Recitar respuestas de otros
Justo cuando en
nuestro camino de la fe comenzamos a salir de la adolescencia y nos encaminamos
hacia la fe adulta, es cuando la pregunta sobre el ser de Jesús cobra una
importancia sin precedentes. Y es que, dar cuenta de lo que Jesús significa
para cada uno constituye el asunto neurálgico de la fe. La adolescencia en la
fe consiste es repetir sobre Jesús lo que ya se ha dicho: recitar lo que se ha
escrito, memorizar los datos que han cincelado el sinnúmero de pensadores que
nos han precedido. Eso es importante, tan es así que, es lo primero con lo que
inquieta Jesús a los suyos. Pero eso no basta. Mucho nos ayuda la confesión de
fe de los demás, pero es necesario hacer el propio camino de conocimiento del
Señor.
¿Cuál es tu experiencia?
Luego de haber
observado el camino de los otros y después de haber gustado sus bellas
reflexiones sobre la persona de Jesús, toca a cada uno arriesgarse y abrir
brecha haciendo el propio camino. El adolescente se rebela, pero teme correr
sus propios riesgos. El adulto, en la soledad de sus decisiones, carga con sus
temores y emprende su propio camino. Descubre que no puede seguir bajo el
cobijo de los demás. ¡Necesita correr sus propios riesgos! La fe adulta
comienza con nuestras aventuras por los valles, silencios, calmas y noches
oscuras, en las que nos confrontamos de verdad, con aquello que creemos.
Tú eres el Señor
Confesamos con
nuestra boca el sentir de nuestro corazón. Proclamar que Jesús es el Señor, no
es una tarea que se tenga que hacer con solemnidad un día de nuestra vida y
listo. La confesión del señorío de Jesús es una confidencia que vibra distinto
en cada uno. No será la misma experiencia de los fariseos que la de los
discípulos. No expresaron su fe de la misma manera el joven rico que Magdalena.
Cada uno pronuncia lo que Jesús le significa desde su propia vida. Podemos
conformarnos con repetir la experiencia de los demás. Eso es bueno pues nos
salva de correr los riesgos de la fe, nos deja tranquilos. O, podemos ir mar
adentro, arriesgarnos, andar inquietos, hacer nuestro propio camino y decirle
al Señor nuestra propia respuesta, esa que sentimos en el corazón.
Profesión de fe que es
experiencia
San Gregorio
Magno nos ha enseñado que, solo cree de verdad, el que practica lo que cree, y,
las prácticas de nuestra fe no son ritos escondidos que no alcancemos a
comprender, los gestos de nuestra fe son actitudes que brotan de un
convencimiento. No nos persuaden las normas a priori, nos convence estar a
solas con el Señor, sentirnos como en casa con Él, acompañarlo, verlo construir
la historia, reconocerlo repartiendo la vida por todos lados. Haber hecho esta
experiencia, es lo que nos permitirá confesar nuestra fe con la vida, incluso,
con las palabras. FOG
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