Que la expectativa de vida se extendió no es
noticia. El ser humano hoy vive mucho más que sus antepasados. El punto en
cuestión es cómo vive. Y qué puede hacer para mejorar su calidad de vida en la
edad adulta.
Para el médico especialista en medicina antiaging y
estética - regenerativa Rubén Muhlberger se trata de “salir del concepto de
sobrevivir y convertirnos en supervivientes”. “Hoy uno mismo puede planificar el futuro y llegar a los 100 años con un
cerebro activo, un sistema de defensas activo, y huesos y músculos fuertes”,
aseguró.
Infobae lo consultó
a propósito de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford, que concluyó
que a partir de los 34 años comienzan a
detectarse los primeros signos de envejecimiento.
Según publicó la revista Nature Medicine,
los científicos estudiaron los niveles de 373 proteínas que circulan en la
sangre, tras analizar las muestras de 4.263 personas de entre 18 y 95 años.
Y hallaron
cinco señales que demuestran el envejecimiento:
1- El metabolismo se vuelve más lento
2- La estructura ósea se debilita
3- Se comienza a tener problemas para recordar
cosas
4- Se modifican de los patrones del sueño
5- La estructura ósea comienza a deteriorarse
El estudio demostró, además, que el envejecimiento
fisiológico no ocurre a un ritmo uniforme, sino que se da en tres etapas en el
ciclo de vida humano: la primera a los 34 años, la segunda sucede a los 60, y
la tercera a los 78.
“En estas tres edades, el número de proteínas
transmitidas por la sangre exhiben cambios notables”. Según Tony Wyss-Coray,
profesor de neurología y ciencias neurológicas y autor principal del estudio,
“esto sucede porque en lugar de simplemente aumentar o disminuir de manera
constante o permanecer igual durante toda la vida, los niveles de muchas
proteínas permanecen constantes durante un tiempo y luego en un punto u otro
experimentan cambios repentinos hacia arriba o hacia abajo”.
Al respecto, Muhlberger explicó que “entre los 33 y 34 años la mayoría de las
personas empieza a tener descenso de hormonas muy importantes que
mantienen funciones cognitivas, tonicidad muscular, etc. y que son las que
marcan el ritmo del envejecimiento”.
Y ahondó: “Los genes son los que modulan el
funcionamiento de las glándulas. Hay personas ‘llamadas’ a ser longevas, pero
de esas va a haber muy pocas con una buena calidad de envejecimiento. La idea
es llegar con un cuerpo, mente, estructura ósea y muscular que permita hacer
una vida normal”.
Para él, la clave está en tener -siempre, pero más
aún a partir de los 33/35 años- una alimentación consciente. “Está demostrado
que no sólo hay que comer bien sino que la forma en que uno come es la manera
en que se activan los genes que tenemos todos y que permanentemente están saneando
nuestra información genética e impiden que haya deterioro de la misma
-desarrolló Muhlberger-. El proceso se
denomina autofagia y se logra activando una enzima que se llama telomerasa,
lo que ocurre haciendo deporte, comiendo saludable y haciendo ayunos intermitentes de cuatro, seis y
hasta ocho horas, hábito que logra ‘encender’ estas enzimas que logran depurar
el genoma, el funcionamiento de los genes”.
Si bien “empezar a los 34/35 es el momento justo en
que todos tienen la misma oportunidad”, el especialista sostuvo que “los
adultos jóvenes también pueden iniciar estas conductas y evitar el deterioro
propio del paso del tiempo”.
Sobre los excesos en las comidas que suelen ocurrir
en las fiestas de fin de año, a las que suelen seguirle las vacaciones,
Muhlberger aconsejó “compensar”. “El cuerpo es sabio; siempre tiene un periodo
refractario para volver al eje, y después de, por ejemplo, un fin de semana en
que nos extralimitamos en el consumo de alcohol, harinas, azúcar, etc. lo recomendable es empezar la semana con un
ayuno para ayudar a reparar esos genes”, sugirió el experto, para quien
“lo ideal es comer en espacios de 4/8 horas dos a tres veces por semana y hacer
actividad física”.
Y tras hacer hincapié en los tratamientos con
sueros por vía intravenosa, parches transdérmicos y cápsulas con sustancias que
aumentan la autofagia y que dan excelente resultado en sus pacientes,
Muhlberger señaló: “Todos tenemos la posibilidad de a través del conocimiento
saber cómo vivir más y mejor, para salir de la zona de sobrevivir y convertirnos en supervivientes”. VCh
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