El debate llegó en las últimas horas nuevamente a
Francia, mismo país desde donde el virólogo e infectólogo jefe del Instituto de
Infecciones del Mediterráneo de Marsella, Didier Raoult, impulsa el uso de hidroxicloroquina, a razón de
que sería una “inmoralidad” no utilizarlo frente a la pandemia por coronavirus.
Un grupo de especialistas farmacéuticos de un gran
hospital universitario francés, corresponsal del Centro de farmacovigilancia de
la Agencia Regional de Salud de Nueva Aquitania, lanzó una alerta con médicos y farmacéuticos de enfermedades
infecciosas: “Casos de pacientes positivos para COVID-19 (es decir, cuya
infección ha sido validada por una prueba) presente, con hidroxicloroquina
asociada o no con azitromicina (un antibiótico), verificaron alteraciones del
ritmo o conducción cardíaca, paro cardíaco en otros hospitales franceses”.
Según la misma advertencia, algunos de estos juicios resultan ser “fatales”, en especial por casos de automedicación.
“Se están evaluando estos casos”, explicaron a
medios franceses como BFMT este grupo de vigilancia farmacéutica francés, y “se
remitirá a ANSM (Agencia Nacional de seguridad de los fármacos)”. La
información circuló rápidamente en la dirección de los infectólogos de otras Centros Hospitalarios, grupos de anestesistas
y personal sanitario, en especial a toda la primera línea de atención para
salvar a las víctimas enfermas de esta epidemia sin precedentes, y de
crecimiento meteórico.
Toxicidad cardíaca informada
El domingo 29 de marzo, la agencia regional de
salud de Nueva Aquitania sumó una nueva advertencia a una alerta del pasado
viernes. “Se han notificado casos de
toxicidad cardíaca en la región después de la automedicación de
Plaquenil (hidroxicloroquina) ante síntomas sugestivos de COVID-19, que a veces
requieren hospitalización en cuidados intensivos”.
Derivada de la
cloroquina antipalúdica, la hidroxicloroquina es un medicamento conocido en
Francia y varios países del mundo como Plaquenil y se usa contra el
lupus o la artritis reumatoide. En este momento varios países en la lucha
contra el virus están combinando estos medicamentos, con precauciones en cuanto
a su uso por observarse numerosos efectos secundarios, incluidos trastornos
cardíacos y neurológicos. Y una sobredosis puede ser peligrosa, incluso mortal.
En Francia, el discutido Didier Raoult está llevando a cabo pruebas de hidroxicloroquina,
que ha recibido críticas después de haber publicado dos estudios que confirman,
según él, la “efectividad” de este tratamiento contra el coronavirus.
En un segundo estudio de
80 pacientes, publicado solo en redes sociales el viernes pasado,
el director del reconocido Instituto de Infecciones del Mediterráneo de Marsella,
dice que el 93% de ellos ha
experimentado un “desarrollo favorable”. A pesar de estos resultados, y
varios colegas que acompañan esta tesis, otro grupo de científicos critican la
falta de ensayos protocolizados y con los estándares correspondientes.
A la espera de los resultados de “Discovery”, un
ensayo europeo en curso sobre cuatro tratamientos, incluida la
hidroxicloroquina, Francia ha autorizado la administración de esta molécula
contra COVID-19 solo en hospitales y en casos graves.
Hace unos días, mientras la población preocupada por el avance de la pandemia comenzaba a formar
largas filas -con máscaras y distancia social- frente a las puertas del IHU,
las autoridades sanitarias de Francia recomendaron que no se utilizara la
cloroquina contra el COVID-19 “salvo en casos graves hospitalizados y bajo
vigilancia médica”, en palabras del ministro francés de Salud, Olivier Véran.
El Alto Consejo de Salud Pública y el primer
ministro francés, Édouard Philippe, anunciaron también que la recomendación se basa en la prudencia,
dada la falta de estudios sobre la eficacia y la seguridad del fármaco para
combatir este nuevo coronavirus, se acompaña de varios ensayos clínicos e
invitaron a los hospitales a “incluir la mayor cantidad posible de enfermos” en
ellos.
Las dudas por los estudios del científico francés
también llegaron a la tapa de los grandes medios galos. “Su rostro, enmarcado
por su largo cabello blanco y una barba que recuerda al mosquetero D’Artagnan,
ocupó la portada la semana última del diario Libération: Cloroquina:
¿esperanza o espejismo?”.
La OMS
alertó sobre el peligro de los “estudios reducidos” -un retrato hablado
de Raoult en IHU- sobre tratamientos y las “falsas esperanzas”. En esa misma
dirección, el Alto Consejo de Salud Pública de Francia recomendó que la
cloroquina “no se utilice en ausencia de una recomendación, salvo en casos
graves, hospitalizados por decisión colegiada de los médicos y bajo estricta
supervisión médica”.
El especialista, por su parte, no ha mostrado
timidez a la hora de polemizar: “La cloroquina es un medicamento barato y sin
peligro, utilizado desde hace más de 70 años”, dijo Raoult a la agencia AFP.
En efecto, la droga que descubrió Hans Andersag en
1934 aparece en la Lista de Medicamentos Esenciales de la OMS, que incluye
drogas seguras y efectivas que se consideran necesarias para todo sistema de
salud. JD
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