En
muchos debates son admitidas personas de opiniones distintas, contrapuestas,
apasionadas. Los temas de discusión varían enormemente: la vida y la muerte, el
aborto y la eutanasia, la fe y el ateísmo, el cambio climático y la
globalización, los toros y las medicinas alternativas.
Podemos
preguntarnos si ayudan las modalidades que se siguen en la discusión, si el
pluralismo convertido en regla a la hora de escoger a los invitados sirve para
acercarse a la verdad o crea confusiones en los muy variados televidentes,
radioescuchas o internautas. Otras veces, hay que decir la verdad, los debates
están muy manipulados y el pluralismo es solo aparente, pues los organizadores
han favorecido enormemente una opinión y han dejado muy mal representada a la
opinión opuesta.
Para
juzgar el valor que tiene el pluralismo, cuando es auténtico pluralismo,
imaginemos por un momento un debate sobre matemáticas en el que se usase el
método que se sigue en algunos debates sobre el aborto: permitir que hablen los
que están a favor y los que están en contra con un amplio espacio de libertad.
«Moderador:
Un saludo a todos. Tenemos en el estudio a AA, que defiende la validez de la
suma clásica según el sistema decimal. Está presente BB, que niega tal validez
y propone una matemática anárquica y creativa. Y hemos invitado a CC, que
considera que hay que ir más allá de la matemática para construir un mundo sin
números.
AA:
Un saludo a los espectadores. Gracias al sistema numérico decimal, o a otros
sistemas compatibles, como el sistema binario, las ciencias han logrado un
desarrollo imparable en los últimos 500 años de historia humana.
BB:
Un saludo a los televidentes. Considero que la perspectiva de AA, además de
dogmática e intolerante, atenta contra la fantasía y la creatividad, crea
enormes traumas en millones de niños que son acusados de graves errores en sus
tareas, y permite que los bancos persigan a través de tribunales arbitrarios a
quienes no pagan sus deudas.
CC:
Un saludo a todos. El mundo ha sido esclavo de los números durante años y años.
No sólo hay que suprimir la matemática tradicional, sino también otras
matemáticas alternativas, como la libertaria. Necesitamos vivir sin
matemáticas, sin números, sin contabilidades. Podremos recuperar así un estado
primitivo, original, como el de las tribus que muchos consideran retrasadas
pero en las que se viven profundos y magníficos valores que el mundo mal
llamado occidental ha olvidado durante siglos.
Moderador:
Millones de personas hemos aprendido que 2+2 son 4, y la cosa funciona.
¿Podrían, de modo ágil, expresar su opinión sobre las operaciones más básicas
que muchos conocemos y que tanto nos han ayudado?
AA:
Es claro que 2+2 son, eran y serán siempre 4, a pesar de las oposiciones de
libertarios o de anarquistas que buscan negar lo evidente. No podemos ir contra
una verdad tan básica y tan sencilla, porque entonces negaríamos nuestra
condición racional, la cual nos permite descubrir y aceptar lo evidente como
algo connatural e indiscutible. Una vez asumida esta verdad, se convierte en
fuente de paz y facilita los intercambios justos entre los seres humanos.
BB:
Con posiciones como las de AA volvemos a visiones dogmáticas e intolerantes que
han llenado de sangre la historia humana. Necesitamos superar esas ideas
inquisitoriales de quien dice “yo tengo la razón” y los demás están
equivocados. ¿Por qué no dar un premio a los niños que digan que 2+2 son 5?
¿Por qué imponer la tabla del 7 como fija e inalterable? ¿Por qué no convertir
al número 0 en un dígito mucho más rico y simpático de lo que ahora significa?
CC:
No hace falta proponer una matemática alternativa, por más novedosa que pueda
ser, porque lo que necesita el mundo es renunciar a la matemática y al mal
llamado progreso. Hemos de volver a sistemas de organización en los que el
número no tenga presencia alguna. De lo contrario, seremos individuos
empobrecidos, esclavos de presuntos saberes que reducen las casi infinitas posibilidades
de realización de la naturaleza humana cuando consigue liberarse de pasados
absurdos y de matemáticas esclavizantes.
AA:
No podemos acusar a la matemática de intolerante, porque la verdad no crea ni
daña a nadie. Aprender a interpretar y conocer los números sirve para miles de
cosas, y permite alcanzar conquistas científicas que mejoran la calidad de vida
de los seres humanos.
BB:
Pero también, tienes que reconocerlo, los números encadenan a millones de
personas con deudas externas asfixiantes. ¿Por qué no convertir mil millones de
dólares de deuda, gracias a una nueva matemática, en un pago a realizar de 500
dólares en 5 meses?
CC:
Aplicar los números a la economía, al trabajo de los pastores (“tengo 100
ovejas y 20 vacas”), a la familia (“tenemos 4 hijos”), a todo... es la fuente
de los males más profundos. Si vamos más allá de las matemáticas construiremos
un mundo sin fronteras, sin geometría, sin relojes, sin carreteras, libre hasta
límites de fantasía insospechada.
Moderador:
El tiempo es inflexible y tenemos que dejar espacio a la publicidad. Ha sido un
debate apasionado y lleno de dinamismo, donde hemos podido enriquecernos ante
perspectivas muy opuestas, todas ellas llenas del deseo de avanzar a nuevas
conquistas culturales, etc., etc.»
Se
trata, ciertamente, de una exageración, aunque no es totalmente inverosímil
escuchar a veces razonamientos parecidos sobre temas de importancia vital.
Pero
cuando escogemos como argumento de debate si una mujer puede decidir sobre la
vida o la muerte del hijo que ya vive en sus entrañas (y que muchos no permiten
llamarle así, “hijo”), ¿no ponemos en tela de juicio una de los principios más
profundos que permite la convivencia humana, el del respeto a la vida? ¿No
aceptamos que lo más hermoso y lo más noble, el amor y el cuidado que merece el
más pequeño entre los humanos, sea tratado ante unos micrófonos como si fuese
un tema discutible en el que cualquier opinión tiene derecho a expresarse? ¿No
sería mejor, como alternativa, no poner nunca en debate que un hijo vale
simplemente como hijo, y que vale la pena todo esfuerzo individual, familiar,
social, para ayudarle antes y después de su nacimiento?
El
aborto no es un tema sujeto al pluralismo. Habrá quien lo defienda, como hay
quien defiende el terrorismo, pero no merece un espacio en el mundo de las
comunicaciones humanas. Nunca la vida de un ser humano puede ser objeto de
debate público. Lo que sí podemos y debemos debatir, para llegar a resultados
concretos, es cómo mejorar las condiciones de vida de millones de mujeres que
no tienen ni asistencia sanitaria ni medios de subsistencia para ofrecer a sus
hijos, antes y después de nacer, aquellos alimentos, medicinas y ayudas que les
permitan una existencia saludable y bien asistida. A ellas y a sus hijos, que ya
existen y que merecen todo el apoyo de cualquier sociedad que tenga un mínimo
de justicia y de dignidad. FP
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