Las personas somos, indudablemente, seres sociales. Somos animales que, para desarrollarse como es debido ya no solo a nivel interpersonal, sino también a nivel de crecimiento personal, necesitan del contacto con otras personas para aprender a desempeñarnos adecuadamente en el entorno en el que vivimos. De ahí que nuestra existencia no pueda entenderse sin las relaciones con otros humanos.
Esto también explica cómo sentirnos rechazados de los grupos sociales, vivir aislados, sentirnos solos, sufrir discriminación, etc., abra la puerta a todo tipo de malestares psicológicos e incluso a la aparición de trastornos en nuestra salud mental. Y es que socializar es una necesidad. Pero hay veces en las que es precisamente la exposición a la sociedad lo que puede generarnos malestar.
Y no hablamos de la timidez, un simple rasgo de la personalidad con una mentalidad más introvertida, sino de todo un trastorno de ansiedad basado en un miedo irracional, patológico y clínicamente significativo a exponerse a situaciones sociales por el profundo temor a ser rechazado, humillado, criticado, evaluado negativamente o juzgado por los demás. Hablamos, pues, de la fobia o ansiedad social.
Y en el artículo de hoy, con el objetivo de responder a todas las dudas que puedas tener acerca de esta patología y, como siempre, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a indagar en las bases clínicas y psicológicas de las diferentes clases de fobia social, pues esta patología puede tomar distintas manifestaciones.
¿Qué es la fobia social?
La fobia social es un trastorno de ansiedad basado en el miedo patológico, irracional y clínicamente significativo a la exposición a situaciones sociales, siendo así una patología mental que hace que la persona viva con un profundo temor a ser rechazada, evaluada negativamente, criticada o humillada por los demás; un temor que lleva al paciente a vivir limitada por la idea de hacer el ridículo en público.
Así, a diferencia de la timidez, que es simplemente un rasgo de la personalidad propia de las personas introvertidas, quienes sufren este trastorno de ansiedad se ven totalmente incapaces de exponerse a situaciones que involucren un contacto con otras personas, ya sea en espacios cerrados o abiertos, pues existe un limitante e irracional miedo hacia el escrutinio ajeno.
Este paciente experimenta profundos síntomas y sentimientos de ansiedad ante todo aquellos contextos sociales, conformando una patología que, se estima, tiene una incidencia global en la población del 7,1%, aunque, como veremos, la ansiedad social no se manifiesta siempre de la misma manera.
Sea como sea, esta fobia social lleva a sentir angustia por la posibilidad de ser humillado, a sentirse avergonzado de uno mismo, a tener miedo a hablar con desconocidos, a dejar de hacer actividades donde pueda ser juzgado, a esperar las peores consecuencias de todas las decisiones y actos, a tener nervios de que los demás noten que está ansioso, a vivir con ansiedad, etc.
En personas que sufren fobia social, la mera idea de pensar en participar en una situación social y de involucrarse en actividades donde puedan ser sometidas al juzgamiento ajeno despierta en ellas, además de sentimientos, sensaciones psicológicas y pensamientos negativos que generan malestar emocional, manifestaciones psicosomáticas a nivel físico tales como tensión muscular, temblores, ruborización, dificultad para hablar, náuseas, sensación de quedarse en blanco, molestias estomacales, mareos, aturdimiento, enrojecimiento, dificultad para respirar, aceleración del corazón, etc. Y todo ello disparado por el miedo infundado e irracional a ser el centro de atención.
Esta sintomatología por exposición al miedo hace que la persona huya de todas aquellas situaciones, circunstancias y contextos que vayan a despertar en ella estos signos clínicos. Por ello, es habitual que un paciente que padece fobia social evite conocer a personas nuevas, hablar en público, comer y beber cuando hay personas mirando, hablar con trabajadores de comercios, asistir a fiestas, tener citas, usar baños públicos, iniciar conversaciones, acudir a reuniones…
En esta línea, tanto la propia sintomatología como las consecuencias que aparecen por evitar el estallido de la misma hacen que la persona desarrolle una serie de complicaciones que pueden tornar la situación en una grave, tales como pérdida de autoestima, problemas laborales, hipersensibilidad a las críticas, aislamiento social, pérdida de amistades, sensación de perder oportunidades en la vida e incluso, en casos graves, aparición de problemas asociados al abuso de sustancias (como alcohol y otras drogas) e ideas de suicidio que, por desgracia, a veces se materializan.
Así pues, debemos ver la fobia social no como un rasgo de la personalidad (como puede ser la timidez), sino como una enfermedad mental que ya de por sí limita enormemente la vida personal, social y laboral del paciente, sino que abre la puerta a complicaciones que pueden llegar a ser muy severas. Y como partimos con la ‘ventaja’, al menos respecto a otras patologías mentales, de que la persona es perfectamente consciente de que existe un problema de ansiedad social, en caso de que un ser querido de nuestro entorno necesite ayuda, debemos apoyarla para que busque tratamiento.
La fobia social requiere de un tratamiento óptimo basado en la psicoterapia, donde el enfoque cognitivo-conductual es el que ha mostrado mejores resultados, la administración de medicamentos (especialmente fármacos antidepresivos y contra la ansiedad) o una combinación de ambos. Es importante tener en cuenta que este tratamiento no va a dar resultados al instante. Pero con ayuda profesional, apoyo del entorno y la fuerza de uno mismo, con el tiempo se van haciendo avances para silenciar a este trastorno de fobia social y poder desempeñarse con más normalidad en los contextos sociales.
¿Qué clases de trastorno de ansiedad social existen?
Tras este análisis de sus bases psicológicas y clínicas, seguro que la naturaleza de la fobia social ha quedado más que clara, viendo cómo se trata de una patología mental que impide a la persona, por el malestar tanto psicológico como físico que ocasiona, exponerse a situaciones sociales. Pero, como también hemos dicho, no se expresa siempre de la misma manera. Veamos, pues, qué tipos de ansiedad social existen.
1. Fobia social específica: Por fobia social específica entendemos aquella manifestación no generalizada de este trastorno de ansiedad. Es decir, los síntomas de malestar psicológico y de sufrimiento físico solo se desencadenan en determinados contextos sociales, pero no en todos. Por ejemplo, una persona puede sufrir manifestaciones de ansiedad social cuando tiene que hablar en público, pero no tiene problemas en otras situaciones sociales como conversar en privado con desconocidos, tener citas, asistir a fiestas, etc. Así, es una fobia social que, si bien puede afectar al desempeño en un aspecto determinado, no limita tanto la vida de la persona, pues no existe un temor generalizado a la exposición a situaciones sociales.
2. Fobia social de desempeño: Por fobia social de desempeño entendemos aquella situación de trastorno de ansiedad social donde el paciente reúne una serie de limitaciones en un ámbito concreto de su vida pero sin llegar a una manifestación generalizada de la patología. Es decir, no presenta miedos en todos los contextos sociales, pero sí en una serie de situaciones dentro de un mismo marco. Así, el paciente puede, por ejemplo, no tener problemas en socializar en su vida personal, pudiendo tener citas, conociendo a gente nueva, asistiendo a fiestas, pero sí en todo su entorno laboral, con miedo a hablar en público, acudir a reuniones de empresa, conversar con compañeros o superiores, etc. No afecta a toda la vida pero sí al desempeño en un área de la misma.
3. Fobia social levemente generalizada: Por fobia social levemente generalizada entendemos aquella situación en la que el problema de ansiedad social ya no se limita ni a una situación específica ni al desempeño en un área concreta, sino que el malestar psicológico y físico empieza a presentarse en gran parte de los contextos donde la persona tenga que socializar. El problema es leve, es decir, no se ve incapaz de enfrentarse a situaciones sociales, pero pese a poder hacerlo, tanto la idea como la acción ya genera en ella síntomas de ansiedad y emociones negativas. Le generan temor la práctica total de situaciones sociales pero, al tener una sintomatología leve, no limita su vida ni pueden aparecer complicaciones como las que hemos mencionado.
4. Fobia social moderadamente generalizada: Por fobia social moderadamente generalizada entendemos una evolución más grave de la anterior. El malestar psicológico y físico sigue presentándose de forma general en todas las situaciones sociales, pero ahora con una gravedad mayor que hace que la persona, en algunos contextos (no en todos), se vea incapaz de exponerse a los mismos. Por tanto, ya habrá situaciones de las que huirá, algo que se relaciona con una mayor severidad de la sintomatología propia de la ansiedad social pero también con la posibilidad de que se abra la puerta a las complicaciones que hemos visto tales como un ligero aislamiento social, pérdida de autoestima, problemas personales y laborales…
5. Fobia social gravemente generalizada: La fobia social gravemente generalizada es la manifestación más severa de la patología. Los síntomas de malestar psicológico y físico se convierten en un profundo sufrimiento que se desencadena en todas las situaciones sociales de una forma grave, por lo que el paciente va a evitar exponerse, a todos los contextos sociales que pueda. No es de extrañar, pues, por la generalización en su impacto y por la gravedad de la sintomatología ansiosa, que sea una forma de la enfermedad que limita enormemente la vida y que, por desgracia, puede hacer caer en las complicaciones más graves de la misma, como pueden ser un total aislamiento social, abuso de drogas e incluso ideas de suicidio. Todas las formas de ansiedad social requieren de tratamiento, pero esta en especial.
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