Texto
del Evangelio (Mt 5,27-32): En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘No
cometerás adulterio’. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola,
ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es
ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno
de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena. Y si tu
mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te
conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la
gehena.
»También se dijo: ‘El que repudie a su mujer, que le
dé acta de divorcio’. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto
el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una
repudiada, comete adulterio».
Comentario del Evangelio
Hoy, de nuevo, escuchamos a Jesús como ‘maestro
divino’. Hoy nos habla del matrimonio. De entrada, confirma que el amor de los
padres es para siempre (no existe el
‘amor a tiempo parcial’). ¡Esto ya lo sabíamos! Pero Jesucristo va más
allá: pide un amor delicado (¿existe el
‘amor grosero’?).
—¿’Amor delicado’? Lengua amable, gesto afable y
‘mirada ecológica’. Sí, una mirada que no echa cálculos sobre el cuerpo del
otro, sino que abraza todo el ser de la persona que estoy viendo. ¡Así es la
mirada de Jesús!
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