viernes, 30 de septiembre de 2016

01 de Octubre - Eduardo Campion

Eduardo Campion, Santo y beatos compañeros mártires
Mártires en Inglaterra, 01 de Octubre

Martirologio Romano: En Canterbury, en Inglaterra, san Geraldo Edwards, presbítero y mártir, en cual fue ordenado en Francia y, al regresar a su patria, en la persecución durante el reinado de Isabel I, después de un largo encarcelamiento consumó su martirio en el patíbulo. Con él fueron martirizados los presbíteros beatos Roberto Wilcox y Cristóbal Buxton, por su condición sacerdotal, y el beato Roberto Widmerpool, por ayudar a un sacerdote (1588).

El 1 de octubre se recuerda a los mártires que sufrieron en Londres al desatarse la persecución de julio de 1588, como consecuencia, o mejor dicho represalia, de la alarma provocada por las amenazas de invasión de la española y cristiana Armada Invencible. En octubre de ese año hubo una serie de ejecuciones en las provincias: cuatro católicos fueron martirizados en Canterbury: 

San Eduardo Campion (Geraldo Edwards): Nació en 1552 en Ludlow, Shropshire, en el seno de una buena familia. Pasó dos años en el Jesús College, de Oxford. Cuando se hallaba al servicio de Gregory, décimo Lord Dacre de el South, se reconcilió con la Iglesia de la que se había alejado. Fue a estudiar a Reims a donde llegó el 22 de Febrero de 1586, allí donde tomó el nombre de Campion. Fue ordenado subdiácono en Laon, el 18 de Septiembre, diácono en, el 19 de diciembre del mismo año, y sacerdote a principios del año siguiente, en Cuaresma, siendo adjudicado a la Diócesis de Canterbury. Inmediatamente volvió a Inglaterra, siendo arrestado el 18 de marzo de 1587 en Sittingbourne, siendo encarcelado primero en Newgate y luego en Marshalsea. Murió mártir por no querer renegar de la fe, en 1588.
Beato Roberto Wilcox: nació en Chester en 1558. Hizo sus estudios sacerdotales en Reims, a donde llegó el 12 de agosto de 1583. Recibió la tonsura y las órdenes menores el 23 de septiembre del año siguiente. Fue ordenado subdiácono el 16 de marzo, diácono el 5 o 6 de abril, y sacerdote el 20 de abril de 1585, recibiendo todas estas órdenes en Reims. Fue enviado a la misión inglesa el 7 de enero de 1586. Empezó a trabajar en Kent; pero ese mismo año fue arrestado y encarcelado en Marshalsea. Condenado a muerte, fue ahorcado, arrastrado y descuartizado en las afueras de Canterbury, en el sitio llamado Oaten Hill.
Cristóbal Buxton: nació en Tideswell, Derbyshire. Tuvo como profesor en la escuela al Venerable Nicolás Garlick e hizo sus estudios sacerdotales en Reims y en Roma. Fue ordenado sacerdote en 1586 y ejerció su ministerio durante tres años antes de morir martirizado en Canterbury. Tanto el Beato Cristóbal Buxton, como los beatos Roberto Wilcox y Eduardo Campion, fueron condenados por haber vuelto al reino en calidad de sacerdotes. El Beato Cristóbal era el más joven de los mártires. Los verdugos creyeron que conseguirían amedrentarle obligándole a presenciar el martirio de sus compañeros, pero, cuando le ofrecieron la libertad al precio de la apostasía, Cristóbal replicó que preferiría morir mil veces antes que aceptar tal proposición. En la prisión de Marshalsea escribió un "Rituale", que se conserva todavía como una reliquia.
Roberto Widmerpool: el cuarto de los mártires de Canterbury, era un laico. Había nacido en Widmerpool, localidad de Nottinghmshire y había hecho sus estudios en el Gloucester Hall de Oxford, donde obtuvo el título de maestro de escuela. Durante algún tiempo, fue tutor de los hijos del conde de Nortumbría. Se le acusó de haber ayudado a un sacerdote al darle refugio en la casa del conde. Antes de ser ahorcado, el beato dio gracias a Dios por haberle concedido el privilegio de morir por la fe en la misma ciudad que Santo Tomás Becket 
Otros tres en diferentes ciudades. En Chichester: 
Beato Rodolfo Crockett: fue martirizado en Chichester. Nació en Barton-on-the-Hill, en Cheshire. Hizo sus estudios en el Christ´s College, de Cambridge, y en Gloucester Hall de Oxford. Había ejercido en Anglia del este el cargo de maestro de escuela antes de pasar al colegio de Reims para prepararse para servir a Dios como sacerdote. Fue ordenado en 1586 y martirizado dos años después en Chichester 
Beato Eduardo James: nació en Breaston, en Derbyshire. Fue educado en el protestantismo en la escuela de Derby y en St. John´s College de Oxford. Después de su conversión, se trasladó a Reims y más tarde a Roma, donde recibió la ordenación sacerdotal de manos de Goldwell de Saint Asaph. Ejerció su ministerio entre sus ciudadanos durante cinco años antes de ser arrestado junto con el Beato Rodolfo Crockett y conducido a la prisión de Londres. Allí ambos permanecieron más de dos años y medio. Después del fracaso de la Armada Invencible, comparecieron ante el tribunal de Chichester, que decidió hacer con ellos un escarmiento. 
Y en Ipswich: el Beato Juan Robinson, nació en Ferrensbery, en el Yorkshire. Cuando quedó viudo, pasó a Reims, donde su hijo Francisco estudiaba también para el sacerdocio. Recibió la ordenación sacerdotal en 1585. Fue arrestado en cuanto puso el pie en tierra inglesa. Después de pasar algún tiempo en la prisión de Clink, en Londres, compareció ante el tribunal, que le condenó a muerte. El día en que llegó a Ipswich la autorización oficial para la ejecución (28 de septiembre de 1588), el beato "se llenó de alegría, regaló todo su dinero al portador de la autorización y cayó de rodillas para dar gracias a Dios".

La lección de los lobos


En una marcha de lobos a través del bosque, los primeros de la fila son los animales más viejos o enfermos, y de esta forma ajustan y calibran el ritmo de la marcha del grupo. 
Si éstos caminaran al final de la fila sería un grave problema, podrían perder contacto con el resto y nadie se daría cuenta. Detrás de los primeros se ubican los más fuertes y al centro los otros miembros de la manada. 
Al final, después de los más fuertes y del grueso del grupo, el Lobo Alfa con mirada vigilante, controla todo.
En esta posición el Lobo Alfa puede vigilar la marcha de la manada, decidir la dirección a seguir y anticiparse a los ataques de los oponentes. El grupo sigue tranquilamente el ritmo de los ancianos y el líder da la orden que impone el espíritu de solidaridad, es decir sin dejar a nadie atrás.
El verdadero sentido de la marcha no está en llegar primeros, sino llegar... juntos... y esta es la lección que todos deberíamos aprender. 
Los humanos, en nuestra infantil soberbia, hacemos al revés… ponemos a los más fuertes adelante y los más débiles al final.
En total muestra de desconsideración, pensamos que si éstos pierden el tren de la marcha… no importa.
Podemos reflexionar en consecuencia, que no siempre la naturaleza sigue la teoría de Darwin. Más bien somos nosotros los humanos quienes solemos tomar actitudes zoológicas.

Evangelio del Sábado 01 de Octubre

Día Litúrgico: Sábado XXVI (C) del T.O

Texto del Evangelio (Lc 10,17-24): En aquel tiempo, regresaron alegres los setenta y dos, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos». 
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». 
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

«Se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo:
‘Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra’»

Comentario: + Rev. D. Josep VALL i Mundó (Barcelona, España)

Hoy, el evangelista Lucas nos narra el hecho que da lugar al agradecimiento de Jesús para con su Padre por los beneficios que ha otorgado a la Humanidad. Agradece la revelación concedida a los humildes de corazón, a los pequeños en el Reino. Jesús muestra su alegría al ver que éstos admiten, entienden y practican lo que Dios da a conocer por medio de Él. En otras ocasiones, en su diálogo íntimo con el Padre, también le dará gracias porque siempre le escucha. Alaba al samaritano leproso que, una vez curado de su enfermedad —junto con otros nueve—, regresa sólo él donde está Jesús para darle las gracias por el beneficio recibido.
Escribe san Agustín: «¿Podemos llevar algo mejor en el corazón, pronunciarlo con la boca, escribirlo con la pluma, que estas palabras: ‘Gracias a Dios’? No hay nada que pueda decirse con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad». Así debemos actuar siempre con Dios y con el prójimo, incluso por los dones que desconocemos, como escribía san Josemaría Escrivá. Gratitud para con los padres, los amigos, los maestros, los compañeros. Para con todos los que nos ayuden, nos estimulen, nos sirvan. Gratitud también, como es lógico, con nuestra Madre, la Iglesia. 
La gratitud no es una virtud muy “usada” o habitual, y, en cambio, es una de las que se experimentan con mayor agrado. Debemos reconocer que, a veces, tampoco es fácil vivirla. Santa Teresa afirmaba: «Tengo una condición tan agradecida que me sobornarían con una sardina». Los santos han obrado siempre así. Y lo han realizado de tres modos diversos, como señalaba santo Tomás de Aquino: primero, con el reconocimiento interior de los beneficios recibidos; segundo, alabando externamente a Dios con la palabra; y, tercero, procurando recompensar al bienhechor con obras, según las propias posibilidades.

jueves, 29 de septiembre de 2016

30 de Septiembre - Honorio de Canterbury

Honorio de Canterbury, Santo
Obispo, 30 de Septiembre

Martirologio Romano: En Canterbury, en el condado de Kent, en Inglaterra, san Honorio, obispo, antes monje romano, enviado por el papa san Gregorio I Magno como compañero de san Agustín para evangelizar Inglaterra, a quien sucedió, finalmente, en la sede episcopal (653).
Etimología: Honorio = que recibe dones. Viene de la lengua griega.

Este prelado era romano por nacimiento y monje por vocación. San Gregorio el Grande, que conocía las virtudes, la destreza y la sabiduría de Honorio en las ciencias santas, le eligió para que formase parte del grupo de misioneros que envió para evangelizar a los ingleses, aunque no se sabe si Honorio llegó con el primer grupo que acompañaba a San Agustín o hizo el viaje más tarde. A la muerte de San Justo, en 627, se eligió a Honorio como obispo de Canterbury. San Paulino, obispo de York, le consagró en Lincoln y, poco después, recibió el palio que le enviaba el Papa Honorio I junto con una carta en que el Santo Padre mandaba que, en caso de que alguna de las dos sedes: la de Canterbury o la de York, quedase sin su titular, el otro obispo debería consagrar a la persona elegida para ocupar la sede vacante, "en vista", decía el Pontífice, "de la enorme distancia de tierra y de mar que nos separa de vosotros". A fin de confirmar aquella delegación de los poderes patriarcales para consagrar obispos, el Santo Padre envió también un palio al obispo de York.
Honorio, el nuevo arzobispo, comprobó con júbilo creciente que la fe de Cristo se extendía, a diario, hacia todos los rincones de las islas y que el espíritu del Evangelio se arraigaba en los corazones de numerosos siervos de Dios. Su propio celo y su ejemplo contribuyeron grandemente a esos progresos, durante los veinticinco años en que ejerció su episcopado. 
Uno de sus primeros actos y de los más importantes fue el de consagrar al burgundio San Félix como obispo de Dunwich y enviarlo en una misión destinada a convertir a los anglos del oriente. Tras la muerte del rey Edwin en el campo de batalla, su vencedor, el "cadwallon" de Gales, "con una crueldad peor que la de cualquier pagano", como dice San Beda, "resolvió exterminar a todos los ingleses en las Islas Británicas" y comenzó por hacer una incursión devastadora y sangrienta en Nortumbría. Fue entonces cuando San Paulino huyó junto con la reina Etelburga, y ambos recibieron, con San Honorio, generosa hospitalidad. Pasado el peligro, Honorio designó a San Paulino para que ocupase la sede vacante de Rochester. A la muerte de San Paulino, precisamente en Rochester, en el 644, Honorio consagró en su lugar a San Ithamar, un sacerdote de Kent que fue el primer obispo inglés. 
El 30 de septiembre de 653, murió San Honorio y fue sepultado en la iglesia de la abadía de San Pedro y San Pablo en Canterbury. A este santo se le nombra en el Martirologio Romano y se le conmemora en la diócesis de Southwark y de Nottingham.

Cada hombre, ¿es persona?


En debates sobre el aborto, la eutanasia, la medicina, la bioética, los “derechos de los animales”, algunos defienden que existe una diferencia entre dos conceptos: “hombre” y “persona”.
En otras palabras, según algunos autores, no todo ser humano, no todo miembro de nuestra especie, es persona. A la vez, podría ser que existan “personas” que no sean seres humanos (por ejemplo, algunas especies de orangutanes, o extraterrestres dotados de inteligencia).
Vamos a concretar esto con el ejemplo de dos profesores que enseñan bioética. El primero se llama Hugo Tristram Engelhardt, profesor de filosofía en la Rice University de Houston (Texas), y en el departamento de medicina del Baylor College of Medicine de Houston. Según Engelhardt, es posible establecer una escala para clasificar a los seres humanos según sean más o menos personas. ¿Cómo? Distinguiendo cinco niveles de “personeidad” (o de lejanía de la condición personal) entre los hombres.

Estos cinco niveles son los siguientes:

-Persona 1: cualquier agente moral, es decir, un individuo (humano o no humano) capaz de entender y de tomar decisiones morales, de establecer acuerdos o contratos, etc.
-Persona 2: atribución que reciben algunos (niños pequeños, por ejemplo) de cierta condición personal, de ciertos derechos, según un acuerdo establecido por las personas tipo 1, pero sin llegar a la plenitud propia del grupo anterior.
-Persona 3: individuos que reciben un cierto reconocimiento como “personas” porque lo fueron en el pasado, pero ya no lo son. Un ejemplo sería un familiar que ha sido persona 1 y que ahora sufre diversas formas de demencia.
-Persona 4: aquel que recibe un reconocimiento social sin que nunca haya sido persona 1 y sin poder desarrollarse jamás como persona 1. Este es el caso de niños y adultos que han nacido con formas graves de incapacidad mental y sin posibilidad de curación.
-Persona 5: individuos que reciben un cierto reconocimiento o respeto, pero que se encuentran totalmente imposibilitados a dar muestras de relación con quienes se encuentran a su lado. Un enfermo en estado vegetativo persistente sería “persona 5”.

Está claro que en esta clasificación son plenamente personas sólo los individuos del primer grupo (persona 1). Los demás, en cambio, serán más o menos apreciados, más o menos reconocidos como personas, según las opciones y la mentalidad de quienes viven a su lado, o de la sociedad con sus leyes y principios.
¿Qué ocurre cuando un grupo social no ve necesario proteger la vida de quienes son “personas 2-5”? En tal caso, según Engelhardt, sería probable que se llegue a opciones como las del aborto, el infanticidio o la eutanasia no voluntaria (no pedida por el enfermo, sino por sus familiares). El Estado, sigue Engelhardt, no debería intervenir a favor de la vida de estos seres humanos (que son “personas” en un sentido muy frágil, pues dependen en todo del reconocimiento de los demás). Igualmente, si una “persona 1” pide, por ejemplo, un “suicidio asistido” (da permiso para que le eliminen), se encuentra plenamente en su derecho de recibir tal “asistencia”, pues puede disponer libremente de su vida y de su muerte. Lo único que debería prohibirse siempre en la vida social es cometer cualquier forma de violencia física contra la voluntad expresa de las “personas 1”.
De un modo semejante a Engelhardt, pero desde un planteamiento muy diferente, encontramos las propuestas de Peter Singer. Este autor, nacido en Australia, es actualmente profesor de bioética en la Princeton University (New Jersey, Estados Unidos).
En una de sus obras más famosas, Repensar la vida y la muerte, Singer defiende que es necesario abolir la distinción “discriminatoria” entre hombres y animales. Tal abolición sería posible a partir de un criterio “objetivo”: el nivel de conciencia y de relacionalidad que descubrimos en alguien (animal o ser humano) que se presente delante de nosotros.
Para Singer ser persona significa poseer ciertas características, por ejemplo, racionalidad y autoconciencia, o manifestar deseos de seguir viviendo y de realizar proyectos en el futuro. Tales características se dan en algunos animales no humanos (como ciertos orangutanes), y no se dan en algunos seres humanos (un embrión, un niño recién nacido, un enfermo en estado de coma cerebral).
El comportamiento humano debería asumir esta distinción, de forma que pueda ser más grave eliminar a ciertos orangutanes (que serían más “personas”) que no a algunos enfermos humanos que se encuentran en unidades de reanimación y que no son mínimamente “personas”...
Engelhardt y Singer son dos modelos de una mentalidad que, si bien no llega a los extremos de estos autores, se va difundiendo poco a poco en diversos países del mundo, especialmente entre los países de cultura occidental. La admisión del aborto (primero tolerado, luego legalizado) ha significado el primer paso, pues el aborto implica reconocer que algunos seres humanos (los no nacidos) merecen menos respeto y protección que otros seres humanos (los sí nacidos, y con un cierto nivel de salud y autosuficiencia). La eutanasia, presente ya en Bélgica, Holanda y Oregón (Estados Unidos), es el siguiente paso: los médicos pueden acabar con la vida de algunos seres humanos que han perdido (por pedirlo ellos, por pedirlo otros) la condición de seres dignos de un respeto inviolable de la propia vida.
Estos errores sobre el valor personal de cada vida humana son posibles como resultado de algunos modos de actuar que violan la dignidad humana. Superarlos será posible desde ideas y comportamientos que recuperen el valor (personal) de cada existencia humana.
Ya otras veces, en el pasado, fue posible destruir mentalidades discriminatorias que provocaron infinidad de dolor y de crímenes inhumanos. Cuando se reconoció que todo esclavo, por ser hombre, era también persona (alguien digno de respeto), se dio un paso fundamental para eliminar la esclavitud en el mundo.
Ahora estamos llamados a redescubrir, desde la biología y la filosofía, que todo ser humano, desde el inicio de su concepción hasta su muerte natural, goza de la misma dignidad, es persona por pertenecer a nuestra familia humana. Podemos llegar a esta convicción desde la ciencia y desde la vida cotidiana, cuando defendemos la vida de los no nacidos o de los enfermos terminales, y cuando les damos, a ellos y a quienes están a su lado, aquella asistencia y aquel amor que merecen simplemente por ser lo que son: personas siempre dignas de respeto. FP

Evangelio del Viernes 30 de Septiembre

Día Litúrgico: Viernes XXVI (C) del T.O

Texto del Evangelio (Lc 10,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido. Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».

«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha»

Comentario: Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell, Barcelona, España)

Hoy vemos a Jesús dirigir su mirada hacia aquellas ciudades de Galilea que habían sido objeto de su preocupación y en las que Él había predicado y realizado las obras del Padre. En ningún lugar como Corazín, Betsaida y Cafarnaúm había predicado y hecho milagros. La siembra había sido abundante, pero la cosecha no fue buena. ¡Ni Jesús pudo convencerles...! ¡Qué misterio, el de la libertad humana! Podemos decir “no” a Dios... El mensaje evangélico no se impone por la fuerza, tan sólo se ofrece y yo puedo cerrarme a él; puedo aceptarlo o rechazarlo. El Señor respeta totalmente mi libertad. ¡Qué responsabilidad para mí!
Las expresiones de Jesús: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!» (Lc 10,13) al acabar su misión apostólica expresan más sufrimiento que condena. La proximidad del Reino de Dios no fue para aquellas ciudades una llamada a la penitencia y al cambio. Jesús reconoce que en Sidón y en Tiro habrían aprovechado mejor toda la gracia dispensada a los galileos.
La decepción de Jesús es mayor cuando se trata de Cafarnaúm. «¿Hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás!» (Lc 10,15). Aquí Pedro tenía su casa y Jesús había hecho de esta ciudad el centro de su predicación. Una vez más vemos más un sentimiento de tristeza que una amenaza en estas palabras. Lo mismo podríamos decir de muchas ciudades y personas de nuestra época. Creen que prosperan, cuando en realidad se están hundiendo.
«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha» (Lc 10,16). Estas palabras con las que concluye el Evangelio son una llamada a la conversión y traen esperanza. Si escuchamos la voz de Jesús aún estamos a tiempo. La conversión consiste en que el amor supere progresivamente al egoísmo en nuestra vida, lo cual es un trabajo siempre inacabado. San Máximo nos dirá: «No hay nada tan agradable y amado por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a Él con sincero arrepentimiento».

miércoles, 28 de septiembre de 2016

29 de Septiembre - Alarico de Ufnau

Alarico de Ufnau, Santo
Eremita, 29 de Septiembre

Martirologio Romano: En la isla de Ufnau, del lago de Zúrich, entre los helvecios (hoy Suiza), san Adelrico o Alarico, presbítero y eremita (s. X).
Etimología: Alarico armonía. Viene de la lengua alemana.

Hay personas que entran jóvenes en las congregaciones religiosas, San Alarico entró muy joven en la abadía de los Benedictinos de Eissieden, Suiza.
Se cree que pertenecía a una familia noble e ilustre de los Buckhard.
Antes de ser benedictino, había vivido como ermitaño. Después incluso, siendo muy joven, se iba de vez en cuando a esta vida solitaria a la isla de Ufnau, en el lago de Zurcí.
Una vez que volvía al monasterio, le encargaron que se hiciera cargo de la portería del monasterio.
Había tres clases de porteros: los del coro, para avisar las horas de la oración a cada monje; el portero de los vinos para las comidas y cenas.
Y por último estaba el portero que atendía con amor y exquisitez a los viajeros y huéspedes. No se sabe cuál de los tres fue el de Alarico.
Desde luego, no debería estar muy a gusto cuando pidió al abad que lo dejara irse para siempre a la isla de Ufnau.
En ella, entre plegaria, penitencia, meditación de la Palabra de Dios y sus contemplaciones de la naturaleza, murió en el año 973.
Escogió el amor de Dios manifestado en su creación divina. Jamás sufrió la tentación de la desilusión porque Dios habitaba en su bello corazón.

Dispositivo para predecir el Alzheimer estaría listo para 2018


Se trata de un dispositivo de uso médico que permitirá analizar con una muestra de saliva la probabilidad de contraer Alzheimer en personas mayores de 50 años.
Un dispositivo de uso médico que permitirá analizar con una muestra de saliva la probabilidad de contraer Alzheimer en personas mayores de 50 años podría estar listo para 2018, según un estudio científico difundido por la agencia de noticias especializada Leloir. 
La Dra. Laura Morelli, directora del Programa de Medicina Traslacional para Innovaciones en Investigación, Diagnóstico y Tratamiento del Alzheimer, adelantó que el dispositivo tendría el tamaño de una pequeña impresora y estaría “dotado de un software con algoritmos que cruzará datos genéticos de la muestra de saliva con información de historial clínico y antecedentes familiares del paciente para arrojar los resultados de predicción de riesgo”. 
“El análisis podría favorecer estrategias precoces de detección y tratamiento”, agregó la Dra. Morelli, investigadora del CONICET en el Laboratorio de Amiloidosis y Neurodegeneración del Instituto Leloir (FIL). 
Actualmente, esta tecnología en desarrollo está siendo validada en muestras de pacientes en el marco del Proyecto de Medicina Traslacional de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, donde participan, además del grupo que lidera la Dra. Morelli, investigadores del Centro de Neuropsiquiatría y Neurología Cognitiva (CENECON) de la Facultad de Medicina de la UBA, del Hospital Eva Perón (en San Martín) y del Instituto Mercedes y Martín Ferreyra, en Córdoba. 
De acuerdo con la Dra. Morelli y el Dr. Luis Brusco, director de CENECON y presidente de Alzheimer Argentina, la principal utilidad de un test capaz de predecir en la fase preclínica será implementar un monitoreo clínico y farmacológico acorde al paciente. 
“Si retrasamos 3 años el comienzo de la enfermedad, bajarían a la mitad la cantidad de pacientes. Además del padecimiento de quienes la sufren, esta patología genera un problema familiar, social, cultural y financiero”, indicó Brusco. 
En la actualidad, el consorcio de científicos y médicos está reclutando, en diferentes provincias, 1.000 personas mayores de 65 años: 500 pacientes con diagnóstico clínico de Alzheimer probable y 500 controles sin deterioro cognitivo, y, en todos los casos, se analiza la información genética de las muestras de saliva. 
Por ahora, la identificación del marcador genético APOE4 permite predecir el riesgo de esa enfermedad, “pero el test que estamos desarrollando busca abarcar las variantes genéticas más comunes asociadas a la población de nuestro país y el resto de América Latina”, destacó la Dra. Morelli. 
El proyecto científico avanzó las etapas más básicas de su desarrollo. Por ello, INIS Biotech, la oficina de transferencia tecnológica de la FIL, está trabajando fuertemente en la valorización de la tecnología y la búsqueda de financiamiento y empresas y/o laboratorios interesados en fabricar y comercializar este producto en el mercado. 
En octubre, tras haber sido seleccionada por el Programa SINAPTEC del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la iniciativa será presentada en Inglaterra, en el marco de una capacitación intensa con ISIS Innovation, la oficina de transferencia tecnológica de la Universidad de Oxford. “Buscaremos lograr lazos para su futura comercialización”, señaló la economista Paula Prados, gerente de INIS Biotech. 
Debido al aumento de la expectativa de vida la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer está aumentando a nivel global. Se calcula que existen 500.000 pacientes en la Argentina y cerca de 40 millones en el mundo. Según la Asociación de Alzheimer (alz.org) con sede en Estados Unidos, se estima que en el mundo el costo social de la demencia en 2015 fue de 818 mil millones de dólares y la cifra aumentará significativamente en el futuro.

¿Con qué derecho habla la Iglesia?


— ¿Y qué dirías a los que piensan que la Iglesia no tiene derecho a decir cuál es esa ley natural?
En primer lugar les diría que la Iglesia goza de libertad de expresión, como cualquier otra instancia social.
Todos tienen derecho a manifestarse libremente en una sociedad democrática. Por tanto, es perfectamente legítimo que la Iglesia hable con libertad sobre lo que considera bueno o malo, como lo hacen los gobiernos, los sindicatos, las asociaciones que defienden la naturaleza, y como lo hace todo el mundo.
—Bien, pero no querrás que la Iglesia imponga su criterio y acabe por dictar las leyes al Estado...
La Iglesia no lo pretende, por supuesto. Pero se considera en el deber de aportar a la sociedad la luz de la fe. Una luz que puede iluminar profundamente y con gran eficacia muchos aspectos de la vida civil y responder a muchos interrogantes que se plantean en la sociedad.
Además, es interesante recordar que la idea de la separación entre la Iglesia y el Estado se debe al cristianismo. Antes del cristianismo había una identidad generalizada entre la constitución política y la religión. En todas las culturas antiguas el Estado poseía un carácter sagrado. Ese fue, por ejemplo, el principal punto de confrontación entre el cristianismo y el Imperio Romano, que toleraba las religiones privadas solo si reconocían el culto al Estado. El cristianismo no aceptó esa condición, y cuestionó así la construcción fundamental del imperio, es decir, del antiguo mundo. Así que, después de todo, esa separación fue un legado cristiano, y ha sido un factor determinante para el avance de la libertad.
Esa separación no es entendida así en todas las religiones. Por ejemplo, la esencia misma del Islam no la admite, pues el Corán es una ley religiosa que regula la totalidad de la vida política y social, todo el ordenamiento de la vida. La Sharíah configura la sociedad de principio a fin.
La Iglesia, en cambio, se limita a recordar lo que considera que son los principios morales fundamentales, y se dirige a todos aquellos que quieran escucharla. Y como es natural, no está obligada a coincidir siempre con lo que diga o haga el poder establecido. Por eso la Iglesia pide libertad para hablar.
Y pide también algo que no debiera faltar en ninguna sociedad: respeto a aquello que es sagrado para otros, un respeto perfectamente exigible incluso a aquel que no está dispuesto a creer en Dios. Porque, como ha escrito Joseph Ratzinger, allá donde se quiebra ese respeto, algo esencial se hunde en esa sociedad. En nuestro mundo occidental de hoy se castiga, gracias a Dios, a quienes escarnecen la fe de Israel, su imagen de Dios, sus grandes figuras. Se castiga también a quien denigra el Corán y las convicciones básicas del Islam. En cambio, cuando se trata de lo que es sagrado para los cristianos, la libertad de opinión parece convertirse en el bien supremo, y parece que limitarlo pondría en peligro o incluso destruiría la tolerancia y la libertad. Pero la libertad de opinión tiene sus límites en que no debe destruir el honor y la dignidad del otro; no es libertad para la mentira o para la destrucción de los derechos humanos. Aquí hay algo que cabe calificar de patológico, en un Occidente, que sin duda (y esto es digno de elogio) trata de abrirse comprensivamente a valores ajenos, pero que parece no quererse a sí mismo; que tiende a ver solo lo más triste y oscuro de su propia historia, pero que apenas percibe la grandeza de los valores cristianos que desde su origen hay en ella. AA

Evangelio del Jueves 29 de Septiembre

Día Litúrgico: Jueves XXVI (C) del T.O

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’. 
»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

«Rogad (...) al dueño de la mies que envíe obreros a su mies»

Comentario: Rev. D. Ignasi NAVARRI i Benet (La Seu d'Urgell, Lleida, España)

Hoy Jesús nos habla de la misión apostólica. Aunque «designó a otros setenta y dos, y los envió» (Lc 10,1), la proclamación del Evangelio es una tarea «que no podrá ser delegada a unos pocos “especialistas”» (Juan Pablo II): todos estamos llamados a esta tarea y todos nos hemos de sentir responsables de ella. Cada uno desde su lugar y condición. El día del Bautismo se nos dijo: «Eres Sacerdote, Profeta y Rey para la vida eterna». Hoy, más que nunca, nuestro mundo necesita del testimonio de los seguidores de Cristo.
«La mies es mucha, y los obreros pocos» (Lc 10,2): es interesante este sentido positivo de la misión, pues el texto no dice «hay mucho que sembrar y pocos obreros». Quizá hoy debiéramos hablar en estos términos, dado el gran desconocimiento de Jesucristo y de su Iglesia en nuestra sociedad. Una mirada esperanzada de la misión engendra optimismo e ilusión. No nos dejemos abatir por el pesimismo y por la desesperanza.
De entrada, la misión que nos espera es, a la vez, apasionante y difícil. El anuncio de la Verdad y de la Vida, nuestra misión, no puede ni ha de pretender forzar la adhesión, sino suscitar una libre adhesión. Las ideas se proponen, no se imponen, nos recuerda el Papa.
«No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias...» (Lc 10,4): la única fuerza del misionero ha de ser Cristo. Y, para que Él llene toda su vida, es necesario que el evangelizador se vacíe totalmente de aquello que no es Cristo. La pobreza evangélica es el gran requisito y, a la vez, el testimonio más creíble que el apóstol puede dar, aparte de que sólo este desprendimiento nos puede hacer libres.
El misionero anuncia la paz. Es portador de paz porque lleva a Cristo, el “Príncipe de la Paz”. Por esto, «en la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros» (Lc 10,5-6). Nuestro mundo, nuestras familias, nuestro yo personal, tienen necesidad de Paz. Nuestra misión es urgente y apasionante.

martes, 27 de septiembre de 2016

28 de Septiembre - Bernardino de Feltre

Bernardino de Feltre, Beato
Sacerdote, 28 de Septiembre

Martirologio Romano: En Pavía, de la región de la Lombardía, en Italia, beato Bernardino de Feltre (Martín) Tomitano, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que obtuvo buenos frutos en su función de predicador, fundó contra la usura y para el ahorro el llamado Monte de Piedad y, como hombre de paz, fue delegado del papa Sixto IV para arreglar discordias civiles (1494).
Fecha de beatificación: El Papa Inocencio X aprobó su culto el 13 de abril de 1654, posteriormente el Papa Benedicto XIII lo beatificó en el año 1728.

Bernardino nació en Feltre en 1439, hijo primogénito de Donato Tomitano y de Corona Rambaldoni, prima del célebre educador Vittorino de Feltre, bautizado con el nombre de Martín. De ingenio precoz, ávido de lecturas, hizo rápidos progresos en los estudios humanísticos, tanto que a los 11 años leía y hablaba el latín con facilidad. Estudiante de derecho en Padua era admirado por todos a causa de la seriedad de su conducta y su inteligencia. El 14 de mayo de 1456 a los 17 años, ingresó a la Orden de los Hermanos Menores en Padua, en el conventito de Santa Úrsula. Terminado el curso de teología en Venecia fue ordenado sacerdote en 1463. Desde 1469 hasta su muerte no cesó de predicar y recorrió la Italia centro septentrional muchas veces a pie descalzo en medio de grandes dificultades.
En una sociedad mercantil, en la cual muchos, a menudo con pocos escrúpulos, gozaban de riquezas y privilegios, una gran masa de abandonados vivía en la penuria, agravada por la gran plaga social llamada usura, los pobres no solamente eran explotados, sino que además eran despojados de sus magras ganancias por aquellos que, poseyendo capitales, prestaban con intereses exagerados. San Bernardino de Siena había entendido bien cómo la caridad cristiana se había vuelto caridad inhumana. 
Por esto la usura fue el blanco de Fray Bernardino de Feltre: un blanco preciso contra el cual lanzó todas sus evangélicas y apostólicas flechas, suscitando primero el resentimiento, después inclusive el odio de aquellos que se sentían directamente aludidos. Por esto fue amenazado, atacado, y hubiera caído mártir de los usureros si muchas veces no hubieran llegado en su ayuda los hombres de armas enviados por las autoridades comunales. También él, como San Bernardino de Siena, era de baja estatura y débil constitución. Se firmaba con el adjetivo de Piccolino, pero cuando predicaba parecía un volcán. Se tiene cuenta de 23 cuaresmas predicadas, con sermones diarios. A sus prédicas acudían innumerables oyentes.
Pero no bastaba predicar, no era suficiente amonestar, había que ayudar a los pobres contra los explotadores. Fue así como el Beato Bernardino de Feltre propugnó los Montes de Piedad, una especie de organización bancaria para los pobres, para que no siguieran siendo estrangulados por los usureros, sino que se les prestara dinero contra una modesta prenda, con bajísimo interés. No era gran cosa, pero era importante como inicio de una ofensiva contra la usura, plaga dominante del tiempo. Los Montes de Piedad se difundieron rápidamente y si no extirparon la usura, por lo menos dieron un poco de alivio a los más marginados. 
Fray Bernardino predicó 23 cuaresmas en las principales ciudades de Italia y muchísimas otras predicaciones en centros menores. Sus predicaciones atraían oyentes sin número y se lo peleaban las ciudades más ilustres recurriendo inclusive al Papa para tenerlo. Era predicador vivaz, que dialogaba con el pueblo, lanzaba chistes, ridiculizaba las costumbres de las mujeres, las injusticias de los abogados, las usuras de los explotadores, exhortaba a la práctica de los sacramentos y a la devoción a la Santísima Virgen. Bernardino se encontró sereno con la muerte en Pavía a los 55 años de edad el 28 de septiembre de 1494.

Una fecha para concientizar sobre la sordera


Cada 26 de septiembre se conmemora Día Internacional de la Sordera, una fecha que pretende despertar conciencia sobre esta discapacidad, que causa aislamiento e incomunicación e impacta al individuo física, psíquica y socialmente. 
Se calcula que el 5% de la población mundial padece discapacidad auditiva y que tres de cada mil niños nace con problemas de audición. Según el Censo 2010, en nuestro país estos problemas alcanzan a un millón de personas y dentro de ese total, 100 mil son niños. 
La pérdida auditiva puede ser leve, moderada, severa y profunda. Sus orígenes están asociados a la elevada exposición a ruidos y al envejecimiento, pero también reconoce otras causas como la hereditaria, infección o consumo de medicamentos, daños físicos en los oídos y lesiones graves en la cabeza (traumatismo). 
En bebés, niños y adolescentes es importante detectar esta problemática para tratarla de modo inmediato, ya que la audición en muchos casos no se recupera. La rehabilitación es fruto de un programa que amerita un enfoque multidisciplinario y el tratamiento puede desembocar en el uso de audífonos o en la colocación de implantes.

Estos son algunos de los síntomas que ameritan consulta:
  • Si el desarrollo del lenguaje de su hijo no progresa y se observa un retraso de acuerdo a la edad o el habla parece monótona.
  • Si no logra comprender o confunde lo que se le dice.
  • Si no se sobresalta ni se despierta con sonidos intensos.
  • Si no imita sonidos libremente.
  • Si posee dificultad para localizar sonidos (el niño o el bebé no gira la cabeza hacia la persona que le habla, por ejemplo).
  • Si cuenta con dificultad para responder cuando se lo llama desde otra habitación.
  • Si se aparta de la vida social y busca el juego solitario.
  • Si sufre frecuentes infecciones de oídos.

Asimismo, para combatir la hipoacusia, la prevención es fundamental y deberían tenerse en cuenta estos consejos:
  • Vacunar a los niños contra las enfermedades propias de la infancia.
  • No introducir en los oídos objetos o líquidos que no sean prescriptos por un profesional.
  • Consultar al médico en caso de dolor o supuración del oído.
  • Escuchar música con auriculares a un volumen prudencial para los oídos
  • No exponerse a ruidos altos o utilizar protectores auditivos en caso de no poder evitarlos. Se recomienda una exposición no sea superior a 85 decibeles.
  • Efectuarse chequeos audiológicos y visitar al especialista periódicamente.

La mayoría de los niños puede experimentar una pérdida auditiva momentánea por exceso de cerumen o por otitis media, afección que puede ser dolorosa para el pequeño, pero muchas veces no lo es y el descenso de la capacidad auditiva debe dar el alerta.

Puede ser difícil descubrir la hipoacusia en los niños, pero cuanto antes se detecte, mejores serán las posibilidades para que los chicos se comuniquen, aprendan y acepten vivir con ella. Lic. Gina Romano

María, una eterna juventud


¿Cuántos años tiene hoy la Virgen? Dos mil... y muchos. No le importa -al contrario- que sus hijos le recordemos que cumple tantos. Para nuestra Madre el tiempo ya no pasa, porque ha alcanzado la plenitud de la edad, esa juventud eterna y plena que se consigue en el Cielo, donde se participa de la juventud de Dios, quien, al decir de San Agustín, «es más joven que todos», porque es inmutable y eterno, ¡no puede envejecer! ¡No tiene barbas blancas, por más que la imaginación acuda a ellas para representar la eternidad!
Si Dios hubiera comenzado a existir, ahora sería como el primer instante de su existencia. Pero, no. Dios no tiene comienzo ni término, «es» eternamente, pero no «eternamente viejo», sino «eternamente joven», porque es eternamente Vida en plenitud. Él es la Vida.
Como María es la criatura que goza de una unión con Dios más íntima, es claro que también es la más joven de todas las criaturas, la más llena de vida humana y divina. Juventud y madurez se confunden en Ella, y también en nosotros cuando andamos hacia Dios que nos rejuvenece cada día por dentro y, con su gracia, nos inunda de alegría. Las limitaciones y deterioros biológicos han de verse con los ojos de la Fe, como medios para la humildad que nos dispone al gran salto a la vida plena en la eternidad de Dios.
Desde su adolescencia –y quizá antes-, la Virgen gozó de una madurez interior maravillosa. Lo observamos en cuanto aparece en los relatos evangélicos, «ponderando» todas las cosas en su corazón, a la luz de su agudo entendimiento iluminado por la Fe. Ahora posee la madurez de muchos siglos de Cielo -casi veinte-, con una sabiduría divina y una sabiduría materna que le permite contemplarnos con un mirar profundo, amoroso, recio, tierno, que alcanza los entresijos de nuestro corazón, nos conoce y comprende a las mil maravillas, mucho más que cualquier otra criatura.
Ella es -después de Dios- la que más sabe de la vida nuestra, de nuestras fatigas y de nuestras alegrías. Por eso la sabemos siempre cerca, muy cerca, muy apretada a nuestro lado, confortándonos con su sonrisa indesmayable, disculpándonos cuando nos portamos de un modo indigno de hijos suyos. Sus ojos misericordiosos nos animan -qué bien lo sabe- a ser más responsables, a estar más atentos al querer de Dios.
Comprende también ahora que no hallemos palabras adecuadas para expresarle nuestro cariño. Le bastan nuestros deseos grandes, nuestros corazones vueltos hacia el suyo, nuestra mirada en la suya y nuestros propósitos -firmes y concretos- de tratarla más asiduamente y quererla así cada día con mayor intensidad. AO

Evangelio del Miércoles 28 de Septiembre

Día Litúrgico: Miércoles XXVI (C) del T.O

Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

«Sígueme»

Comentario: Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet (Tarragona, España)

Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar, con mucha claridad y no menor insistencia, sobre un punto central de nuestra fe: el seguimiento radical de Jesús. «Te seguiré adondequiera que vayas» (Lc 9,57). ¡Con qué simplicidad de expresión se puede proponer algo capaz de cambiar totalmente la vida de una persona!: «Sígueme» (Lc 9,59). Palabras del Señor que no admiten excusas, retrasos, condiciones, ni traiciones...
La vida cristiana es este seguimiento radical de Jesús. Radical, no sólo porque toda su duración quiere estar bajo la guía del Evangelio (porque comprende, pues, todo el tiempo de nuestra vida), sino -sobre todo- porque todos sus aspectos -desde los más extraordinarios hasta los más ordinarios- quieren ser y han de ser manifestación del Espíritu de Jesucristo que nos anima. En efecto, desde el Bautismo, la nuestra ya no es la vida de una persona cualquiera: ¡llevamos la vida de Cristo inserta en nosotros! Por el Espíritu Santo derramado en nuestros corazones, ya no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo quien vive en nosotros. Así es la vida cristiana, porque es vida llena de Cristo, porque rezuma Cristo desde sus más profundas raíces: es ésta la vida que estamos llamados a vivir.
El Señor, cuando vino al mundo, aunque «todo el género humano tenía su lugar, Él no lo tuvo: no encontró lugar entre los hombres (...), sino en un pesebre, entre el ganado y los animales, y entre las personas más simples e inocentes. Por esto dice: ‘Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza’» (San Jerónimo). El Señor encontrará lugar entre nosotros si, como Juan el Bautista, dejamos que Él crezca y nosotros menguamos, es decir, si dejamos crecer a Aquel que ya vive en nosotros siendo dúctiles y dóciles a su Espíritu, la fuente de toda humildad e inocencia.

lunes, 26 de septiembre de 2016

27 de Septiembre - Elzeario de Sabran

Elzeario de Sabran, Santo
Laico, 27 de Septiembre

Martirologio Romano: En París, en Francia, san Elzeario de Sabran, conde de Arian, que viviendo la virginidad y todas las virtudes con su esposa, la beata Delfina, murió en la flor de la edad († 1323).
Fecha de canonización: Fue canonizado solemnemente en la basílica de San Pedro de Roma por el papa Urbano V el 1 de abril de 1369.

Elzeario de Sabrán y Delfina de Provenza, esposos, vivieron virginalmente el matrimonio. Vistieron el hábito de la Tercera Orden Franciscana, cuyo espíritu orientó y conformó sus vidas. De condición noble y rica, distribuían abundantes limosnas a los pobres, y se dedicaban de continuo a la oración y a las obras buenas. La Beata Delfina vivió 35 años en santa viudez.
Tengamos en cuenta, antes de entrar en la vida de este matrimonio santo, que también la santidad, como todas las cosas, sufre las influencias del ambiente. Muchas cosas hay en los santos enteramente acordes con las ideas del tiempo en que vivieron, y que hoy, o no resultarían imitables, o en algunos casos podrían llegar a ser perjudiciales. Esto no quita para que podamos leer con fruto su vida, porque aunque no podamos imitar detalladamente los ejemplos concretos que nos dieron, podemos y debemos, en cambio, sentir el estímulo que supone la contemplación de la generosidad con que ellos respondieron al llamamiento divino. Así, aunque en la vida de este santo matrimonio haya cosas que choquen con nuestra mentalidad actual, no podemos menos de reconocer que constituye un magnífico ejemplo de dócil entrega a los impulsos del Espíritu Santo y que en lo sustancial puede servir como actualísima lección de lo que ha de ser un hogar cristiano.
Catorce años tenía Delfina, nacida en Puimichel (Provenza) en 1282, cuando le propusieron el matrimonio con Elzeario, quien había nacido en Aussouis (Provenza) el año 1285, y era dos años más joven que ella. Y a sus catorce años, rechazó con energía aquella unión que le proponían. Sin embargo, y cediendo a los consejos de un franciscano, terminó por consentir, y dos años después se celebró el matrimonio. Los dos jovencitos así unidos, quedaron solos después de cuatro días de fiesta, y entonces tuvo lugar en realidad, históricamente demostrado, lo que tantas veces ha sido un elemento claramente legendario en la vida de los santos. Solos en su cámara nupcial, Delfina mostró a su esposo el gran deseo que tenía de quedar siempre virgen. Él consintió en ello, pero sin querer en manera alguna obligarse con voto, como ella se lo pedía. Entonces ella insistió una y otra vez en los ejemplos de San Alejo y de Santa Cecilia, en consideraciones sobre la brevedad de esta vida, lo despreciable del mundo, lo hermoso de la gloria eterna. Con todo, Elzeario no consentía en el voto, aunque continuaba respetando la virginidad de su esposa. Un día cayó ésta gravemente enferma y declaró de manera rotunda a su esposo que estaba persuadida de que sólo el doble voto de castidad la curaría. Entonces Elzeario prometió satisfacerle. Ambos hicieron su voto ante un franciscano, que era su confesor, y entraron en la Tercera Orden. Su santidad se inserta de lleno en la maravillosa corriente de espiritualidad franciscana que recorre toda la Edad Media. Ambos pertenecían a familias de la primera nobleza, y gozaban, por consiguiente, de gran abundancia de bienes de fortuna. Pero, como San Luis de Francia, San Fernando de Castilla, Santa Isabel de Portugal y su homónima la de Hungría, supieron en medio de las riquezas conservar enteramente libre su corazón, y aplicar, a su vida de seglares, el admirable contenido evangélico de la regla de los terciarios franciscanos.
Marido y mujer llevaban la estameña bajo sus nobles vestidos. Por la noche se reunían para pasarla en oración y disciplinarse. Delfina no tocó nunca a su marido más que para hacerle pequeños servicios. Elzeario había hecho un reglamento muy preciso y detallado para la buena marcha de la casa, que le exigía, entre otras cosas, la misa diaria y una especie de círculo de estudios familiar.
Pero todo esto se hacía sin abandonar la vida propia de un matrimonio seglar. Así vemos a Elzeario abandonar a su esposa para marchar al reino de Nápoles, en el que había heredado el condado de Ariano Irpino (Benevento). Allí brillaba, de una parte, la bondad, y, de otra parte, la firmeza del joven señor provenzal. Encantador en el trato con los pobres, sabía, sin embargo, hacer frente con valentía a la turbulencia de sus vasallos italianos. Y al terminar el ejercicio de las armas, retirarse, después del combate, para disciplinarse. Su destreza en el manejo de las armas brillaba en la corte napolitana. Un día, Delfina se encontraba entonces con él, hubo una gran fiesta en Nápoles. Ambos cónyuges supieron hacer un magnífico papel. Elzeario arrebató un anillo con su lanza, desde el caballo lanzado a todo galope, en pleno torneo. Horas después, en el baile, Delfina se mostraba encantadora, evolucionando con una gracia enteramente singular.
Su existencia venía repartiéndose entre la Provenza natal y aquellas tierras de Italia. Hacia 1317, Elzeario ve aumentarse sus responsabilidades, porque el rey Roberto I le encarga administrar justicia en el Abruzo citerior. Poco después el matrimonio tiene que marchar a París, nombrado Elzeario embajador extraordinario por el mismo rey Roberto para negociar un matrimonio de príncipes. Pero sólo Elzeario pudo hacer el viaje. Delfina se vio obligada a quedarse en la corte del rey Roberto, en Aviñón, lejos de pensar que aquella separación iba a ser definitiva.
En París, el 27 de septiembre de 1323, cuando solo tenía treinta y ocho años, moría Elzeario. El rey de Francia Carlos IV enviaba rápidamente un correo que diera la noticia a su esposa. Pero ya ella la había conocido misteriosamente. Sin vacilar un momento, abandonó la corte del rey y se volvió a sus tierras.
Elzeario dejaba en pos de sí el recuerdo de una vida verdaderamente santa. Como el rey San Luis, se le había visto visitar los hospitales, atender a los leprosos, cuidarles con sus propias manos y besarles. Verdadero asceta en el mundo, había sido un constante abogado de los pobres, un mentor ejemplar del joven príncipe Carlos de Calabria, hijo de Roberto I, y un esposo modelo para su mujer, que confesaba que junto a él sentía una constante invitación a crecer en la gracia divina, y veía a su esposo como a su ángel guardián.
Un año después de su muerte, Elzeario se apareció a su esposa y le reprochó con dulzura la pena que mostraba por su muerte. «El lazo se ha roto, y ahora estamos libres», le dijo recordando las palabras del salmo 123 y la liturgia de los Santos Inocentes. Delfina sonrió en medio de sus lágrimas, volvió a su antigua alegría, y se dedicó de lleno a la tarea de santificarse más y más.
Fiel a la espiritualidad franciscana, quiso abrazarse con la pobreza. Pero eso no era fácil. Poco a poco fue despojándose de sus bienes. Abandonó sus tierras de Provenza y se fue a Nápoles. Aunque le ofrecieron alojamiento en la corte, ella prefirió vivir miserablemente y mendigando. Los chiquillos la injuriaban por la calle, y ella se gozaba en aquella humillación.
Pero he aquí que sobreviene algo imprevisto: la reina doña Sancha había quedado viuda del rey Roberto en 1343 y quería tener junto a sí alguien que le apoyara en su vida espiritual. Llamó a Delfina y la hizo su consejera. Por indicación de ella entró la reina en las franciscanas de Santa Cruz de Nápoles, donde murió el año 1345.
Delfina volvió a la ciudad francesa de Apt, donde ya había vivido buena parte de la última fase de su vida, y allí pasó sus quince últimos años. Humilde y pobre, no desatendió, sin embargo, a sus conciudadanos. Cuando una guerra local amenaza arruinar el país, Delfina, aunque enferma, se interpone y consigue un apaciguamiento. Es hermoso también verla organizando una caja rural, en la que ella actuaba de secretaria y de fiadora. Prestando sin interés, conseguía resolver dificilísimas situaciones de los pobres labradores. La santidad, bien conocida por todos, de Delfina, era la garantía que permitía que aquella interesante empresa funcionara.
Por fin, el 26 de noviembre de 1360, a sus setenta y ocho años, murió en Apt, donde se la enterró, juntamente con su marido, en la iglesia de los franciscanos.
El pueblo rodeó aquella tumba bien pronto de una espontánea y cariñosa veneración. Tres años después de la muerte de Delfina, los comisarios apostólicos enviaban al Papa un informe sumamente favorable a su causa. Pero el resultado no fue decisivo por el momento. Había temor de que Delfina, en su trato con la reina doña Sancha y los franciscanos «espirituales», rebeldes a la Santa Sede, se hubiera contaminado de algunos de sus errores. Sólo años después su nombre empieza a aparecer en los martirologios franciscanos, y el Papa Inocencio XII aprobó su culto el 24 de julio de 1694.
Por lo que hace a Elzeario, fue canonizado solemnemente en la basílica de San Pedro de Roma por el papa Urbano V el 1 de abril de 1369. Se conserva su proceso de canonización, en el que, desgraciadamente, falta la declaración, que tan interesante hubiese sido, de su esposa Delfina. La fiesta de San Elzeario se celebraba el 27, y se celebra juntamente con la de su esposa el 26 de septiembre.
A propósito del caso de estos santos esposos escribió Blondel unas palabras con las que terminamos esta semblanza: «Asociarse (en el matrimonio) para ayudarse mutuamente en la caridad humana y divina o para realizar una especie de respetuosa inmolación doblemente meritoria, no es incompatible con la confianza en gracias excepcionales o en circunstancias impuestas por estados físicos y morales. Por eso ha sido posible canonizar vocaciones paradójicas y de una virtud singular, como la de San Elzeario y la Beata Delfina de Provenza, verdaderos esposos, pero unidos en una emulación virginal».

El amor que mueve todo el universo


“No es en las palabras ni es en las promesas donde la historia tiene su motor secreto.
Sólo es el amor en la cruz madurado, el amor que mueve a todo el universo” (En mi Getsemaní).
La historia recoge un sinfín de acciones. Se escribe cada día. Se labra como algo imborrable. Se decide desde corazones libres, desde momentos de pasión y momentos de lucidez.
La historia deja de lado palabras o promesas no cumplidas. Lo que se hace es lo que cuenta. Lo que uno pone en práctica, ese propósito realizado, ese gesto de cariño en la familia, ese sí a un nuevo hijo que inicia el camino del embarazo.
¿Cuál es el motor secreto de la vida? ¿Qué es lo que permite que existamos? ¿Por qué los ríos, los volcanes y los jilgueros? ¿Por qué un hombre y una mujer deciden casarse y abrirse con amor a la vida de los hijos que Dios pueda concederles?
El motor es siempre el mismo: el amor. Por amor Dios quiso un mundo, una tierra entre soles, lunas y estrellas. Por amor contuvo el ímpetu del mar, envió suaves vientos y frescas lluvias. Por amor hizo crecer hierba y árboles, dio vida a petirrojos y caimanes, a coyotes y corderos.
Por amor un día Dios creó a alguien a su imagen en la tierra, a un hombre y una mujer. Los amó como a hijos, los cuidó con ternura, habló con ellos mientras soplaba la brisa de la tarde.
Por amor, tras el pecado, vino la promesa y el pueblo elegido. Israel ha sido señal de ese amor que “mueve el universo”. El amor llegó a la plenitud en la Encarnación y en el Calvario, cuando el Hijo, hecho hombre, dio su sangre y su espíritu por salvar a quien era tan amado por el Padre, al hombre débil, frágil y errabundo...
Por amor hoy vivimos, tú y yo. Si es amor verdadero, si es amor cristiano, el mundo brillará con un poco de esperanza. Habrá más paz y armonía, habrá más justicia y entusiasmo. Habrá un poco de fe en un universo que gira y gira, como hace millones de años, movido por una sola fuerza: el amor... FP

Evangelio del Martes 27 de Septiembre

Día Litúrgico: Martes XXVI (C) del T.O

Texto del Evangelio (Lc 9,51-56): Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.

«Volviéndose, les reprendió»

Comentario: Rev. D. Llucià POU i Sabater (Granada, España)

Hoy, en el Evangelio, contemplamos cómo «Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió» (Lc 9,54-55). Son defectos de los Apóstoles, que el Señor corrige.
Cuenta la historia de un aguador de la India que, en los extremos de un palo que colgaba en sus espaldas, llevaba dos vasijas: una era perfecta y la otra estaba agrietada, y perdía agua. Ésta —triste— miraba a la otra tan perfecta, y avergonzada un día dijo al amo que se sentía miserable porque a causa de sus grietas le daba sólo la mitad del agua que podía ganar con su venta. El trajinante le contestó: —Cuando volvamos a casa mira las flores que crecen a lo largo del camino. Y se fijó: eran flores bellísimas, pero viendo que volvía a perder la mitad del agua, repitió: —No sirvo, lo hago todo mal. El cargador le respondió: —¿Te has fijado en que las flores sólo crecen a tu lado del camino? Yo ya conocía tus fisuras y quise sacar a relucir el lado positivo de ellas, sembrando semilla de flores por donde pasas y regándolas puedo recoger estas flores para el altar de la Virgen María. Si no fueses como eres, no habría sido posible crear esta belleza.
Todos, de alguna manera, somos vasijas agrietadas, pero Dios conoce bien a sus hijos y nos da la posibilidad de aprovechar las fisuras-defectos para alguna cosa buena. Y así el apóstol Juan —que hoy quiere destruir—, con la corrección del Señor se convierte en el apóstol del amor en sus cartas. No se desanimó con las correcciones, sino que aprovechó el lado positivo de su carácter fogoso —el apasionamiento— para ponerlo al servicio del amor. Que nosotros también sepamos aprovechar las correcciones, las contrariedades —sufrimiento, fracaso, limitaciones— para “comenzar y recomenzar”, tal como san Josemaría definía la santidad: dóciles al Espíritu Santo para convertirnos a Dios y ser instrumentos suyos.

domingo, 25 de septiembre de 2016

26 de Septiembre - Gaspar Stanggassinger

Gaspar Stanggassinger, Beato
Sacerdote Redentorista, 26 de Septiembre

Martirologio Romano: En Gars, cerca de Múnich, en Baviera, de Alemania, beato Gaspar Stanggassinger, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, dedicado a la educación de los jóvenes, siendo para ellos modelo de caridad alegre y asidua oración (1899).

Nace en una familia humilde y trabajadora en el año 1871 en Berchtesgaden (Alemania). Es el segundo hijo de 15 hermanos. Desde pequeño siente deseos de ser sacerdote, y con 9 años, siendo monaguillo, escucha la llamada de Dios a entregarse a su servicio.
Con 10 años inicia estudios en Freising, pero no se destaca por su talento. Tres años después ingresa en el seminario, mejorando en los estudios por su alegría y tesón. El profesor Plenther le admite hacer Voto de Castidad con sólo 16 años. Escribe su diario espiritual (todo es gracia), y siente gran devoción al Espíritu Santo, quien todo lo hace, su fundamento espiritual. En 1889, sufre la fiebre tifoidea y tras realizar una confesión general y recibir los sacramentos, se recupera rápidamente. Es su gran conversión. Fruto de los ejercicios espirituales, y de sus vacaciones en su pueblo se va forjando su carisma, centrado en Cristo, dedicación a los más pequeños, y acompañar a los jóvenes en el conocimiento de Jesús. Acabado el Bachiller, ingresa en el Seminario Mayor, destacando su interés por la Filosofía (Sto. Tomás), y por las Ciencias Naturales debido a su profesor Max Westmeier. Obtiene cum laudem en dogmática, y Sagrada Escritura, y siente pasión por la historia de la Iglesia.

Vocación redentorista
El acercamiento a los redentoristas es progresivo, desde que en 1887, realiza una confesión general en Dürnberg, desde entonces se confiesa con redentoristas. Será en 1892, tras una excursión con el seminario, y haber rezado el rosario, cuando orando ante la Virgen de Altötting, escucha: vete a Gars, junto al rio Inn, con los redentoristas. Tiempo después escribe: me he dado cuenta que con los redentoristas puedo vivir una vida con Dios, en Dios y para Dios. Dejó el seminario y fue a casa de sus padres, quienes se opusieron a la decisión, sobre todo porque los redentoristas en Alemania habían sido prohibidos por la ley Kulturkampf de Bismark, por considerarlos nocivos para el Estado. El 6 de octubre de 1892 comienza su noviciado en Gars, tomando el hábito el 29 de noviembre. En ese tiempo escribe a sus padres para tranquilizarlos. Tiene por maestro a J. Frankenberger, quien cree en extrañas revelaciones, sobre este asunto escribe Gaspar: Los elevados misterios no son para mí. Lo esencial se encuentra en el Evangelio, para mí son incomprensibles... me limito a las verdades elementales, a la vida eterna, encarnación, redención y al Santísimo Sacramento.
Tiene dificultades para entender a un novicio, a quien no aguanta, y siente deseos de abandonar el noviciado. Esta etapa viene marcada en su espiritualidad por su apertura total a Dios y fidelidad sólo por su amor. El camino que sigue viene marcado por mortificaciones, oración, visitas regulares al Santísimo, 4 exámenes de conciencia diarios, retiros y ejercicios de piedad. Con ello busca un mayor compromiso, ser modesto y confiar en Dios: mi única vocación es hacer la voluntad de Dios. El 16 de octubre de 1893 hace la profesión religiosa en Dürrnberg.

Teologado y ordenación
Continúa sus estudios teologales en Dürrnberg, bajo la dirección del P. Rieger, de quien queda impresionado por su ciencia, y anota una de sus frases: Quien estudia la Teología sin rezar, fácilmente puede convertirse en un loco peligroso. Los serios propósitos del noviciado los sigue manteniendo, con la meditación, oración sencilla y contemplación, cuidando así su vida interior: nuestra vida interior es nuestra verdadera vida.
En esta época se propone cuidar su atención a los demás, ser más respetuoso, comprenderlos mejor, ser más amable y no sermonear ni juzgar. Todo un estilo de vida, de honestidad y sencillez que le acompañará toda su vida. El 28 de diciembre de 1893 recibe el subdiaconado en Ratisbona; el 21 de septiembre del año siguiente, el diaconado. Finalmente es ordenado sacerdote en la misma ciudad el 16 de junio de 1895, cuando tan sólo tenía 24 años, y canta misa en su pueblo natal el día 24 del mismo mes. Tras los ejercicios para prepararse para la ordenación, escribió: ...en la predicación debo evitar la palabrería vacía y aburrida. Predicaré únicamente la palabra de Dios y no la mía.

Trabajo pastoral
Tras ser ordenado es destinado al Seminario Menor de futuros Misioneros Redentoristas de Dürrnberg, como profesor y encargado de estudios. Sus cualidades personales, le hace ganarse rápidamente la confianza de los chicos. Su cordialidad, disponibilidad, afecto, humildad, comprensión y bondad, no le impiden ser firme y prudente en su trato y decisiones.
Tras estudios sobre la enseñanza, se decanta por un nuevo estilo estimulante, que no obligue a nadie, tolerante, paciente y entregado, en que se obedece sólo por amor, porque se quiere y no porque se debe, un estilo alegre y sereno. Nunca castiga ni reprende. Si algo está mal, los llama aparte, y si se equivoca les pide perdón en público, incluso de rodillas. Apuesta por una formación integral de los jóvenes, donde haya juego, deporte y otras manifestaciones, orientando hacia la madurez personal y el equilibrio interior, fundamentándolos siempre en Cristo. También propone unos días de vacaciones para los alumnos con sus familias. Se vuelca en la dedicación hacia los alumnos, especialmente con los enfermos.
Además de este trabajo, se encarga de la contabilidad del seminario, de elaborar los nuevos estatutos de la casa, y de los programas de estudio. En la comunidad, hace de reconciliador entre los hermanos, buscando el entendimiento entre jóvenes impacientes y superiores exigentes.
A sus 26 años, es el encargado de los postulantes, quienes le tienen gran cariño por su amistad, sencillez y cercanía, llegando a decir de Gaspar: le gustaba pasar el rato y entretenerse sentado con nosotros. Aunque le hubiese gustado haber ido de misiones, Gaspar se siente plenamente misionero en su trabajo pastoral en el seminario, y también en su confesionario, y sus predicaciones sencillas, destacando las referentes a María. Stanggassinger dice de sí mismo: soy una caña hueca a través de la cual habla Dios. En 1897, el intenso trabajo le desborda y entra en un estado de tensión y agotamiento, aún así, seguirá trabajando con toda su fuerza. El 16 de octubre de 1893 hace la profesión religiosa en Dürrnberg.

Teologado y ordenación
Continúa sus estudios teologales en Dürrnberg, bajo la dirección del P. Rieger, de quien queda impresionado por su ciencia, y anota una de sus frases: Quien estudia la Teología sin rezar, fácilmente puede convertirse en un loco peligroso. Los serios propósitos del noviciado los sigue manteniendo, con la meditación, oración sencilla y contemplación, cuidando así su vida interior: nuestra vida interior es nuestra verdadera vida.
En esta época se propone cuidar su atención a los demás, ser más respetuoso, comprenderlos mejor, ser más amable y no sermonear ni juzgar. Todo un estilo de vida, de honestidad y sencillez que le acompañará toda su vida. El 28 de diciembre de 1893 recibe el subdiaconado en Ratisbona; el 21 de septiembre del año siguiente, el diaconado. Finalmente es ordenado sacerdote en la misma ciudad el 16 de junio de 1895, cuando tan sólo tenía 24 años, y canta misa en su pueblo natal el día 24 del mismo mes. Tras los ejercicios para prepararse para la ordenación, escribió: ...en la predicación debo evitar la palabrería vacía y aburrida. Predicaré únicamente la palabra de Dios y no la mía.

Trabajo pastoral
Tras ser ordenado es destinado al Seminario Menor de futuros Misioneros Redentoristas de Dürrnberg, como profesor y encargado de estudios. Sus cualidades personales, le hace ganarse rápidamente la confianza de los chicos. Su cordialidad, disponibilidad, afecto, humildad, comprensión y bondad, no le impiden ser firme y prudente en su trato y decisiones.
Tras estudios sobre la enseñanza, se decanta por un nuevo estilo estimulante, que no obligue a nadie, tolerante, paciente y entregado, en que se obedece sólo por amor, porque se quiere y no porque se debe, un estilo alegre y sereno. Nunca castiga ni reprende. Si algo está mal, los llama aparte, y si se equivoca les pide perdón en público, incluso de rodillas. Apuesta por una formación integral de los jóvenes, donde haya juego, deporte y otras manifestaciones, orientando hacia la madurez personal y el equilibrio interior, fundamentándolos siempre en Cristo. También propone unos días de vacaciones para los alumnos con sus familias. Se vuelca en la dedicación hacia los alumnos, especialmente con los enfermos.
Además de este trabajo, se encarga de la contabilidad del seminario, de elaborar los nuevos estatutos de la casa, y de los programas de estudio. En la comunidad, hace de reconciliador entre los hermanos, buscando el entendimiento entre jóvenes impacientes y superiores exigentes.
A sus 26 años, es el encargado de los postulantes, quienes le tienen gran cariño por su amistad, sencillez y cercanía, llegando a decir de Gaspar: le gustaba pasar el rato y entretenerse sentado con nosotros. Aunque le hubiese gustado haber ido de misiones, Gaspar se siente plenamente misionero en su trabajo pastoral en el seminario, y también en su confesionario, y sus predicaciones sencillas, destacando las referentes a María. Stanggassinger dice de sí mismo: soy una caña hueca a través de la cual habla Dios. En 1897, el intenso trabajo le desborda y entra en un estado de tensión y agotamiento, aún así, seguirá trabajando con toda su fuerza.