No te
apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito en
todo lo que emprendas. Josué 1:7
Mientras
te acostumbras a leer tu Biblia, trata de adquirir el hábito de buscar las
promesas que Dios te hace. Hay tantas en las Escrituras, que no puedes leer ni
siquiera un pasaje corto sin encontrártelas. Pero incluso cuando las estamos
buscando, tenemos la tendencia a pasar por alto las promesas que siguen después
de cualquier tipo de instrucción. Algunas veces la instrucción, lo que Dios nos
dice que hagamos, oscurece la bendición prometida, justo como cuando éramos
niños, el sabor de los hongos oscurecían todo lo demás.
En cada
uno de los mandamientos del Señor hay una bendición declarada o implicada para
nuestra felicidad y nuestro bienestar, aunque no reconozcamos lo bien que
saben.
La
promesa que en la mayoría de los casos sigue a la palabra escucha es: “Para
que te vaya bien”. Dios quiere que obedezcamos Su voz para que Él
pueda darnos toda Su herencia en forma muy parecida a las clases privadas con
un profesional de golf que nos capacitan para sacarle el mejor partido a
nuestro swing.
¿Por qué
intentar resolver todo por nosotros mismos cuando Dios ofrece lecciones
gratuitas?
El poner
atención a lo que el profesional nos dice, y ajustar nuestro swing como
corresponde, disminuirá el número de golpes en tu puntuación.
Una de
las metáforas que encontrarás en la Biblia es la ilustración de la Tierra
Prometida a la cual Dios llamó a Su pueblo. Claro que se trata de un país
verdadero donde las tribus de Israel vivían, pero también representa la medida
completa de la vida espiritual que Dios quiere que disfrutemos. Somos librados de
la cautividad en Egipto y transferidos al “reino de Su Hijo amado,” la Tierra
Prometida.
Es por
eso que hoy quiero atender a sus promesas y sobre notar cómo están ligadas sus
promesas a la Obediencia.
Señor,
Gracias por ser mi Padre y darme tus promesas que me aseguran un futuro
brillante y de triunfo. Hoy quiero atender a tus promesas. En el Nombre de
Jesús. DAB
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