En España, de a poco, se están levantando las
restricciones de la cuarentena y empieza a haber una libertad parcial para
volver a habitar las calles. Sin embargo, contra todos los pronósticos, no todo
el mundo está dispuesto a salir a reconquistar el espacio público que le fue
cercenado por la amenaza del coronavirus, que puso en jaque a todo el mundo.
Luego de varias semanas de confinamiento, emerge lo que se conoce con el nombre
de 'síndrome de la cabaña'.
Según los expertos, esa denominación surge por
aquellos cazadores, sobre todo en Estados Unidos, que permanecen mucho tiempo
encerrados en cabañas aisladas, debido a estar en zonas de fuertes nevadas. Y
que cuando ya pueden salir porque el clima lo permite, padecen dificultades a
la hora de reencontrarse con la vida exterior.
El hogar se ha convertido en un refugio, a salvo de
la enfermedad y el mundo. “Estamos percibiendo un mayor número de personas
angustiadas con la idea de volver a salir”, explica una especialista española.
¿Esto se puede dar en Argentina? “Claro que aquí
puede ocurrir algo similar, sobre todo en la gente que no tenga urgencia
económica”, apunta el psiquiatra y psicoanalista argentino Dr. Pedro Horvat. “Hay
dos partes, una objetiva y la otra subjetiva”, subraya el Dr. Horvat. “La
primera es el peligro real, es decir que la falta de una vacuna hace que esté
latente la posibilidad del contagio más allá de que tomemos todos los recaudos.
De esta manera, el tener que volver a salir, hace que nos volvamos todos,
inevitablemente, paranoicos e hipocondríacos, ante la chance de ese fantasma
amenazante que sobrevuela”.
Respecto de la otra parte, la subjetiva, el
especialista entiende que “para muchas personas, pero muchas -enfatiza-, la
cuarentena ha sido funcional a sus necesidades personal de refugio, de refugio
de todas las tensiones sociales y laborales que cotidianamente abruman, de
refugio del simple hecho del contacto con el otro, de lo que representa el
transporte público, de lo que significa cumplir con pautas y horarios”.
“La cuarentena puso en pausa muchísimas cosas de la
vida, es como si en estos momentos no le debiéramos nada a nadie”, explica el
especialista, que redondea que “este aislamiento social resulta un nidito
protector para todo aquel que no sienta la necesidad económica de tener que
salir a ganarse el pan porque las urgencias de la vida están en pausa. ¡Qué
mejor que estar en la casa calentito, con la heladera a mano, y sin
exigencias!”, concluye el profesional que nunca había escuchado hablar del
'síndrome de la cabaña'.
“Es entendible lo que sucede en España y
seguramente se vivirá en Argentina, aunque en menor medida. Pero mucha gente,
muchos de mis pacientes, están refugiados en sus hogares o se han ido a una
casa en el mar o en el campo, preocupados y angustiados por tener que volver a
la normalidad”, afirma el médico psicoanalista Dr. Andrés Rascovsky, ex
presidente de la Asociación de Psicoanalítica Argentina (APA).
El Dr. Rascovsky entiende que no será sencillo
volver a encarar el mundo convencional “del cual salimos por una amenaza que
puso en riesgo nuestras vidas, pero también nos permitió descubrir una vida
interior desconocida, en la que nos encontramos con un espacio familiar del que
no teníamos idea, afloró una intimidad de pareja distinta a la que se tenía y
disminuyó la voracidad por el dinero, eso de estar muchas horas afuera para
ganar más y comprar el último iPhone o cambiar el auto”.
El especialista sostiene que aparecerán temores,
dudas, incertidumbre en mucha gente que, quizás, no tiene la necesidad extrema
de salir a trabajar o a ganar dinero, pero en cuyas cabezas empezará a
martillarle, por ejemplo, '¿cómo vuelvo a la vida competitiva de antes? ¿Podré
vender, quiero vivir estresado? Ese podría ser el comienzo de una patología que
tranquilamente podría ser el 'síndrome de la cabaña'.
También está esa otra gente que “podría desarrollar
o agudizar fobias emparentadas con la agorafobia, o sea, ese temor obsesivo a
los espacios abiertos, especialmente por miedo al virus, al contagio, al
contacto con el otro y podría experimentarse esa paranoia que hace que uno
rechace cualquier tipo de contacto con el prójimo. Ya estaríamos hablando de un
tema de salud que supera la angustia y sería un miedo exacerbado hacia el virus”,
completa el Dr. Rascovsky.
Para la Dra. Claudia Borensztejn, presidente de la
Asociación Psicoanalítica Argentina “es algo muy esperable que la gente no
quiera salir o que le cueste o tema volver a la calle. Por varios motivos
sucede esta situación que no es tan extraña, pero el principal es el miedo al
contagio, el miedo a perder la salud. Y si bien para muchos fue angustiante
estar adentro tantos días, acomodarse a la vida familiar y dejar de repente la
rutina, no fue tan malo y hasta se le tomó el gustito a dejar de correr de aquí
para allá y de lidiar con el estrés de la vida adulta”.
Pero paradójicamente, “hemos advertido a través de
una línea de consulta que habilitamos en APA que, también, mucha gente se ha
deprimido y desvitalizado con la cuarentena, la cual no tolera por diversos
motivos; sin embargo, ahora esa gente admite tener dificultades para salir.
Entonces no será sencillo incentivarla a que quieran volver a la calle, porque
convengamos que habrá que tomar cuidados y eso puede generar temores,
inseguridades y paranoias que, quizás, antes no estaban”, expresa la Dra.
Borensztejn, quien nunca había escuchado el nombre del síndrome.
“Esta cuarentena dejó al descubierto la
resignificación sobre el prójimo: si es el aliado con quien uno acuerda para no
contagiarlo ni contagiarse, o si es el enemigo, el peligro, del cual hay que distanciarse
para no contagiarse”, reflexiona el médico psicoanalista Dr. Juan Eduardo
Tesone. “La existencia del otro como un ser irreductible que nunca es como uno
quisiera que fuese”.
El Dr. Tesone, que ignoraba la denominación de
'síndrome de la cabaña', supone que “la idea de permanecer en su hábitat en
tiempos de pandemia puede resultar para muchas personas como una suerte de
útero idealizado, en el cual se sienten protegidos del mundo exterior. La casa
es como un medio aconflictivo frente a la hostilidad del mundo externo y
confrontarse con los problemas que eso implica”.
Conocedora del término, pero no de acuerdo con que
defina una patología clara, la psicóloga Sol Buscio siente que “son dos
culturas distintas y lo que ha pasado en España con el virus y la cantidad de
muertes no es lo mismo que está pasando en la Argentina. Creo que allá hay otro
miedo, como que la calle puede ser una amenaza. En nuestro país, como se actuó
preventivamente de otra forma, no es vista como un peligro”.
La Lic. Buscio cree que, cuando se flexibilice la
cuarentena, “el miedo a salir pueda impactar sobre todo en gente que tenía patologías
de base como la agorafobia u otras fobias preexistentes”. Pero también remarca
que “será difícil en general volver a adaptarnos a una realidad que,
seguramente, no será como antes, aunque también lo veo como una oportunidad de
cambio, de ser más empático con el otro, fortalecer nuestros vínculos y de ser
resilientes ante esta compleja situación”. BP
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