Sacerdote, 10
de Mayo
Sacerdote Camilo (Siervos
de los Enfermos de San Camilo)
Nació en Gravedona (Como, norte de Italia) el 28 de
abril de 1860, introducido al comercio, de repente mostró que su naturaleza no
se adaptaba y tenía repugnancia para aquella actividad. Se inscribió en el
colegio lombardo en Roma y estudió teología en la universidad Gregoriana. A los
26 años tuvo su primera crisis depresiva. Volvió en familia y por 8 meses
estuvo en silencio. De tal crisis Enrique aprendió a confiar más en la infinita
bondad y misericordia de Dios que sobre sus fuerzas, sus méritos y su
perfeccionismo. A los 29 años se ordenó sacerdote camiliano y, cuando a los 35
le dieron la responsabilidad educativa (vicemaestro de los novicios y la
docencia en teología), reapareció el espectro de la depresión. Los superiores
decidieron destinarlo al hospital civil de Verona como capellán y aquí halló de
nuevo serenidad y equilibrio.
En los sucesivos 32 años trabajó en modo generoso e
incansable para sus enfermos, primero en Verona y luego en Cremona. Organizó el
voluntariado caritas en hospital y para las visitas a domicilio, fue ecónomo de
la clínica y superior en varias etapas para un total de 12 años, el todo sin
ningún problema. En la noche obscura de su enfermedad depresiva veía como única
luz, el valor del servicio al enfermo “hasta morir por él”. Su empeño llegaba
hasta el extremo de sus fuerzas en el crecer en el amor de Dios: “Yo vivo en cuanto en mi es la vida de
Jesús, que es caridad y luz y junto a la aptitud del servicio no para mí, sino
para mis prójimos y la gloria del corazón de Jesús, no elevar nunca los ojos
sino que para ver en los enfermos el templo de Jesús: yo, su siervo y esclavo,
ruego sin cesar por ellos y tengo hacia ellos el corazón como hacia el Señor
Jesús, consumir el ser mío para dar a mis prójimos la posesión de Dios, para
ellos hacer con el máximo fervor cada una de mis acciones”.
Fue un capellán heroico en el quehacer diario, fue
un religioso siempre fiel a Dios y a los prójimos a él confiados; se distinguió
cuando el hospital de S. Camilo de Cremona en la primera guerra mundial se
volvió hospital militar acogiendo muchos jóvenes heridos que venían del frente.
A los 73 años escribió que sentía perder las
fuerzas, en breve un resfrío se transformó en bronconeumonía, pidió el Oleo de
los enfermos, el perdón de todos y de rezar por él, en la noche recibe también
el viático luego entra en la oración con los brazos cruzados y en esta posición
murió el 10 de mayo de 1938.
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