miércoles, 6 de mayo de 2020

Síndrome de la cabaña, los que no quieren salir aunque se flexibilice la cuarentena

En España, de a poco, se están levantando las restricciones de la cuarentena y empieza a haber una libertad parcial para volver a habitar las calles. Sin embargo, contra todos los pronósticos, no todo el mundo está dispuesto a salir a reconquistar el espacio público que le fue cercenado por la amenaza del coronavirus, que puso en jaque a todo el mundo. Luego de varias semanas de confinamiento, emerge lo que se conoce con el nombre de 'síndrome de la cabaña'.
Según los expertos, esa denominación surge por aquellos cazadores, sobre todo en Estados Unidos, que permanecen mucho tiempo encerrados en cabañas aisladas, debido a estar en zonas de fuertes nevadas. Y que cuando ya pueden salir porque el clima lo permite, padecen dificultades a la hora de reencontrarse con la vida exterior.
El hogar se ha convertido en un refugio, a salvo de la enfermedad y el mundo. “Estamos percibiendo un mayor número de personas angustiadas con la idea de volver a salir”, explica una especialista española.
¿Esto se puede dar en Argentina? “Claro que aquí puede ocurrir algo similar, sobre todo en la gente que no tenga urgencia económica”, apunta el psiquiatra y psicoanalista argentino Dr. Pedro Horvat. “Hay dos partes, una objetiva y la otra subjetiva”, subraya el Dr. Horvat. “La primera es el peligro real, es decir que la falta de una vacuna hace que esté latente la posibilidad del contagio más allá de que tomemos todos los recaudos. De esta manera, el tener que volver a salir, hace que nos volvamos todos, inevitablemente, paranoicos e hipocondríacos, ante la chance de ese fantasma amenazante que sobrevuela”.
Respecto de la otra parte, la subjetiva, el especialista entiende que “para muchas personas, pero muchas -enfatiza-, la cuarentena ha sido funcional a sus necesidades personal de refugio, de refugio de todas las tensiones sociales y laborales que cotidianamente abruman, de refugio del simple hecho del contacto con el otro, de lo que representa el transporte público, de lo que significa cumplir con pautas y horarios”.
“La cuarentena puso en pausa muchísimas cosas de la vida, es como si en estos momentos no le debiéramos nada a nadie”, explica el especialista, que redondea que “este aislamiento social resulta un nidito protector para todo aquel que no sienta la necesidad económica de tener que salir a ganarse el pan porque las urgencias de la vida están en pausa. ¡Qué mejor que estar en la casa calentito, con la heladera a mano, y sin exigencias!”, concluye el profesional que nunca había escuchado hablar del 'síndrome de la cabaña'.
“Es entendible lo que sucede en España y seguramente se vivirá en Argentina, aunque en menor medida. Pero mucha gente, muchos de mis pacientes, están refugiados en sus hogares o se han ido a una casa en el mar o en el campo, preocupados y angustiados por tener que volver a la normalidad”, afirma el médico psicoanalista Dr. Andrés Rascovsky, ex presidente de la Asociación de Psicoanalítica Argentina (APA).
El Dr. Rascovsky entiende que no será sencillo volver a encarar el mundo convencional “del cual salimos por una amenaza que puso en riesgo nuestras vidas, pero también nos permitió descubrir una vida interior desconocida, en la que nos encontramos con un espacio familiar del que no teníamos idea, afloró una intimidad de pareja distinta a la que se tenía y disminuyó la voracidad por el dinero, eso de estar muchas horas afuera para ganar más y comprar el último iPhone o cambiar el auto”.
El especialista sostiene que aparecerán temores, dudas, incertidumbre en mucha gente que, quizás, no tiene la necesidad extrema de salir a trabajar o a ganar dinero, pero en cuyas cabezas empezará a martillarle, por ejemplo, '¿cómo vuelvo a la vida competitiva de antes? ¿Podré vender, quiero vivir estresado? Ese podría ser el comienzo de una patología que tranquilamente podría ser el 'síndrome de la cabaña'.
También está esa otra gente que “podría desarrollar o agudizar fobias emparentadas con la agorafobia, o sea, ese temor obsesivo a los espacios abiertos, especialmente por miedo al virus, al contagio, al contacto con el otro y podría experimentarse esa paranoia que hace que uno rechace cualquier tipo de contacto con el prójimo. Ya estaríamos hablando de un tema de salud que supera la angustia y sería un miedo exacerbado hacia el virus”, completa el Dr. Rascovsky.
Para la Dra. Claudia Borensztejn, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina “es algo muy esperable que la gente no quiera salir o que le cueste o tema volver a la calle. Por varios motivos sucede esta situación que no es tan extraña, pero el principal es el miedo al contagio, el miedo a perder la salud. Y si bien para muchos fue angustiante estar adentro tantos días, acomodarse a la vida familiar y dejar de repente la rutina, no fue tan malo y hasta se le tomó el gustito a dejar de correr de aquí para allá y de lidiar con el estrés de la vida adulta”.
Pero paradójicamente, “hemos advertido a través de una línea de consulta que habilitamos en APA que, también, mucha gente se ha deprimido y desvitalizado con la cuarentena, la cual no tolera por diversos motivos; sin embargo, ahora esa gente admite tener dificultades para salir. Entonces no será sencillo incentivarla a que quieran volver a la calle, porque convengamos que habrá que tomar cuidados y eso puede generar temores, inseguridades y paranoias que, quizás, antes no estaban”, expresa la Dra. Borensztejn, quien nunca había escuchado el nombre del síndrome.
“Esta cuarentena dejó al descubierto la resignificación sobre el prójimo: si es el aliado con quien uno acuerda para no contagiarlo ni contagiarse, o si es el enemigo, el peligro, del cual hay que distanciarse para no contagiarse”, reflexiona el médico psicoanalista Dr. Juan Eduardo Tesone. “La existencia del otro como un ser irreductible que nunca es como uno quisiera que fuese”.
El Dr. Tesone, que ignoraba la denominación de 'síndrome de la cabaña', supone que “la idea de permanecer en su hábitat en tiempos de pandemia puede resultar para muchas personas como una suerte de útero idealizado, en el cual se sienten protegidos del mundo exterior. La casa es como un medio aconflictivo frente a la hostilidad del mundo externo y confrontarse con los problemas que eso implica”.
Conocedora del término, pero no de acuerdo con que defina una patología clara, la psicóloga Sol Buscio siente que “son dos culturas distintas y lo que ha pasado en España con el virus y la cantidad de muertes no es lo mismo que está pasando en la Argentina. Creo que allá hay otro miedo, como que la calle puede ser una amenaza. En nuestro país, como se actuó preventivamente de otra forma, no es vista como un peligro”.
La Lic. Buscio cree que, cuando se flexibilice la cuarentena, “el miedo a salir pueda impactar sobre todo en gente que tenía patologías de base como la agorafobia u otras fobias preexistentes”. Pero también remarca que “será difícil en general volver a adaptarnos a una realidad que, seguramente, no será como antes, aunque también lo veo como una oportunidad de cambio, de ser más empático con el otro, fortalecer nuestros vínculos y de ser resilientes ante esta compleja situación”. BP

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