¿Alguna vez has escuchado, con atención, hablar a una persona?, ¿alguna
vez has asistido a una plática, conferencia, charla? No vayamos lejos, ¿alguna
vez has escuchado una homilía o un sermón? Cuando percibes las palabras y las
ideas que se presentan, ¿cómo las recibes?, ¿cómo las escuchas?
Existen dos modos de escuchar. Solo uno de ellos es verdadero. Solo uno
de ellos es propio del hombre. Antes de referirnos a ellos encontramos primero
lo que es tan solo “oír”. Consiste en nada menos que en recibir sonidos.
Después encontramos el primer modo de escucha. Éste sabe decodificar
informaciones. Recibe las ideas y las organiza. Comprende el mensaje mismo. Al
final encontramos, sin embargo, el único modo real: es aquél que recibe todo lo
que escucha no solo como simples sonidos, pero tampoco ni siquiera como meras
informaciones, sino sobre todo como aquello que podría llamarse la palabra de
un corazón.
Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón de quien escucha, ése
sabe verdaderamente escuchar. Aquél que sabe reconocer las palabras del
corazón, puede identificar al que tan solo emite solo ideas, pero también al
que transmite todo su ser por la palabra.
Quizás si el gentío hubiese buscado mirar más allá de las ideas, quizá
si los apóstoles hubiesen mirado más allá de las doctrinas, quizá si yo mismo
buscara mirar más allá de las palabras para tocar el corazón, entonces quizás
la parábola cesaría de ser parábola para pasar a ser vida. IYGA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario