Un anticuerpo recuperado
de un sobreviviente de la epidemia de SARS a principios de la década de 2000 ha
revelado una potencial vulnerabilidad del nuevo coronavirus en la raíz de
COVID-19, según un estudio de los científicos del Scripps Research Institute, en California.
El estudio, publicado en Science, es el
primero en cartografiar la interacción de un anticuerpo humano con el nuevo
coronavirus a una resolución casi a escala atómica. Aunque el anticuerpo se
produjo en respuesta a una infección de SARS (síndrome respiratorio agudo
severo), causado por el virus SARS-CoV, reacciona de forma cruzada con el nuevo
coronavirus, SARS-CoV-2.
A través de este mapeo,
los autores descubrieron que el anticuerpo que se produjo en respuesta a la
enfermedad de 2003 se alojó en un punto casi idéntico en el virus que causa la
pandemia actual. Por lo tanto, el hallazgo sugiere que hay un sitio
funcionalmente importante y vulnerable para esta familia de coronavirus.
“El hallazgo puede ayudar
en el diseño de vacunas y terapias basadas en la estructura contra el COVID-19,
y estos también protegerían contra otros coronavirus, incluyendo aquellos que
puedan surgir en el futuro”, explicó el autor principal del estudio Ian Wilson.
El especialista explicó que este anticuerpo no mata al nuevo coronavirus, pero su estudio ofrece una
hoja de ruta a los científicos para saber a dónde deben enviar los anticuerpos
para detenerlo.
El SARS-CoV, que causa el SARS, se originó en
murciélagos, pero saltó a los humanos en el sur de China en 2002, infectando
finalmente a más de 8.000 personas y matando a casi 800. El SARS-CoV-2, un
coronavirus estrechamente relacionado que causa el COVID-19, surgió por primera
vez en la ciudad china de Wuhan a finales de 2019. Mucho más infeccioso que su
primo viral, ha provocado una pandemia, causando muchos más casos de enfermedad
y muertes. El desarrollo de una
vacuna o incluso un tratamiento eficaz podría mejorar considerablemente la
crisis, que ya dejó casi 65.000 muertos en todo el mundo.
La investigación se centra
en un anticuerpo anti-SARS-CoV llamado CR3022 que fue
aislado originalmente en 2006 por la compañía farmacéutica Crucell Holland B.V.
en los Países Bajos. Un informe de científicos chinos a principios de este año
indicó que el CR3022 reacciona de forma cruzada contra el COVID-19. El equipo
de Wilson usó su experiencia en mapeo estructural para determinar cómo el
anticuerpo se une al nuevo coronavirus.
Un hallazgo clave es que el anticuerpo se une a
sitios similares en ambos coronavirus, diferenciándose por sólo cuatro bloques
de construcción de proteínas llamados aminoácidos. Ese alto grado de similitud
implica que el sitio tiene una función importante que se perdería si mutara
significativamente.
Sin embargo, señalan que el anticuerpo se une mucho menos fuertemente al COVID-19 que al SARS, y
no puede neutralizarlo en las pruebas de laboratorio como lo hace el SARS. Pero
los hallazgos sugieren que el sitio de unión es una vulnerabilidad, y que los
anticuerpos que se unen más estrechamente podrían neutralizar el virus.
Los hallazgos también indican que puede haber otros
anticuerpos que neutralicen efectivamente el SARS y COVID-19, y tal vez hagan
lo mismo con futuros coronavirus, dijo el equipo de Scripps.
“Nuestro objetivo final aquí es obtener información
estructural sobre los anticuerpos y sus sitios de unión, y usarla para guiar el
diseño de la vacuna contra, tal como nuestro laboratorio ha hecho con la
influenza y el VIH”, detalló el coautor del estudio Nicholas Wu.
El laboratorio Wilson es conocido por sus estudios
estructurales pioneros de anticuerpos ligados a virus como el VIH y la gripe.
Estos estudios han sido utilizados para informar los diseños de vacunas y
drogas de anticuerpos, así como otras terapias. Junto con cientos de otros
laboratorios alrededor del mundo, el equipo de Wilson está ahora enfocado en el
SARS-CoV-2.
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