón de quince por cada hilera–, tenía un revestimiento de cedro.
4 Había además tres hileras de ventanas con marcos, dispuestas simétricamente una frente a otra, de tres en tres.
5 Todas esas aberturas y sus montantes eran de forma cuadrangular, y estaban una frente a otra, de tres en tres.
6 El hizo también el Pórtico de las columnas, de veinticinco metros de largo por quince de ancho, y delante de él un vestíbulo con columnas y un alero sobre la fachada.
7 Hizo la sala del trono donde administraba justicia –la Sala del juicio –que estaba revestida de cedro desde el suelo hasta los postes del artesonado.
8 Su residencia personal, que daba al otro atrio, retirado del Pórtico, estaba construida en un estilo semejante. Y también hizo una casa, parecida a ese Pórtico, para la hija del Faraón con la que se había casado.
9 Todas estas construcciones estaban hechas con piedras seleccionadas, talladas a medida, cortadas con la sierra tanto del lado interior como del exterior, y esto, desde los cimientos hasta las cornisas y, por fuera, hasta el patio grande.
10 También los cimientos eran de piedras seleccionadas, grandes piedras de cinco y cuatro metros.
11 Sobre los cimientos, había piedras seleccionadas, talladas a medida, y madera de cedro.
12 El patio grande tenía a su alrededor tres hileras de piedras talladas y una hilera de tablas de cedro, iguales a las del atrio interior de la Casa del Señor y a las del vestíbulo de la Casa.
La ornamentación y el mobiliario del Templo: Jirám el orfebre
13 El rey Salomón mandó a buscar a Jirám de Tiro,
14 el hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, un natural de Tiro, había sido artesano del bronce, y él mismo estaba dotado de una gran habilidad, inteligencia y destreza para ejecutar toda clase de trabajos en bronce. Jirám se presentó ante el rey Salomón y ejecutó todos los trabajos que él le encomendó.
Las columnas de bronce (2 Crónicas 3:15-17)
15 Jirám modeló las dos columnas de bronce. La altura de una columna era de nueve metros y un hilo de seis metros medía su contorno. La segunda columna era idéntica a la primera.
16 El hizo además dos capiteles para colocarlos arriba de las columnas; estos eran de bronce fundido. La altura del primer capital era de dos metros y medio, y el segundo tenía la misma altura.
17 Hizo unas molduras en forma de red y frisos en forma de guirnaldas para los capiteles que estaban encima de las columnas; siete para el primer capital y siete para el segundo.
18 Hizo también las granadas: puso dos hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel.
19 Los capitales que estaban encima de las columnas, en el vestíbulo del templo, tenían una moldura en forma de azucena y medían dos metros.
20 En los capiteles superpuestos a las dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras circulares, sobre los dos capitales.
21 El erigió esas columnas junto al vestíbulo del Templo: erigió la columna derecha, y la llamó Iaquín; erigió también la columna izquierda, y la llamó Boaz.
22 En lo alto de las columnas había una moldura en forma de azucena. Así quedó concluido el trabajo de las columnas.
El Mar de bronce (2 Crónicas 4:2-5)
23 El hizo además el Mar de metal fundido, que medía cinco metros de diámetro y tenía forma circular; su altura era de dos metros y medio, y una cuerda de quince metros medía su circunferencia.
24 Debajo del borde, todo alrededor, tenía una orla de coloquíntidas –diez frutos cada medio metro– que rodeaban todo el contorno del Mar; había dos hileras de frutos, fundidos con el Mar en una sola pieza.
25 El Mar estaba asentado sobre doce toros, tres vueltos hacia el norte, tres hacia el oeste, tres hacia el sur y tres hacia el este. El Mar se elevaba por encima de ellos, que estaban con sus partes traseras vueltas hacia el interior.
26 Su espesor medía un palmo, y su borde tenía forma de copa, semejante al cáliz de una azucena. Su capacidad era de unos setenta mil litros.
Los soportes movibles para los recipientes de bronce
27 El hizo también los soportes de bronce. Cada soporte tenía dos metros de largo, dos de ancho y uno y medio de alto.
28 Estaban hechos de la siguiente manera: tenían unos paneles encuadrados en un armazón;
29 sobre esos paneles había figuras de leones, de toros y de querubines, y lo mismo sobre el armazón. Tanto arriba como abajo de los leones y toros había unos adornos en bajorrelieve.
30 Cada soporte tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes también de bronce, y refuerzos en sus cuatro patas. Estos refuerzos estaban fundidos debajo de los recipientes de agua, sobre el lado opuesto a los bajorrelieves.
31 La abertura para los recipientes estaba dentro de un círculo en forma de corona,, que sobresalía medio metro; la abertura era redonda, hecha en forma de zócalo, y medía setenta y cinco centímetros. También el borde de la abertura estaba adornado con figuras esculpidas. Sus paneles eran cuadrados, no redondos.
32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los paneles, y los ejes de las ruedas estaban unidos a los soportes. La altura de cada rueda era de setenta y cinco centímetros.
33 Las ruedas estaban hechas como una rueda de carro. Sus ejes, sus llantas, sus rayos y sus cubos eran todos de metal fundido.
34 Había cuatro refuerzos en los cuatro ángulos de cada soporte, formando un mismo cuerpo con él.
35 Arriba del soporte había una pieza circular, de veinticinco centímetros de alto, formando un solo cuerpo con las manijas y paneles del soporte.
36 Sobre las planchas, las manijas y los paneles, Jirám grabó querubines, leones y palmeras, dondequiera había un espacio libre, con bajorrelieves alrededor.
37 Fue así como él hizo los diez soportes: cada uno con el mismo metal, la misma dimensión y el mismo diseño.
38 Además, hizo diez recipientes de bronce, con una capacidad de mil ochocientos litros cada uno. Cada recipiente medía dos metros, y había un recipiente sobre cada uno de los diez soportes.
39 Luego colocó los soportes, cinco al lado derecho de la Casa y cinco al lado izquierdo. En cuanto al Mar, lo colocó al lado derecho de la Casa, hacia el sudeste.
Los otros utensilios del Santuario (2 Crónicas 4:11–5:1)
40 Jirám hizo también las ollas, las palas y los aspersorios. Así terminó todo el trabajo que debía hacer para el rey Salomón en la Casa del Señor:
41 las dos columnas, las dos esferas de los capiteles que remataban las columnas, las dos redes para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas;
42 las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas para cada red, a fin de cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas;
43 los diez soportes y los diez recipientes sobre los soportes;
44 el Mar único y los doce toros que estaban debajo de él;
45 las ollas, las palas y los aspersorios. Todos esos objetos que hizo Jiram para el rey Salomón, en la Casa del Señor, eran de bronce bruñido.
46 Los fundió en la región del Jordán, sobre el suelo arcilloso, entre Sucot y Sartán.
47 A causa de su gran cantidad, no se pudo calcular el peso del bronce.
48 Salomón mandó hacer asimismo todos los objetos que estaban en la Casa del Señor: el altar de oro y la mesa sobre la que se ponía el pan de la ofrenda, hecha también de oro;
49 los candelabros, cinco a la derecha y cinco a la izquierda, delante del lugar santísimo, también de oro fino, con sus cálices, sus lámparas y sus pinzas de oro;
50 las navetas, los cuchillos, los aspersorios, las tazas y los incensarios de oro fino; los goznes de oro para las puertas del recinto interior –el Santo de los Santos– y para las puertas de la nave central.
51 Así fue terminado todo el trabajo que hizo el rey Salomón en la Casa del Señor. Salomón llevó todas las ofrendas que había consagrado su padre David: la plata, el oro y los demás utensilios, y los depositó en los tesoros de la Casa del Señor.