Presbítero, 12 de
Enero
Martirologio Romano: En
la ciudad de Caen, Francia, beato Pedro Francisco Jamet, presbítero, que se
distinguió por su ayuda a las religiosas Hijas del Buen Pastor y por su trabajo
para la restitución de la paz a la Iglesia, después de un tiempo de
inestabilidad (1845).
Se lo consideró y se
lo llamó el “Segundo Fundador” del Instituto de las Hijas del Buen Pastor.
Pedro Francisco Jamet, nació el 12 de septiembre de 1762 en Fresnes, Francia,
sus padres, ricos agricultores, tuvieron ocho hijos, de los que dos fueron
sacerdotes y una fue religiosa.
Pedro Francisco
Jamet Estudió en el Colegio de Vire y a los 20 años se sintió llamado al sacerdocio,
por lo que se matriculó en la renombrada Universidad de Caen, en la que siguió
los cinco años de estudio en filosofía y teología.
En 1784 entró en el
seminario y 22 de septiembre de 1787 fue ordenado sacerdote, obtuvo el título
de licenciado en teología y el título de “Master of Arts”, pero no pudo
continuar su especialización por el estallido de la Revolución Francesa.
Existía en Caen una
comunidad de las Hijas del Buen Pastor, instituto fundado en 1720 por la Madre
de Anna Leroy, en 1790 el P. Jamet fue nombrado capellán y confesor del
Instituto, del que llegó a ser superior religioso en 1819.
En 1798 se negó
realizar el juramento impuesto por las autoridades de la Revolución Francesa,
por lo que fue detenido y recibió amenazas de muerte. Milagrosamente recuperó
la libertad y se dedicó con todos los medios a ayudar a las Hijas del Buen
Pastor, celebrando la Misa en secreto, apoyando a los hermanos vacilantes y
alentando a los fieles perseguidos.
Después de la
Revolución, pudo dedicarse abiertamente a la restauración y al crecimiento de
la Congregación del Buen Pastor. Inició la asistencia educativa a los
sordomudos, para lo cual realizó estudios específicos sobre su educación,
introduciendo nuevos métodos de enseñanza específica.
Durante ocho años,
desde 1822 a 1830, fue rector de la Universidad de Caen, logrando entre los
docentes y los estudiantes una nueva atmósfera de fe cristiana, posterior a la
gran tormenta de la Revolución y la propagación de ideas “ilustradas y
racionalistas”.
Todo lo hacía para
la gloria de Dios, porque interiormente era todo de Dios. A los 83 años, a
consecuencia del agotamiento y la edad, Pedro Francisco Jamet murió el 12 de
enero de 1845.
Los acontecimientos
políticos hicieron, que pese al reconocimiento público de su fama de santidad,
el necesario proceso canónico se iniciara recién en 1930, completado con la
aprobación del milagro atribuido a su intercesión, el 11 de diciembre de
1985. El Papa Juan Pablo
II lo beatificó el 10 de mayo de 1987.
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