Lo dijo una, lo dijo dos, lo dijo tres, lo dijo
quizá más veces: Dios es el mejor camino para la paz.
Durante su viaje a Tierra Santa (8-15 de mayo de
2009), Benedicto XVI quiso subrayar esta idea: la creencia en un mismo Dios es
el mejor camino para la paz y la concordia entre los hombres.
¿De verdad es así? ¿La fe en Dios une a los
hombres? ¿No tenemos a nuestras espaldas una larga historia de guerras y de
odios en nombre de Dios? ¿Y de las religiones?
Para el Papa la respuesta es clara: si nos
acercarnos a Dios nos acercamos entre nosotros. Más aún: sólo Dios garantiza la
unidad entre los seres humanos.
Por eso Dios es el mejor camino para la paz. Donde
no hay paz, estamos lejos de Dios.
En palabras de Benedicto XVI, es la presencia
dinámica de Dios la que reúne a los corazones y asegura la unidad. De hecho, el
fundamento único de la unidad entre las personas está en la perfecta unicidad y
universalidad de Dios, que ha creado al hombre y la mujer a su propia imagen y
semejanza para conducirnos dentro de su vida divina, para que todos puedan ser
una sola cosa? (11 de mayo de 2009, al presidente de Israel).
Al encontrarse con los líderes de las comunidades
musulmanas en Jerusalén, el Papa explicaba aún más esta idea: la fidelidad al
Dios Uno, el creador, el más alto, conduce a reconocer que los seres humanos
están fundamentalmente interrelacionados, ya que todos deben su existencia a
una única fuente y apuntan a un objetivo común (12 de mayo de 2009).
Si todos somos iguales en dignidad, si tenemos un
mismo origen, si Dios es único, la mejor manera de desarrollar la propia vida
es reconocer nuestra unidad humana y trabajar juntos para que el mundo pueda
avanzar hacia la paz, hacia la justicia, hacia el encuentro eterno con el Dios
que dio origen a la vida y que creó a los hombres iguales en dignidad.
Un mensaje dicho y repetido varias veces, pero que
requiere ser recordado y vivido. Las palabras hermosas de cualquier ser humano
se pierden si no encuentran corazones abiertos a la escucha. Las palabras
crecen y se difunden si llegan a lo más íntimo de nuestras almas, si nos
transforman y nos hacen vivir de cara al Dios que nos hizo por amor y que nos
invita a vivir en espíritu de armonía y cooperación tomando ejemplo del Dios
Uno con un servicio generoso de los unos a los otros. (Benedicto XVI, 12 de
mayo de 2009). FP
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