Mártires, 08 de Marzo
Elogio: En Antínoe, de
Egipto, santos Apolonio y Filemón, mártires.
San Apolonio
era un diácono de Antínoe de la Tebaida y Filemón era un músico y comediante,
que se había convertido al cristianismo gracias a Apolonio. Ambos fueron
arrestados durante la persecución de Diocleciano y comparecieron ante el juez
Arriano, que había condenado ya a los santos Asclas, Timoteo, Pafnucio y
algunos más. Tras de sufrir el interrogatorio y la tortura, fueron enviados a
Alejandría, donde otro juez les condenó a muerte. Sus cadáveres fueron
arrojados al mar. Las «Actas» de estos mártires, tal como las popularizó en
griego Metafrasto, son muy extravagantes. Terminan, como todas las novelas del
género, con la conversión y el martirio de los jueces. Sin embargo, no es
imposible que el resto se base en hechos históricos, sobre todo teniendo en
cuenta que los cristianos menos fervorosos acostumbraban durante las
persecuciones pagar a algunos paganos para que ofreciesen sacrificios a los
dioses y les obtuviesen así el certificado de que habían cumplido con la ley.
La Iglesia obligaba a los «libellatici», como se llamaba a esos cristianos, a
hacer penitencia; pero no en todas partes se les consideraba como apóstatas.
Según cuentan
las «Actas», Apolonio, temeroso de la tortura, fue a ver a un famoso músico y
bailarín, llamado Filemón, y le ofreció cuatro piezas de oro para que ofreciera
sacrificios en su lugar. Filemón aceptó, pero le pidió que le prestase sus
vestidos y su capa para disfrazarse. Así se presentó al juez, el cual, después
de haberle interrogado, le ordenó que ofreciese el sacrificio. Pero en ese
instante el Espíritu Santo descendió sobre Filemón y éste, confesó la fe
cristiana. El juez discutió con él y al fin le dijo: «Hagamos venir al músico
Filemón; tal vez su agradable música conseguirá hacer volver en sí a este
loco». Como no pudiesen encontrar a Filemón, los guardias arrestaron a su
hermano Teonás, quien le reconoció al punto. El juez pensó que se trataba de
una broma de Filemón, que era muy hábil en la comedia, pero exigió de todos
modos que cumpliese el mandato del emperador. Filemón se negó rotundamente.
Arriano le dijo que era una locura que pretendiese ser cristiano, pues ni
siquiera estaba bautizado. El músico se angustió mucho al oír al juez; pero se
puso en oración y Dios hizo descender del cielo una nube con cuyas aguas quedó
bautizado. Arriano trató de tentarle por el orgullo profesional, diciéndole que
su presencia haría mucha falta en los próximos juegos y preguntándole cómo
podía sufrir que su flauta cayese en manos de músicos ineptos. Filemón oró de
nuevo y descendió del cielo una lengua de fuego que consumió la flauta.
Entre tanto,
los guardias habían arrestado a Apolonio, quien compareció ante el tribunal,
muy arrepentido de su cobardía y proclamándose abiertamente cristiano. Como
ambos santos se negasen a ofrecer sacrificios, el juez les condenó a ser
decapitados. Antes de la ejecución, Filemón pidió a los soldados que trajesen
una gran olla, dentro de la cual ordenó que metiesen a un niño; después indicó
a los soldados que disparasen sus flechas contra la olla. Así lo hicieron;
pero, aunque las flechas atravesaron la olla, el niño salió perfectamente
ileso. Entonces Filemón les explicó: «El cuerpo de un cristiano puede ser
atravesado por las flechas, como la olla; pero su alma queda intacta, como el
niño». Al oír esto, el juez ordenó a los soldados que disparasen sus flechas
contra Filemón, pero el músico levantó la mano y las flechas quedaron
suspendidas en el aire, excepto una, que fue a clavarse en los ojos de Arriano.
Pero el juez recobró milagrosamente la vista más tarde, aplicándose a la herida
un poco de tierra de la tumba del mártir. Esto provocó su conversión y la de
los cuatro personajes de la corte que fueron a investigar el caso. Los cinco
fueron encerrados en sacos y arrojados al mar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario