lunes, 11 de marzo de 2024

Día litúrgico: Martes IV (B) de Cuaresma

Texto del Evangelio (Jn 5,1-3.5-16): Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.
Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’». Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
 
Comentario del Evangelio
 
Hoy el milagro ‘funciona’ de otro modo. El paralítico está ahí tirado, desde hacía 38 años. ¡Pobre desgraciado! Incapaz de nada. Jesucristo se anticipa y le pregunta. El enfermo explica lo que le pasa, pero ni siquiera pide su curación… No se le pasa por la cabeza. ¡Tantos años! Esa situación triste remueve las entrañas del Cristo-Dios…
—¡Así está la humanidad!: paralítica y enferma de ‘pecado original’. A veces ni lo pensamos. Estábamos desde hacía tiempo ‘tirados’, en estado lamentable. Nada podíamos hacer. Ni se nos pasaba por la cabeza que Dios pudiera curarnos. Pero Él tomó la iniciativa y dio su propia vida por nuestra salud.

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