domingo, 30 de abril de 2017

El amor es un contrato libre...


01 de Mayo - Mafalda de Portugal

Mafalda de Portugal, Santa
Abadesa, 01 de Mayo

Infanta de Portugal y reina de Castilla. Era hija de Sancho I el Poblador y de su mujer, Dulce de Barcelona.
En 1215 contrajo matrimonio con Enrique I de Castilla pero la juventud de ambos hizo que el matrimonio no se llegara a consumar. Al año siguiente, el matrimonio fue anulado por el Papa Inocencio III.
A la muerte de su padre, Mafalda, según las disposiciones del testamento, tenía que recibir el castillo de Seia y la porción restante del término municipal así como todas las rentas que ahí se producían. Además, se le concedía el derecho a utilizar el título de reina.
Esto generó un conflicto con su hermano Alfonso II el Gordo que, deseando un poder centralizado, obstaculizó que su hermana pudiera recibir los títulos y derechos que le correspondían. Alfonso temía que algo parecido pudiera suceder con sus otras dos hermanas, Teresa y Sancha, y con los eventuales herederos de estas, creando un problema de soberanía que podía llegar a dividir el país.
Una buena parte de los nobles portugueses se pusieron de parte de Mafalda y sus hermanas, pero terminaron derrotados. A la muerte de Alfonso II, su hijo Sancho II concedió a sus tías algunas tierras y castillos pero les hizo renunciar al título de princesa-reina. La paz definitiva llegó en 1223.

VIDA RELIGIOSA
Finalmente, tanto Mafalda como sus hermanas se hicieron monjas cistercienses. Mafalda fundó la Abadía de Arouca. El 1 de mayo de 1256 falleció en el monasterio de río Tinto. Al querer trasladar su cuerpo hasta Arouca lo encontraron incorrupto, lo que generó una fuerte devoción hacia la infanta portuguesa.
El 27 de junio de 1793 fue beatificada por el Papa Pío VI, acompañando así a sus hermanas Teresa y Sancha, declaradas beatas desde principios del siglo XVIII.

La tentación de la huida


No son pocos los que miran hoy a la Iglesia con pesimismo y desencanto. No es la que ellos desearían. Una Iglesia viva y dinámica, fiel a Jesucristo, comprometida realmente en construir una sociedad más humana.
La ven inmóvil y desfasada, excesivamente ocupada en defender una moral obsoleta que ya a pocos interesa, haciendo penosos esfuerzos por recuperar una credibilidad que parece encontrarse «bajo mínimos».
La perciben como una institución que está ahí casi siempre para acusar y condenar, pocas veces para ayudar e infundir esperanza en el corazón humano.
La sienten con frecuencia triste y aburrida y, de alguna manera, intuyen con G. Bernanos que «lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo triste».
La tentación fácil es el abandono y la huida. Algunos hace tiempo que lo hicieron, incluso de manera ostentosa. Hoy afirman casi con orgullo creer en Dios, pero no en la Iglesia.
Otros, tal vez, se van distanciando de ella poco a poco, «de puntillas y sin hacer ruido». Sin advertirlo apenas nadie, se va apagando en su corazón el afecto y la adhesión de otros tiempos.
Ciertamente, sería una equivocación alimentar en estos momentos un optimismo superficial e ingenuo, pensando que llegarán tiempos mejores. Más grave aún sería cerrar los ojos e ignorar la mediocridad y el pecado de la Iglesia.
Pero nuestro mayor pecado sería «huir hacia Emaús», abandonar la comunidad y dispersarnos cada uno por su camino, movidos sólo por la decepción y el desencanto.
Hemos de aprender «la lección de Emaús». La solución no está en abandonar la Iglesia, sino en rehacer nuestra vinculación con algún grupo cristiano, comunidad, movimiento o parroquia donde poder compartir y reavivar nuestra esperanza.
Donde unos hombres y mujeres caminan preguntándose por Jesús y ahondando en su mensaje, allí se hace presente el Resucitado. Es fácil que un día, al escuchar el evangelio, sientan de nuevo «arder su corazón».
Donde unos creyentes se encuentran para celebrar juntos la eucaristía, allí está el Resucitado alimentando sus vidas. Es fácil que un día «se abran sus ojos» y lo vean.
Por muy muerta que aparezca ante nuestros ojos, en la Iglesia habita el Resucitado. Por eso, también aquí tienen sentido los versos de A. Machado: «Creí mi hogar apagado, revolví las cenizas..., me quemé la mano». JAP

Un buen amigo...


Evangelio del Lunes 01 de Mayo

Día Litúrgico: Lunes III (A) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 6,22-29): Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos le vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. 
Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado».

«La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado»

Comentario: Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera (Ripollet, Barcelona, España)

Hoy contemplamos los resultados de la multiplicación de los panes, resultados que sorprendieron a toda aquella multitud. Ellos bajan de la montaña, al día siguiente, hasta la orilla del lago, y se quedan allí mirando Cafarnaúm. Se quedan allí porque no hay ninguna barca. De hecho, sólo había habido una: aquella que en la tarde anterior había marchado sin Jesús.
La pregunta es: ¿Dónde se encuentra Jesús? Los discípulos han marchado sin Jesús, y, sin duda, Jesús allá no está. ¿Dónde está, pues? Afortunadamente, la gente puede subir a unas barcas que han ido llegando, y zarpan en busca del Señor a Cafarnaúm.
Y, efectivamente, al llegar a la otra orilla del lago, le encuentran. Se sorprenden de su presencia allí, y le preguntan: «Rabí, ¿cuándo has llegado aquí?» (Jn 6,25). La realidad es que la gente no sabía que Jesús había caminado por encima de las aguas de manera milagrosa, y Jesús tampoco da respuesta directa a las preguntas que le hacen.
¿Qué dirección y qué esfuerzo llevan a encontrar a Jesús verdaderamente? Nos lo dice el mismo Señor: «Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello» (Jn 6,27).
Detrás de todo esto continúa estando la multiplicación de los panes, signo de la generosidad divina. La gente insiste y continúa preguntando: «¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn 6,28). Jesús responde claramente: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado» (Jn 6,29).
Jesús no pide una multiplicación de obras buenas, sino que uno tenga fe en aquel que Dios Padre ha enviado. Porque con fe, el hombre realiza la obra de Dios. Por esto designó la fe misma como obra. En María tenemos el mejor modelo de amor manifestado en obras de fe.

sábado, 29 de abril de 2017

30 de Abril - Ventura de Spello

Ventura de Spello, Santo
Confesor, 30 de Abril

Etimológicamente significa “augurio”. Viene de la lengua latina.
Santo Tradicional - No incluido en el actual Martirologio Romano

Fue un confesor del siglo XIV. Es un nombre bastante raro en el calendario, y procede de la Edad Media. Su nombre significa “suerte” y se ponía para desearla al recién nacido. Es más frecuente el nombre compuesto de Buenaventura, que lo llevó el famoso teólogo franciscano de Bagnoreggio.
El más célebre con este nombre vivió en la región italiana de la Umbría. Murió mártir hacia el 1250. Es posible que por devoción a este santo, el de hoy, en la lejana Spello, recibiese su nombre.
Spello se levanta sobre el monte Subasio, entre Asís y Foligno, en Italia.
Era ya antigua: once siglos a sus espaldas. Aquí nació Ventura. Descendía de una familia llamada Spellicci. Todavía sigue su genealogía viva en la realidad. El no fue franciscano, en contra de lo que se puede pensar.
Estando en Roma, recibió el hábito de los “Crucíferos”, una Orden que suprimiría más tarde el Papa Alejandro VI.
El estudió en Roma, concretamente, en el monasterio de la Fontana de Trevi. Todo el mundo lo conocía porque llevaba una gran cruz colgada al pecho. Más nunca explicó que aquella cruz era el símbolo del martirio y del sacrificio.
Como era hombre de oración y de trabajo para los demás, fundó en su ciudad un albergue para peregrinos. Murió el año 1300.

La meningitis puede provocar la muerte o daño cerebral irreversible


Aquellos que no llegaron al año forman el grupo más vulnerable. Además de los recién nacidos, los adolescentes pueden ser portadores del germen. La meningitis es una enfermedad de sumo riesgo para los menores, y constituye un problema mayúsculo cuando no se trata. Puede causar importantes daños cerebrales y la mortalidad en los casos no tratados alcanza el 50%. Incluso, en las primeras 24 horas podría dejar al afectado con discapacidades o con secuelas graves. 
Cada 24 de abril, por iniciativa de la America's Health Foundation (AHF), se celebra el Día Mundial contra la Meningitis. La fecha busca aumentar la conciencia global sobre esta patología potencialmente devastadora y hacer hincapié en la importancia de la vacunación como la principal estrategia para prevenir esta infección. 
Causada por la “Neisseria meningitidis” o meningococo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a esta dolencia como una infección bacteriana severa de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, llamadas meninges. La bacteria se transmite entre personas por medio de secreciones respiratorias o de la garganta y la acelerada propagación se produce por el contacto estrecho y prolongado a través de besos, estornudos, tos, dormitorios colectivos, vajillas y cubiertos compartidos con una persona infectada. 
El periodo de incubación medio es de 4 días, pero puede oscilar entre 2 y 10 días. Incluso cuando se diagnostica tempranamente y se recibe tratamiento adecuado, un 5 a 10% de los pacientes fallece, generalmente en las primeras 24 a 48 horas tras la aparición de los síntomas. Las consecuencias de la enfermedad pueden ser fatales o pueden dejar secuelas neurológicas irreversibles, como la pérdida de la audición, discapacidad neurológica, amputaciones, retraso madurativo u otras alteraciones a largo plazo que no se recuperan. 
El principal impacto de la enfermedad se da entre los niños pequeños. “La mayoría de los casos de meningitis por meningococo ocurre en personas sanas, sin ningún tipo de advertencia. Los síntomas más usuales son vómitos, sensibilidad a la luz, fiebre alta, cefalea, rigidez en la nuca y un estado de confusión”, detalló el Dr. Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica. Y agregó: “También, una forma menos frecuente de la enfermedad es la llamada 'septicemia meningocócica', caracterizada por una erupción cutánea hemorrágica y colapso circulatorio rápido”. 
No se conoce la cantidad exacta de afectados en el país, pero según el informe de SIREVA (Sistema de Redes de Vigilancia de Agentes Bacterianos) de 2015, se registraron 91 aislamientos invasores por Neisseria meningitidis por grupos de edad y por diagnóstico. La solución para evitar cualquier inconveniente está al alcance de todos: la vacuna tetravalente (A, C, Y, W) conjugada contra meningococo se aprobó a comienzos de este año y se sumó al Calendario Nacional de Vacunación para bebés con un esquema de 3 dosis (la primera a los 3 meses de vida, la segunda se administra a los 5 meses de edad y la última, como refuerzo a los 15 meses). También incluye niños y niñas que cumplan 11 años, con una dosis única.

Tenemos tanto, pero… ¿somos felices?


La vida… para muchos de nosotros es tan complicada. Todos tenemos nuestra propia perspectiva de la vida. Ella comienza con amor, demanda amor y siempre busca amor; tan hermoso, tan sencillo, aunque tan difícil de comprender para nosotros.
Arrastrándose dentro del límite de aquellas cuatro paredes, rodeado de papá, mamá y otros miembros de la familia, cuán felices éramos. Cuán entusiasmados solíamos estar viendo las cómicas en TV, recibiendo juguetes, comiendo chocolate, etc.
Con una frontera ampliada en la vida y con más amigos a nuestros alrededor, ¡se supone que deberíamos ser aún más felices! Pero, ¿realmente lo somos?
Antes de que desarrollásemos sistemas de educación, buenos medios de transporte y comunicación, etc., éramos felices. Pero ahora, con todos estos avances, ¿por qué no podemos ser felices?
Tenemos la habilidad y tecnología para alcanzar el espacio exterior… y sin embargo no podemos desarrollar una tecnología para traer una sonrisa al rostro de alguien. Las necesidades y quereres nos impulsan hacia todos estos descubrimientos y nos llevan hacia el lujo. Estos son los mismos quereres que, en un extremo, se convierten en deseos… deseos ilimitados en los que nos ahogamos.
Nos estamos ahogando deseando más amor, más lujo, más comodidad y más éxito.
Hemos acumulado vastos conocimientos aunque fallamos en comprender la sencilla verdad de la vida: la vida es una travesía y tenemos que aceptar todo lo que nos sale al encuentro. La única manera de sonreír es aceptar lo que somos y lo que tenemos… nunca correr y lamentarnos por lo que no tenemos. SGV
El pensamiento de hoy, casi un clamor existencialista que me recuerda la angustia de muchos en la década de los setenta en el siglo pasado (el XX), pareciera dar en el blanco para muchos en medio del Occidente. Animados por la cultura que nos rodea, ¡nos hemos lanzado en búsqueda de un sueño colectivo que jamás lograremos alcanzar porque es irreal! Y es que, como bien dice el autor, la vida nos brinda en medio de su evidente complejidad, la oportunidad de ser felices si la sabemos vivir con sencillez, con una actitud agradecida al Señor por quienes somos (en vez de quejarnos por quienes no somos o por quienes nos hubiera gustado ser) y lo que tenemos (en vez de lamentarnos por lo que no tenemos o hubiésemos querido tener). No hay sustituto para una vida de genuino contentamiento delante de Dios. Atrevámonos a abrazar ese estilo de vida… que no sólo nos bendecirá a nosotros sino también a todos los que nos rodean. Adelante y que Dios les bendiga. RI

Evangelio del Domingo 30 de Abril

Día Litúrgico: Domingo III (A) de Pascua

Texto del Evangelio (Lc 24,13-35): Aquel mismo día, el domingo, iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. 
Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?». Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado, Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?». Él les dijo: «¿Qué cosas?». Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron».
Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». 
Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

«Aquel mismo día, el domingo»

Comentario: Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)

Hoy comenzamos la proclamación del Evangelio con la expresión: «Aquel mismo día, el domingo» (Lc 24,13). Sí, todavía domingo. Pascua —se ha dicho— es como un gran domingo de cincuenta días. ¡Oh, si supiésemos la importancia que tiene este día en la vida de los cristianos! «Hay motivos para decir, como sugiere la homilía de un autor del siglo IV (el Pseudo Eusebio de Alejandría), que el ‘día del Señor’ es el ‘señor de los días’ (…). Ésta es, efectivamente, para los cristianos la “fiesta primordial”» (San Juan Pablo II). El domingo, para nosotros, es como el seno materno, cuna, celebración, hogar y también aliento misionero. ¡Oh, si entreviéramos la luz y la poesía que lleva! Entonces afirmaríamos como aquellos mártires de los primeros siglos: «No podemos vivir sin el domingo».
Pero, cuando el día del Señor pierde relieve en nuestra existencia, también se eclipsa el “Señor del día”, y nos volvemos tan pragmáticos y “serios” que sólo damos crédito a nuestros proyectos y previsiones, planes y estrategias; entonces, incluso la misma libertad con la que Dios actúa, nos es motivo de escándalo y de alejamiento. Ignorando el estupor nos cerramos a la manifestación más luminosa de la gloria de Dios, y todo se convierte en un atardecer de decepción, preludio de una noche interminable, donde la vida parece condenada a un perenne insomnio.
Sin embargo, el Evangelio proclamado en medio de las asambleas dominicales es siempre anuncio angélico de una claridad dirigida a entendimientos y corazones tardos para creer (cf. Lc 24,25), y por esto es suave, no explosivo, ya que —de otro modo— más que iluminar nos cegaría. Es la Vida del Resucitado que el Espíritu nos comunica con la Palabra y el Pan partido, respetando nuestro caminar hecho de pasos cortos y no siempre bien dirigidos.
Cada domingo recordemos que Jesús «entró a quedarse con ellos» (Lc 24,29), con nosotros. ¿Lo has reconocido hoy, cristiano?

viernes, 28 de abril de 2017

29 de Abril - Cristino

Cristino, Santo
Mártir, Patrono de Portoferraio, 29 de Abril

Santo Tradicional - No incluido en el actual Martirologio Romano
Etimológicamente: Cristino = Es una variante de Cristián = Aquel que sigue a Cristo, es de origen latino.

Cristino, es el santo patrón de Portoferraio, ciudad italiana situada en la isla de Elba. Su reliquia llamada devotamente “cuerpo santo” es conservada y venerada en la iglesia perteneciente a la “Cofradía de la Misericordia”.
En 1661 el “cuerpo santo” fue descubierto en las catacumbas romanas de Priscila. El portoferraiense Antonio Vai, perteneciente a la Cofradía de la Misericordia recaló casualmente por Roma. El Papa de aquel entonces, Alejandro VII decidió donar el cuerpo santo a la comunidad de Portoferraio.
La reliquia llegó un 29 de abril, día que se convierte en fiesta patronal para toda la comunidad portoferraiense. En 1764, el papa Clemente XIII aprueba la elección de San Cristino como santo patrón de la ciudad. Es entonces, el 7 de abril de 1764 cuando la S. Congregazione dei Riti, concede a la fiesta de San Cristino todos los honores al ser la celebración del principal protector de Portoferraio. El 9 de agosto de 1764 el emperador Francisco I muestra su beneplácito mediante un decreto.
Por ocasión de sus fiestas, generalmente se abre la cripta donde reposan los restos de San Cristino, y se exponen en la iglesia de la cofradía, tras lo cual se trasfieren al Duomo de la ciudad. Tras esto se lleva a cabo una celebración religiosa y la urna con los restos de San Cristino es llevada por las calles del casco antiguo de la ciudad repartiendo su bendición sobre la ciudad.

Hábitos de matrimonios saludables



Un hábito es una costumbre que se forma con un esfuerzo inicial y se pule con el tiempo.
Todos los seres humanos necesitamos formar hábitos que nos permitan ser mejores personas, tener mejores matrimonios y tener vida saludable en todos los aspectos. Veamos tres hábitos fundamentales para establecer en tu matrimonio y una familia saludable.

1-La unidad de un matrimonio desde la perspectiva del Creador debe establecerse sobre fundamentos espirituales. La unidad espiritual en un matrimonio genera un ambiente de estabilidad emocional a pesar de las circunstancias que rodeen la relación. Una buena unidad espiritual es el fundamento imprescindible de una buena relación emocional.
En otras palabras, cuando en un Matrimonio hay una unidad espiritual sólida, tendrán la capacidad de manejar los conflictos y las diferencias de una mejor manera; tendrán mayor tolerancia y serán capaces de perdonarse con más facilidad. Para lograr una buena unidad espiritual, es necesario que establezcan hábitos de vida espiritual como asistir juntos a la iglesia, orar juntos, leer la biblia juntos, y compartir principios bíblicos de vida. Estos hábitos de vida espiritual, les permitirá manejar las circunstancias y los conflictos sin necesidad de enojarse ni ofenderse.
2- El segundo hábito fundamental es el de comunicarse correctamente. Para eso deben crear el hábito de escucharse mutuamente con atención y paciencia. La mayoría de matrimonios no tienen este hábito. Pero es vital para tener una buena relación. Al escucharse con atención y paciencia, van a tener la oportunidad de expresar los sentimientos libre y sinceramente y eso los acercará y fortalecerá la relación emocional de la pareja. Tomar en cuenta la opinión y el criterio del cónyuge es un excelente hábito que les evitará muchas discusiones. Cambie entonces el hábito de gritar y de interrumpir a su cónyuge, por un hábito de escuchar con paciencia y tomar en cuenta sinceramente la opinión de su cónyuge.
3-El tercer hábito de vida matrimonial: alimentar la relación. Es muy importante que como pareja tengan un tiempo a la semana para compartir juntos, en plan “cita”. Salir a cenar, caminar por la playa o un parque tomados de la mano, tomar un helado juntos, etc. Este tiempo deben aprovecharlo para conversar de sueños, proyectos de vida, arte, filosofía, temas espirituales, pero sobretodo de sentimientos mutuos. No usen este tiempo para hablar de otros temas.
Cuando una pareja desarrolla estos tres hábitos de vida, la probabilidad de que tengan una relación saludable es muy alta. Podrán disfrutar de las cosas buenas de la vida y enfrentar las dificultades con más sabiduría. Como todo hábito requiere esfuerzo y perseverancia y en no pocas ocasiones requiere ayuda calificada. Habla con tu cónyuge hoy mismo, pídanse perdón primero y tomen la decisión de establecer nuevos hábitos de vida espiritual y emocional para fortalecer su relación sólidamente. Busquen ayuda capacitada que les enseñe a desarrollar estrategias para lograrlo.
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. ¡Cuídalo! LyHF

Evangelio del Sábado 29 de Abril

Día Litúrgico: Sábado II (A) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 6,16-21): Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: «Soy yo. No temáis». Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

«Soy yo. No temáis»

Comentario: Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez (Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy, Jesús nos desconcierta. Estábamos acostumbrados a un Redentor que, presto para atender todo tipo de indigencia humana, no dudaba en recorrer a su poder divino. De hecho, la acción transcurre justo después de la multiplicación de los panes y peces a favor de la multitud hambrienta. Ahora, en cambio, nos desconcierta un milagro —el hecho de andar sobre las aguas— que parece, a primera vista, una acción de cara a la galería. ¡Pero no!, Jesús ya había descartado el uso de su poder divino para buscar el lucimiento o el provecho personal cuando al inicio de su misión rechazó las tentaciones del Maligno.
Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad.
«No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo. 
Las mismas palabras que Jesús dirigía a Pedro y a los Apóstoles las repetía San Juan Pablo II, sucesor de Pedro, al inicio de su pontificado: «No tengáis miedo». Era una llamada a abrir el corazón, la propia existencia al Redentor para que con Él no temamos ante los embates de los enemigos de Cristo.
Ante la personal fragilidad para llevar a buen puerto las misiones que el Señor nos pide (una vocación, un proyecto apostólico, un servicio...), nos consuela saber que María también —criatura como nosotros— oyó las mismas palabras de parte del ángel antes de afrontar la misión que el Señor le tenía encomendada. Aprendamos de ella a acoger la invitación de Jesús cada día, en cada circunstancia.

jueves, 27 de abril de 2017

28 de Abril - María Luisa de Jesús Trichet

María Luisa de Jesús Trichet, Beata
Cofundadora de las Hijas de la Sabiduría, 28 de Abril

Martirologio Romano: En Saint-Laurent-sur-Sèvre, Francia, beata María Luisa de Jesús Trichet, virgen, que vistió el hábito religioso como primer miembro de la Congregación de Hijas de la Sabiduría, a la que dirigió con suma prudencia. († 1759)
Fecha de beatificación: 16 de mayo de 1993 por S.S. Juan Pablo II.

María Luisa Trichet (en religión María Luisa de Jesús), con San Luis María Grignion de Montfort, es la cofundadora de la Congregación de las religiosas, llamadas Hijas de la Sabiduría.
Nacida en Poitiers (Francia), el 7 de mayo de 1684, fue bautizada el mismo día. Cuarta de una familia de ocho hijos, recibió una sólida educación cristiana tanto en la familia como en la escuela. A los 17 años, encuentra por primera vez a Luis María Grignion de Montfort, quien acaba de ser nombrado capellán del hospital de Poitiers. Su fama de predicador y de confesor es ya notable entre la juventud de esta región del Poitou.
Espontáneamente, María Luisa ofrece sus servicios en el hospital: ella consagra una buena parte de su tiempo a los pobres y a los enfermos. Pero, de pronto, Luis María de Montfort le pide de “permanecer” allí. A esta llamada María Luisa responde con un sí total. En el hospital no hay puesto libre para entrar en calidad de “gobernante”... no importa, María Luisa, simplemente, consigue ser admitida como “pobre”. Tiene 19 años.
“Te volverás loca como este sacerdote” le había dicho su madre. ¡Qué idea, cuando se es bella, joven y de buena familia, llevar un sayal gris (2 de febrero de 1703) y pasar su tiempo a cuidar vagabundos, enfermos y apestados! ¡Qué locura seguir a “este sacerdote loco”!
Durante diez años, María Luisa va a desempeñar lo más perfectamente posible su humilde servicio de cuidar lisiados. Luis María de Montfort ha dejado Poitiers; María Luisa está sola.
La célebre cruz que Montfort ha dibujado está colocada en el centro del hospital. María Luisa lleva una cruz sobre su sayal gris, pero sobre todo en su corazón. En efecto, ella debe realizar el servicio agotador de cada día, la ausencia de compañeras, el fallecimiento de dos de sus hermanas y de su hermano, joven sacerdote muerto a causa de la peste, víctima de su abnegación.
Es el comienzo de una aventura, que es a la vez la historia de la Congregación de las Hijas de la Sabiduría:
1714: Llegada de la primera compañera, Catalina Brunet.
1715: Fundación de la primera comunidad en La Rochelle (Charente) con dos nuevas reclutas: María Régnier y María Valleau.
1716: Muerte prematura de Luis María de Montfort a la edad de 43 años.
La joven congregación es desestabilizada por esta noticia tan dolorosa como inesperada. María Luisa experimenta la frase escrita por Luis María de Montfort: “Si no se arriesga algo por Dios, no se hace nada grande por El”.
Durante 43 años, María Luisa de Jesús, sola, forma sus compañeras, conduce y desarrolla las fundaciones que se multiplican: escuelas de caridad, visitas y cuidados a los enfermos, sopa popular para los mendigos, gestión de grandes hospitales marítimos en Francia.
Los pobres del hospital de Niort (Deux-Sèvres) la llaman “la Buena Madre Jesús”. ¡Es decirlo todo! Su programa de vida es muy simple: “Es necesario que yo ame a Dios oculto en mi prójimo” (Coro de un cántico compuesto por Luis María de Montfort destinado a las Hijas de la Sabiduría).
Cuando ella muere en Saint-Laurent-sur-Sèvre (Vendée) el 28 de abril de 1759, la Congregación cuenta con 174 religiosas presentes en 36 comunidades, más la Casa Madre. Luis María de Montfort y María Luisa de Jesús descansan juntos en la iglesia parroquial de San Lorenzo.
Desde esta fecha, millares y millares de Hijas de la Sabiduría (16.883) han calmado su sed de Sabiduría en la Locura del Amor de Dios y de los Pobres. Hoy, más de 2.500 continúan esta aventura en los 5 continentes.
El 16 de mayo de 1993, María Luisa de Jesús (Trichet) fue declarada “Bienaventurada” (Beata) por el Papa Juan Pablo II en Roma.
El 19 de septiembre de 1996, el Papa Juan Pablo II fue a recogerse y a orar en las tumbas de San Luis María de Montfort y de la Bienaventurada María Luisa de Jesús en Saint-Laurent-sur-Sèvre (Vendée).
Por su vida y por sus obras, María Luisa de Jesús revela un mensaje de gran actualidad: promoción integral de la persona humana y servicio a los más pobres, por amor a Jesucristo-Sabiduría.

La sobreexposición a las pantallas digitales puede resultar nociva para los ojos


Los especialistas recomiendan protección para minimizar potenciales problemas visuales. A la vez, aseguran que el problema es la sobreexposición
La tecnología se ha vuelto una parte esencial de nuestras vidas. Solo basta prestar atención a nuestro alrededor para ver que en todo momento estamos rodeados por ella; ya sea que estemos trabajando o descansando, siempre está presente para hacernos la vida más fácil. 
Sin embargo, utilizar constante y diariamente computadoras, tablets, celulares y otros dispositivos móviles por largos periodos de tiempo, puede ser contraproducente para la salud ocular, debido a que su uso prolongado nos hace más vulnerables a los daños causados por la luz azul nociva emitida por sus pantallas. Por otra parte también se debe considerar que nuestros ojos están expuestos a la luz azul nociva que emite el sol, la cual es 100 veces mayor que la de las fuentes artificiales. 
Para evitar los riesgos frente a la exposición excesiva y acumulación de la luz azul dañina, tanto en el interior como en el exterior, los expertos recomiendan el uso de lentes con tecnología fotosensible, como los lentes Transitions, que ofrecen una experiencia visual óptima, en cualquier condición ambiental, a la vez que proporcionan una protección ideal contra la luz azul dañina y el sol, como fuente natural. 
En este sentido, desde el Consejo Argentino de Oftalmología (CAO) aconsejan tomar en cuenta las siguientes medidas de protección e higiene visual para utilizar las nuevas tecnologías sin sobre esforzar la visión:
  • Ajustar el brillo y contraste de las pantallas digitales al mínimo posible.
  • Utilizar siempre buenas condiciones de iluminación, tanto en el hogar como en el trabajo y evitar reflejos de otras fuentes de luz.
  • Frente a cualquier tipo de pantalla descansar la vista 5 minutos cada 40 minutos de uso, enfocando la mirada al punto más lejano posible y pestañear para hidratar los ojos.
  • Mantener limpia las pantallas de los gadgets para facilitar la lectura.
  • Considerar el uso de lentes fotosensibles, los cuales se adaptan automáticamente a cualquier cambio de iluminación en interiores y exteriores, ofreciendo comodidad, conveniencia y bienestar a los ojos para el mundo digital en el que vivimos, trabajamos y descansamos. Cuentan con opciones que se ajustan a todo tipo de armazón, diseño y tratamiento con graduación o sin ella.
  • Consultar al médico oftalmólogo por lo menos una vez al año, asegura un correcto cuidado de la salud visual.
Finalmente, es importante también acostumbrar a los niños desde temprana edad a proteger sus ojos al emplear estas pantallas, con el fin de evitar problemas oculares futuros. Siempre la prevención es la mejor alternativa para la salud.

No se contagie por el pánico


“No ha aprendido las lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido algún temor” Ralph Waldo Emerson
Es increíble la cantidad de personas que están viviendo situaciones de pánico. Viven con miedos, desde miedo escénico a miedo a morir. Viven angustiados y desesperados por encontrar ayuda para su relación matrimonial o familiar. Otros viven en pánico financiero, pánico a quedar desempleado, como puede ser que ya lo estés y tienes pánico al futuro, vives en incertidumbre. Son personas reales que sienten mucha presión, estrés y se preguntan constantemente “¿Por qué Yo?”
Una definición de pánico dice que es un miedo repentino abrumador, con o sin causa, que produce un comportamiento histérico o irracional, y que a menudo se disemina rápidamente a través de un grupo de personas, puedo decir que es un virus.  El pánico no tiene ningún sentido de propósito. El pánico lo que busca es que huyas del problema, que te ocultes o metas la cabeza en un agujero. El pánico no da esperanza, al contrario crea una sensación de desesperanza. El pánico te dice que no hay salida y te hace gritar: ¿Quién podrá ayudarme?
¿Y cómo salgo del pánico?
Para salir del estado de pánico necesitas aprender a lidiar con el estrés. Hay muchas maneras de hacerlo de forma terapéutica, sin embargo la más importante está relacionada con la conexión espiritual.
¿Cómo es tu relación con Dios? ¿Confías en Él?
La Biblia que es el gran libro nos muestra un texto que dice: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” Filipenses 4:6.7
¿Qué es lo que te inquieta? Si lo que te inquieta piensas que no tiene solución, estás en lo cierto, pero si piensas que tiene solución también estás en lo cierto. Podemos ver entonces que es un asunto de pensamiento y más allá del pensamiento “creamos realidades” con nuestro lenguaje.
¿Cuál es la “realidad” que he creado? ¿Qué es lo que te dices a ti mismo cuando estás ante aquello que temes?
La primera regla es aprender a confiar en Dios, creo que muchos de nuestros problemas los creamos nosotros con las decisiones que tomamos, y Dios las permite para ver dónde está nuestra confianza. ¿Dónde colocas tu confianza?
Necesitamos aprender a desarrollar la confianza en Dios y esto no es solamente de decirlo, es crear un hábito mental de cambio de pensamientos y cambio de lenguaje.
¿Cómo son mis pensamientos? ¿Cómo son mis palabras? ¿Lo que pienso o lo que hablo está de acuerdo con lo que Dios dice que yo soy?
Necesitamos actuar con confianza todos los días. La ansiedad o el pánico hacen de mí una persona reactiva, víctima de las circunstancias mientras que la confianza hace de mí  una persona proactiva, responsable, protagonista de mi destino.
No pierdas la confianza que Dios ha puesto en ti. Cuando pierdes la confianza entras en pánico. El pánico hace que las cosas empeoren. La confianza te hace ver oportunidades, la confianza desarrolla carácter, perseverancia, resiliencia y otras cualidades que te ayudarán a llevar la vida de paz que anhelas.
Hoy es el mejor día para comenzar a vivir libre del temor, de la incertidumbre, de la ansiedad. Hoy es el mejor día para confiar en Dios y confiarle todo aquello que te preocupa. No te contagies por el pánico, busca ser protagonista de tu vida. PS

Evangelio del Viernes 28 de Abril

Día Litúrgico: Viernes II (A) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 6,1-15): En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?». Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». 
Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.

«Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer»

Comentario: Rev. D. Llucià POU i Sabater (Granada, España)

Hoy leemos el Evangelio de la multiplicación de los panes: «Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron» (Jn 6,11). El agobio de los Apóstoles ante tanta gente hambrienta nos hace pensar en una multitud actual, no hambrienta, sino peor aún: alejada de Dios, con una “anorexia espiritual”, que impide participar de la Pascua y conocer a Jesús. No sabemos cómo llegar a tanta gente... Aletea en la lectura de hoy un mensaje de esperanza: no importa la falta de medios, sino los recursos sobrenaturales; no seamos “realistas”, sino “confiados” en Dios. Así, cuando Jesús pregunta a Felipe dónde podían comprar pan para todos, en realidad «se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer» (Jn 6,5-6). El Señor espera que confiemos en Él.
Al contemplar esos “signos de los tiempos”, no queremos pasividad (pereza, languidez por falta de lucha...), sino esperanza: el Señor, para hacer el milagro, quiere la dedicación de los Apóstoles y la generosidad del joven que entrega unos panes y peces. Jesús aumenta nuestra fe, obediencia y audacia, aunque no veamos enseguida el fruto del trabajo, como el campesino no ve despuntar el tallo después de la siembra. «Fe, pues, sin permitir que nos domine el desaliento; sin pararnos en cálculos meramente humanos. Para superar los obstáculos, hay que empezar trabajando, metiéndonos de lleno en la tarea, de manera que el mismo esfuerzo nos lleve a abrir nuevas veredas» (San Josemaría), que aparecerán de modo insospechado.
No esperemos el momento ideal para poner lo que esté de nuestra parte: ¡cuanto antes!, pues Jesús nos espera para hacer el milagro. «Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo alto puede hacer esperar un futuro menos oscuro», escribió San Juan Pablo II. Acompañemos, pues, con el Rosario a la Virgen, pues su intercesión se ha hecho notar en tantos momentos delicados por los que ha surcado la historia de la Humanidad.

miércoles, 26 de abril de 2017

Lo triste es...


La clave del aprendizaje...


27 de Abril - Hosanna de Kotor

Hosanna de Kotor, Beata
Virgen Dominica, 27 de Abril

Martirologio Romano: En Kotor, sur de la Dalmacia en la República de Montenegro, beata Catalina, virgen, la cual, bautizada en la Iglesia ortodoxa, ingresó en la Orden de Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo asumiendo el nombre de Hosanna y vivió recluida a lo largo de cincuenta y un años, inmersa en la divina contemplación, e intercediendo por el pueblo cristiano durante el asedio de los turcos († 1565).

Nacida en Montenegro, en el año 1493, en el seno de una familia ortodoxa griega, fue bautizada dentro de esa tradición con el nombre de Catalina (Catherine) Cosie.
Ella era una pastorcita en su juventud, y aprovechaba su labor para pasar horas oración solitaria, es en esta época que comenzó a tener visiones del Niño Jesús. Cuando cumplió 12 años, sus visiones fueron seguidas por un fuerte deseo de viajar a Kotor (Cattaro), donde ella sentía que podría orar mucho mejor.
Su madre le consiguió un trabajo como sirvienta de una católica muy adinerada, que le permitía pasar en la iglesia todo el tiempo que ella deseara, fue aquí donde Catalina se convirtió al Catolicismo Romano.
Al final de su adolescencia ella sintió el llamado de llevar la vida dura y espiritual de un anacoreta. Aunque era muy joven para asumir esta vida, su director espiritual le facilitó una celda cerca de la iglesia de San Bartolomé en Kotor.
Luego ella se mudó a una celda en la iglesia de San Pablo, y tomó el hábito terciario dominico cambiando su nombre a Hosanna en memoria a la beata Hosanna de Mantua, y vivió bajo la regla dominica los siguientes 52 años.
Un grupo de hermanas dominicas se mudaron cerca de ella para seguir sus consejos y guía, pedirle oraciones. La consideraban su líder. Llegaron a ser tantas, que un convento dominico fue construido para ellas.
Las visiones místicas no se detuvieron, ella veía a la Santísima Virgen con al Niño Jesús, varios santos y de vez en cuando al mismo demonio. Alguna vez Satanás tomó la apariencia de la Virgen, pero Hosanna se dio cuenta de quién era cuando le pidió que deje la vida religiosa.
La tradición cuenta que cuando Kotor fue atacada por los turcos, lograron su liberación gracias a las oraciones de nuestra beata; también se cuenta que sus oraciones salvaron a Kotor de la plaga.
Murió en el año 1565, y fue beatificada en el año 1934 durante del pontificado de S.S. Pío XI.

¿Desde qué fundamentos se construye la bioética?


La bioética encuentra sus fundamentos cuando se pone ante una serie de preguntas que, implícita o explícitamente, cada uno responde a lo largo de su vida (a veces desde una continuidad de fondo, otras veces con cambios más o menos radicales).
Esas preguntas tocan temas esenciales: la vida humana y su dignidad; el amor humano y su significado; el sufrimiento y la enfermedad; el inicio (cuándo empezamos a existir) y el final (el “momento” de la muerte); las relaciones con los otros seres vivos y con el ambiente.
Se trata de temas muy amplios que no pueden ser abordados con precipitación. Las respuestas que se den a los mismos, sea de modo consciente, sea desde una orientación casi inconsciente pero no por ello menos importante, configuran cada uno de nuestros comportamientos.
Desde que nos levantamos hasta que buscamos al final de la jornada unas horas de descanso, las acciones que emprendemos influyen sobre la propia vida (que será más o menos sana) y sobre las de quienes viven cerca o lejos. No existen, en cierto sentido, actos indiferentes, pues incluso las omisiones (no hacer, no molestar) a veces llegan a ser dañinas: muchas veces abandonamos a su suerte a personas necesitadas de asistencia alimenticia, médica o simplemente afectiva, porque preferimos invertir tiempo y dinero en asuntos de menor importancia.
El estudio de la bioética busca iluminar, valorar, orientar, nuestros actos en orden a promover un mundo más saludable, más solidario, más atento a quienes sufren, más preocupado por una adecuada tutela del ambiente.
Esto implica, primeramente, elaborar una antropología válida. Tal antropología necesita estar en diálogo con las más importantes propuestas filosóficas elaboradas a lo largo de los siglos, con los descubrimientos de la moderna psicología y de las ciencias biológicas y médicas, con los estudios sociológicos y pedagógicos. Al mismo tiempo, la antropología se confronta con las mismas personas que participan en la Universidad (profesores y alumnos) en cuanto cada uno tiene una cierta visión sobre su propia identidad y sobre la identidad de los otros: no es posible un estudio “neutro” de la antropología, pues a través de la misma revisamos y ponemos en claro las propias ideas sobre lo que somos en cuanto seres humanos.
En segundo lugar, la bioética depende de una serie de principios éticos fundamentales. La ética, como la antropología, es presentada según modos diferentes y con teorías a veces claramente contrapuestas, lo cual dificulta el estudio de la bioética. Ante un panorama pluralístico, hace falta conocer al menos las principales teorías bioéticas en su relación con las éticas del pasado o del presente. Al mismo tiempo, la reflexión sobre la ética interpela a cada ser humano, a los profesores y a los alumnos de la Universidad, en cuanto que el reconocimiento de lo bueno y de lo malo permite juzgar nuestros actos y aquellos realizados por los demás.
En tercer lugar, el estudio de la bioética está en una relación estrecha con materias afines (algunas ya mencionadas al hablar de la antropología), especialmente con la medicina, la biología, y las ciencias ambientales. Ciertamente, al estudiar bioética no podemos afrontar simultáneamente tantas disciplinas. Afortunadamente, el mundo contemporáneo difunde numerosas ideas sobre estos ámbitos del saber, de forma que resulta posible elaborar una visión personal sobre lo que sea más adecuado para conservar la propia salud (y la de los cercanos), sobre la importancia del cuidado del ambiente, sobre el respeto correcto que merecen algunos animales, etcétera.
En cuarto lugar, la bioética interpela y juzga las distintas maneras de organizar la sociedad, así como la corrección de las leyes establecidas (por escrito o de modo consuetudinario) en los pueblos. Ello implica tener ciertos conocimientos sobre el derecho, desde los cuales es posible analizar qué ámbitos de la vida han de ser objeto de atención por parte de las autoridades y cuáles deben ser dejados en manos de las opciones libres de las personas.
Los debates continuos sobre la legalización o la prohibición de actos como el aborto, la eutanasia, el consumo de drogas, incluso los límites de velocidad o los modos correctos de construir escaleras antiincendios, muestran hasta qué punto la tutela de la vida exige una intervención concreta de los parlamentos y de las autoridades civiles. Las relaciones entre bioética y derecho han dado lugar a una subdisciplina, la biojurídica (o bioderecho) que ha ganado un creciente interés entre los estudiosos tanto de la bioética como del derecho.
Esta simple enumeración puede crear la sensación de que la bioética es demasiado compleja y difícil de asimilar y de comprender. En realidad, cada ser humano ya tiene una bioética “precientífica” y “pretemática” en su corazón. Quienes evitan pisar a las hormigas al caminar, quienes buscan tiempo para acompañar a los enfermos en sus casas o en los hospitales, quienes acuden ante las clínicas abortistas para convencer a las mujeres para que no eliminen a sus hijos, lo hacen desde modos de valorar a los diferentes seres vivos sobre los que tiene mucho que decir la bioética.
Cada uno, en resumen, depende de una visión antropológica, escoge unos principios éticos a la hora de actuar, tiene conocimientos más o menos precisos sobre la medicina y otras ciencias, y opina sobre política y sobre leyes. Por eso, la bioética necesita dialogar continuamente con las disciplinas que hemos evidenciado en estas líneas, para denunciar aquellas acciones que van contra la dignidad humana, y para promover comportamientos concretos que ayuden al hombre y que tutelen el ambiente en el que vivimos. FP

Evangelio del Jueves 27 de Abril

Día Litúrgico: Jueves II (A) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 3,31-36): El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.

«El que cree en el Hijo tiene vida eterna»

Comentario: Rev. D. Melcior QUEROL i Solà (Ribes de Freser, Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de arriba» (Jn 3,31), que es Jesús. En este texto vemos —una vez más— que en la radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, ambicionemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre. Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre. Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.
«El que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.
Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33).
“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)..., mientras no crea.

martes, 25 de abril de 2017

26 de Abril - Alda de Siena

Alda de Siena, Santa
Viuda, 26 de Abril

Santo Tradicional - No incluido en el actual Martirologio Romano
Etimológicamente: Alda = extremadamente bella. Viene de la lengua celta.

Esta mujer fue una viuda del siglo XIV. La hija de Francisco Ponzio y de Inés Bulgarini nació en Siena en 1249. En el bautismo le pusieron por nombre Aldobrandesca. Pasado algún tiempo, todo el mundo la llamaba Alda.
Desde muy joven sintió el cambio radical que el Evangelio propone a la persona que quiere hacer la voluntad de Dios.
Le gustaba quedarse en casa. Tan sólo salía para participar en la Eucaristía y escuchar las homilías o sermones de los padres franciscanos o dominicos.
Siendo aún muy joven contrajo matrimonio con un joven noble y culto como ella, Bindo Bellanti. Fue una esposa ejemplar en casa y, sobre todo, durante la larga enfermedad de su esposo. Al quedarse viuda – como era tan guapa y tenía “pasta” – tuvo varios pretendientes. Ella, a contracorriente, aceptó su estado de viudez para siempre.
Se quedó en el palacio como terciaria. En realidad, llevaba una vida de religiosa.
Era terciaria de los “Humillados”, que como todo el mundo conoce, tuvieron una gran importancia en todo el Medioevo.
Fueron los fundadores del primer capitalismo industrial. Para que todo marchara bien y estuviera todo bien controlado en plan de que produjera cuanto más mejor, fundaron las asociaciones profesionales. Alda fue un alma entregada a lo espiritual, y sus bienes de Siena los distribuyó entre los pobres. Murió el año 1309.

Siempre el mismo regate


—¿Y por qué el hombre parece especialmente débil ante la tentación del sexo no legítimo?
El regate de la tentación es muy parecido en todos los ámbitos de la vida del hombre.
Si una persona quiere abandonar el alcohol, pero tiene a mano la botella, y su deseo es más fuerte que su razón, sucumbirá tarde o temprano. Y eso aunque luego no tarde mucho en darse cuenta de que la tentación le ha vuelto a engañar de nuevo. Y que además le ha engañado con el mismo quiebro de siempre.
Todo hombre tiene en su interior zonas más o menos extensas de oscuridad, de confusión, de obcecación. Momentos de ofuscación que hacen posible que ejecute una acción mala atraído por los aspectos engañosamente buenos que esa acción presenta.
Quizá por eso, la mejor baza de la tentación siempre ha sido lograr que, mientras dure, el resto del mundo parezca carente de interés. Su gran logro es cortar cualquier discurso racional en contra del deseo. Por eso, en muchos casos, lo más inteligente, la forma más segura de preservar la lucidez de la mente, es, simplemente, mantenerse a cierta distancia de la tentación. Conociendo la fuerza del instinto y la resistencia de la propia voluntad, sabremos a qué podemos exponernos y a qué no.
Es lo que, según cuenta la Odisea, decidió hacer Ulises al pasar por delante de aquel lugar en que todos los navegantes quedaban embaucados por el canto de las sirenas y acababan perdiéndose contra los arrecifes. Ulises pidió a sus hombres que todos se taparan con cera los oídos, y que a él le ataran con cuerdas al mástil del barco, y ordenó que no le soltaran por mucho que luego lo pidiera. Así lo hicieron, y gracias a eso logró superar aquel difícil trance. No debe olvidarse que es difícil tomar contacto temerariamente con el vicio y no dejarse luego arrastrar por él. AA

Evangelio del Miércoles 26 de Abril

Día Litúrgico: Miércoles II (A) de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 3,16-21): En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».

«Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, 
para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna»

Comentario: Rev. D. Manuel VALLS i Serra (Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos vuelve a invitar a recorrer el camino del apóstol Tomás, que va de la duda a la fe. Nosotros, como Tomás, nos presentamos ante el Señor con nuestras dudas, pero Él viene igualmente a buscarnos: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16).
La mañana del día de Pascua, en la primera aparición, Tomás no estaba. «Pasados ocho días», no obstante su rechazo a creer, Tomás se une a los otros discípulos. La indicación está clara: lejos de la comunidad no se conserva la fe. Lejos de los hermanos, la fe no crece, no madura. En la Eucaristía de cada domingo reconocemos su Presencia. Si Tomás muestra la honestidad de su duda es porque el Señor no le concedió inicialmente lo que sí tuvo María Magdalena: no sólo escuchar y ver al Señor, sino tocarlo con sus propias manos. Cristo viene a nuestro encuentro, sobre todo, cuando nos reencontramos con los hermanos y cuando con ellos celebramos la fracción del Pan, es decir, la Eucaristía. Entonces nos invita a “meter la mano en su costado”, es decir, a penetrar en el misterio insondable de su vida.
El paso de la incredulidad a la fe tiene sus etapas. Nuestra conversión a Jesucristo —el paso de la oscuridad a la luz— es un proceso personal, pero necesitamos de la comunidad. En los pasados días de Semana Santa, todos nos sentimos urgidos a seguir a Jesús en su camino hacia la Cruz. Ahora, en pleno tiempo pascual, la Iglesia nos invita a entrar con Él a la vida nueva, con obras hechas según la luz de Dios (cf. Jn 3,21).
También nosotros hemos de sentir hoy personalmente la invitación de Jesús a Tomás: «No seas incrédulo, sino fiel» (Jn 20,27). Nos va la vida en ello, ya que «el que cree en Él, no es juzgado» (Jn 3,18), sino que va a la luz.

lunes, 24 de abril de 2017

Algunos días son...


Sábado de Gloria...


25 de Abril - Pedro de San José Betancur

Pedro de San José Betancur, Santo
Religioso Franciscano y Fundador de la Orden de Nuestra Señora de Belén, 25 de Abril

Martirologio Romano: En Antigua, cerca de la ciudad de Guatemala, en América Central, san Pedro de San José Betancur, religioso de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Belén se entregó ejemplarmente a la asistencia de huérfanos, mendigos, enfermos, jóvenes sin formación, extranjeros y condenados a trabajos forzados. (1667)
Fecha de canonización: 30 de julio de 2002, por el Papa Juan Pablo II.

San Pedro de San José Betancur nace en Vilaflor de Tenerife, (Islas Canarias, España), el 21 de marzo de 1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667. 
La distancia en el tiempo no opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.
San Pedro de San José Betancur supo leer el Evangelio con los ojos de los humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente cristianos; a los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años, llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado misionero.
Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.
En un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.
Construyó un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento seguro y económico. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra «Belén».
Otros terciarios lo imitaron, compartiendo con el santo penitencia, oración y actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Santo escribió un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.
El Santo Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes. Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.
Su caridad no le daba reposo. Su esperanza y su fe lo mantenían en vigilia, el oído atento al dolor. Pedro, un hombre sin techo y sin pan, daba de comer al hambriento y vestía al desnudo. Acudía a los ricos y acercándoles la llama de su caridad derretía su egoísmo y encendía la generosidad de aquellos hombres. 
Muere apenas a los 41 años el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». A más de tres siglos de distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida grandemente, viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente por S.S. Juan Pablo II el 22 de junio de 1980, y canonizado el 30 de julio de 2002 por el mismo Papa, en un acontecimiento de incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.