Mártir laico, 15 de
Enero
Martirologio: En Suances, Cantabria, España, Donato
Rodríguez García, asesinado por odio a la fe († 1937).
Fecha de beatificación: 23 de abril de 2016, durante el pontificado
de S.S. Francisco.
Conforme a su partida de bautismo, Donato Rodríguez García nace en la localidad de Santa Olalla de Valdivielso el 27 de enero de 1911. Fue bautizado en la parroquia de San Isidoro del mismo pueblo, recibiendo el nombre de Donato y dándole por abogado a San Feliciano. Según declaración de sus padres, nació en el número 6 de la calle Real.
Es hijo legítimo de
Diego Rodríguez Fernández, natural de la misma localidad, y de Basilia García
Valderrama, natural de Tova de Valdivielso, pueblo en el que contrajeron
matrimonio. Los abuelos paternos eran de Santa Olalla y los maternos de
Villalaín.
Al margen de la partida
se inscribe su confirmación, recibida el 19 de diciembre de 1923 en la Casa de
Asilo de Burgos, conforme a la notificación del capellán, don Mariano Herrero.
De Donato se sabe que
caminaba con muletas a causa de la poliomielitis infantil. Dada su minusvalía
fue recibido en la Casa de Asilo de Burgos, posiblemente para estudiar música,
y manifestó una despierta inteligencia para adquirir nuevos conocimientos. Al
salir de allí, don Valentín se interesó por él y le encargó tomar las funciones
de maestro, «estando muy contentos los niños con él», según testimonio del
propio Valentín Palencia. El 19 de noviembre de 1934 recibe el diploma de
capacidad en la enseñanza de piano por el Conservatorio Nacional de Música y
Declamación. Llegó a ser el director de la banda de música que Valentín creó en
el Patronato de San José. Uno de sus alumnos en el Patronato, aseguraba de él:
«Era un buen pedagogo; para enseñar música, parecía que te hipnotizaba, te
transmitía su ilusión. Enseñaba solfeo e instrumentación, de suerte que
nosotros, con doce años, leíamos con gran facilidad las partituras a primera
vista. Era muy cariñoso con los chavales; nos reprendía con la mirada si
estábamos distraídos».
Su fotografía, con finas
gafas claras, nos muestra el rostro de un hombre joven, cultivado y de aguda
mirada. Los testimonios que de él nos han llegado lo describen como «un niño
normal que jugaba y se divertía como un amigo más de sus amigos; él nunca se
quedaba atrás a pesar de la polio y sus muletas. Era buen estudiante, el
primero de la clase». Otros han asegurado que «era muy listo y muy buena
persona; además muy generoso y desprendido, daba todo lo que tenía». «Era de
buen carácter, muy bueno para todos».
Durante su viaje estival
a Suances junto a Valentín Palencia y otros niños del Patronato de San José
también fue hecho prisionero. Según documentos de la época, «lo mataron por
llevar un crucifijo colgado al cuello». «Los milicianos le dijeron: “Si te
quitas el crucifijo, no te mataremos”, pero él dijo que no se lo quitaba. Y,
también, que quería ser fiel a don Valentín y que correría la suerte que le
tocara a él».
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