13-03 Día Mundial del Sueño
El
estilo de vida que tiene la sociedad actual ha generado que el descanso deje de
ser una prioridad. Las nuevas tecnologías están modificando los hábitos que solíamos
tener: equipos como celulares y tablets nos acompañan desde que nos levantamos,
hasta que nos dormimos, activando constantemente nuestra atención y alerta.
Esto,
en alguna medida, afecta nuestras rutinas y nuestro sueño, predisponiéndonos al
insomnio, el trastorno de sueño más frecuente en la población general. A nivel
internacional, se estima que 1 de cada 4 personas tienen dificultades para
dormir y se calcula que entre un 30 y 40% de la población adulta padece de insomnio.
Este
padecimiento se caracteriza principalmente por la dificultad para el inicio o
el mantenimiento del sueño, lo que produce una disminución en la cantidad, calidad
o eficacia del mismo.
La
privación del sueño, dependiendo de si es parcial o total, tiene como
consecuencias los cambios anímicos como mayor irritabilidad y ansiedad,
decaimiento, disminución de la motivación y creatividad, y la afectación de la
capacidad de atención y concentración; y estas emociones pueden a su vez
traducirse en ausentismo laboral, mayor presencia de accidentes
automovilísticos, disminución del bienestar percibido, mayor probabilidad de
desarrollar trastornos de ansiedad y depresión y un estado de fatiga
generalizado.
¿Cuáles son
las herramientas que tenemos a nuestro alcance para evitarlo?
Los
profesionales que trabajamos para tratar el trastorno del sueño, sugerimos las
llamadas pautas de higiene del sueño, como por ejemplo, utilizar la habitación
únicamente para dormir.
De
esta forma, el cerebro asocia el dormitorio con esta actividad y no con ver
películas y series o revisar las redes sociales. En esta línea, se reservan
esas actividades para otra parte de la casa y sugerimos acostarse solo cuando
se tiene sueño.
Sustancias
como la nicotina, la cafeína y el alcohol también se asocian con el insomnio.
Por ese motivo sugerimos evitar el cigarrillo, no consumir cafeína por lo menos
seis horas antes y no beber alcohol por lo menos dos horas antes de irse a
dormir.
Adicionalmente,
se sugiere no realizar siestas o que las mismas no superen los 20 minutos y
evitar el ejercicio físico excesivo varias horas antes de irse a la cama, ya
que provocaría una activación fisiológica.
Todas
las condiciones que puedan hacer a una habitación más confortable, también
favorecerán a un buen descanso: temperatura alrededor de los 23°C; bajo nivel
de luz y ruidos; y un colchón que no sea excesivamente duro. Dr. PL
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