Este artículo quiero dedicarlo a todas las personas
que se nos han adelantado de este mundo: a nuestros abuelitos, tíos o algún
otro pariente de edad avanzada que descansan en paz, pero también a nuestros
papás, hermanos, amigos, vecinos o conocidos que sin padecer alguna enfermedad
mortal, fueron llamados a la presencia de Dios.
Aunque no hay palabras que se puedan decir ante
pérdidas tan lamentables como éstas, las vidas de estas personas nos dejan una
gran enseñanza sobre la tierra y la más importante de todas es ‘el tiempo’. El
hecho de reconocer que nadie sabemos el día ni la hora en que nos toque a
nosotros estar en la presencia de Dios y pienso yo que mientras tengamos vida,
tratar de valorar cada instante que nos toca vivir.
¡Esta vida se está yendo muy rápido! Quizás te pase
como a mí, parece que fue ayer cuando comencé mi trabajo como maestra de
preescolar y hoy en día van a visitarme a mi aula, alumnos de mis primeras
generaciones ¡que ya están en secundaria! Pasa cada cosa en un abrir y cerrar
de ojos.
Muchas veces desperdiciamos nuestros preciados días
estando enojados por situaciones tan tontas que tienen pronta solución,
peleando con quien se nos cruza en el camino, criticando a diestra y siniestra,
quejándonos por todo, dedicándole mucho tiempo a actividades tan vanas o poco
productivas en lugar de fijarnos metas y utilizar nuestro tiempo para hacer
cosas que nos traigan algún beneficio y nos hagan crecer y aprender algo nuevo
diariamente, ¡hay tantas cosas nuevas que aprender!
Perdemos nuestras tardes haciendo cuentas e
ignoramos a nuestros pequeños que están a la espera de una mirada, de una
sonrisa, de una caricia por parte de nosotros. O en otros casos, nos empeñamos
en querer ahorrar el dinero que ganamos y claro, ¡hay que saber organizar
nuestras finanzas! Pero también disfrutar ocasionalmente de paseos, viajes y
conocer nuevos lugares. Permítete tener a tus mascotas más cerca de ti. No te
pongas a guardar las cosas para utilizarlas ‘solamente en un momento especial’
¡Cada día es un momento especial!
Hemos venido a esta vida a no ser más que felices,
si en tu relación de noviazgo no sientes la confianza, el amor pleno, la
felicidad, la libertad, la protección y el cariño, créeme, por experiencia
propia te digo, que estás mucho mejor por tu cuenta que con compañías que no le
traigan bien a tu vida, que al pasar más tiempo contigo mismo y al gustarte más
a ti mismo, te encontrarás cada vez más listo para aceptar nada menos de lo que
tu mereces. Y si llega, eh Y si en tu matrimonio sientes que estás
perdiendo la paciencia, la buena comunicación, la tolerancia, ¿por qué no
volver al amor del principio?, dedicar una o muchas tardes para rememorar los
momentos en que fue surgiendo el amor y todo lo que han vivido juntos hasta
regresar las risas perdidas, el cariño y el afecto de un inicio.
Está vida está llena de ocupaciones, y cuanto más
crecemos más va siendo así, pero a pesar de ello quiero preguntarte: ¿Cuándo
fue la última vez que le llamaste a alguno de tus grandes amigos?, ¿Cuándo se
vieron por última vez?, ¿Cuántas veces han aplazado esa salida al café para platicar
de sus vidas actuales?, ¿Por qué no llamar ahora?, ¿Por qué guardar rencores?,
¿Por qué no perdonar ahora?, ¿Por qué no orar ahora en lugar de esperarnos
hasta la hora de irnos a dormir? La espera es muy larga si aguardamos hasta
Navidad, hasta que sea viernes, hasta el próximo año, hasta que tenga dinero,
hasta que me llegue el amor.
La oportunidad la tenemos día con día, 24 horas que
Dios nos regala diariamente para hacer nuestro paso por la tierra un lugar
mejor, un lugar más agradable, un lugar más necesitado de nuestras sonrisas con
las cuáles podamos predicar del gran amor de Él.
Amar más, perdonar más, abrazar más, vivir más
intensamente y dejar el resto en las manos de Dios y cuando nos mande llamar a
su presencia eterna, saber que supimos disfrutar de este gran regalo de la vida
en su totalidad.
Y qué mejor que seguir el consejo directamente de
la Palabra de Dios que nos dice en Eclesiastés 3, 1-8. “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace
bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un
tiempo para cosechar; un tiempo para matar, y un
tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un
tiempo para construir; un tiempo para llorar, y un
tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un
tiempo para saltar de gusto; un tiempo para esparcir piedras, y un
tiempo para recogerlas; un tiempo para abrazarse, y un
tiempo para despedirse; un tiempo para intentar, y un
tiempo para desistir; un tiempo para guardar, y un
tiempo para desechar; un tiempo para rasgar, y un
tiempo para coser; un tiempo para callar, y un
tiempo para hablar; un tiempo para amar, y un
tiempo para odiar; un tiempo para la guerra, y un
tiempo para la paz”. LG
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