“Me quiero
dejar las canas, viste que ahora se usan”, se escuchó en una conversación
callejera. Sin embargo, un estudio de una importante universidad habría
descartado que solamente se deba a una cuestión de “moda” y responda a una
enfermedad que avanza a diario en el estilo de vida que llevamos.
Según el
estudio de la Universidad de Harvard,
el estrés sería una de las causas de la pérdida de color del pelo. Tal como
determinó el informe, el estrés activa nervios responsables de la respuesta a
la supervivencia (conocida como la reacción de lucha o huida), que causa daños
permanentes en la regeneración de los pigmentos de las células madres ubicadas
en los folículos pilosos.
“Todo el mundo
tiene una anécdota que compartir sobre cómo el estrés afecta a su cuerpo, en
particular en la piel y el cabello, porque son los únicos signos que pueden
verse a simple vista”, señaló Ya-Chieh Hsu, profesora asociada del Departamento de Células Madre y Biología
Regenerativa de la Universidad de Harvard.
“Queríamos
entender si esta conexión era cierta, y de ser así, cómo el estrés genera
cambios en distintos aspectos. La pigmentación del cabello es un gran método
para empezar a rastrearlo y manejarlo; además, estábamos genuinamente
interesados en observar si el estrés vuelve el cabello gris”, contó la
científica.
Si bien el
estrés afecta a todo el cuerpo, lo concreto es que los científicos debieron
estudiar minuciosamente a ver cuál era la hormona que afectaba para el cambio
de color del cabello. Así señalaron que el estrés provoca que los nervios del
sistema nervioso liberen norepinefrina, un neurotransmisor que es absorbido por
las células madre cercanas regeneradoras de los pigmentos.
“Cuando
comenzamos a estudiar esto, esperaba que el estrés fuera malo para el cuerpo,
pero el impacto perjudicial del estrés que descubrimos estaba más allá de lo
que imaginaba”, afirmó Hsu, que explicó que “después de unos pocos días, se
perdieron todas las células madre que regeneran el pigmento. Una vez que se han
ido, ya no se puede regenerar el pigmento. El daño es permanente”.
“Al comprender
con precisión cómo el estrés afecta a las células madre que regeneran el
pigmento, hemos sentado las bases para comprender cómo afecta a otros tejidos y
órganos del cuerpo, este es el primer paso crítico hacia un eventual
tratamiento que pueda detener o revertir su impacto perjudicial. Todavía
tenemos mucho que aprender en esta área”, sentenció la científica.
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