Mártires, 05 de
Abril
Elogio:
También en Seleucia, conmemoración de
ciento once varones y nueve mujeres, mártires, que, procedentes de varias
ciudades regias, por haber rehusado firmemente renegar de Cristo y adorar el
fuego, por mandato del mismo rey fueron quemados vivos.
Ignoramos los
nombres de estos mártires, pero, según la tradición, en el reinado del rey
Sapor II de Persia, más de cien cristianos fueron martirizados el mismo día, en
Seleucia de Tesifonte. Entre ellos, había nueve vírgenes consagradas a Dios; el
resto eran sacerdotes, diáconos y monjes. Como todos se negasen a adorar al
sol, fueron encarcelados durante seis meses en sucias prisiones. Una rica y
piadosa mujer, llamada Yaznadocta les ayudó, enviándoles alimentos. A lo que
parece, Yaznadocta se las arregló para averiguar la fecha en que los mártires
iban a ser juzgados. La víspera, organizó un banquete en su honor, fue a
visitarles en la prisión y regaló a cada uno un vestido de fiesta. A la mañana
siguiente, volvió muy temprano y les anunció que iban a comparecer ante el juez
y que aún tenían tiempo de implorar la gracia de Dios para tener el valor de
dar su sangre por tan gloriosa causa. Yaznadocta añadió: «En cuanto a mí, os
ruego que pidáis a Dios que tenga yo la dicha de volver a encontraros ante su
trono celestial».
El juez
prometió nuevamente la libertad a los mártires, con tal de que adorasen al sol,
pero ellos respondieron que los vestidos de fiestas que llevaban eran la mejor prueba
de que estaban dispuestos a dar la vida por su Maestro. El juez les condenó a
ser decapitados. Esa misma noche, Yaznadocta consiguió recuperar los cadáveres
y los quemó para evitar que fuesen profanados. Aunque no hay en esta narración
los elementos milagrosos que generalmente despiertan sospechas en los críticos,
contiene sin embargo algunos detalles improbables, como lo demostró el P.
Peters. El ciclo de las actas de los mártires de Adiabene, al que este relato
pertenece, no siempre es fidedigno.
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