lunes, 16 de marzo de 2020

¿Por qué y cómo dar limosna?

El Papa Benedicto XVI nos enseñó que “La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación (la avaricia) educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial al igual que sucedía en la Iglesia primitiva”.
“Según las enseñanzas evangélicas no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo”.
En breve, digamos que el sentido principal de la limosna es hacer presente en el mundo la caridad divina a través de nosotros. Con este ejercicio comunicamos la caridad divina, pues buscamos con sinceridad el bien y la integridad del prójimo.
¿La limosna debe ser material?
Al hablar de limosna nos referimos a la dádiva de un bien que nos es valioso y el cual necesitamos. Es decir, la limosna no es lo que nos sobra. Incluso si diéramos grandes sumas de dinero que no necesitáramos esa dádiva no sería limosna, pues con ella no compartimos lo que realmente necesitamos para sobrevivir.
En este sentido, no importa la cantidad de lo que demos, sino el sentido de generosidad y el compartir lo que verdaderamente lo que no nos sobra, sino que es para nosotros un bien valioso. Por tanto, podemos compartir tiempo, ayuda, consejos, y no sólo alimentos y dinero.
Asegurarnos que la limosna ayude al prójimo
Muchas veces las personas de buenas intenciones dejan de dar limosna a los pobres porque saben que el dinero dado será gastado en drogas, jerarquías delictivas o que, en general, no será de provecho para los necesitados.
Ante esto podemos responder ayudando a los necesitados a través de organizaciones o fundaciones que administran óptimamente los bienes, a fin de que los pobres puedan ayudarse con ellos.
Naturalmente, la acción de la limosna llega a su plenitud cuando el bien que compartimos ayuda al prójimo a mejorar su condición. Sin embargo, lo que el necesitado haga con los bienes compartidos no es directamente responsabilidad de quien da, sino de quien recibe los bienes. GGN

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