Eremita, 06 de
Junio
Elogio: En Scete,
Egipto, san Besarión, anacoreta, que por el amor de Dios fue mendicante y
peregrino.
Se
profesa una gran veneración a san Besarión en el Oriente, donde su nombre, con
algunas variantes, se impone a menudo en la pila bautismal; por ejemplo, el
padre de José Stalin se llamaba Vissarion. Nuestro santo era natural de Egipto
y, en cuanto se sintió llamado a seguir el camino de la perfección, se fue a
vivir al desierto. Primero fue discípulo de san Antonio y después de san
Macario. Se dice que no vivía bajo techo, sino que pasaba el tiempo en marcha
de un sitio a otro para quedarse a descansar donde le sorprendía el cansancio;
observaba un estricto silencio y mortificaba su carne con ayunos y penitencias;
se afirma que, en una ocasión, resistió los cuarenta días de la Cuaresma de pie
sobre una zarzas y sin probar bocado. Su caridad hacia todos los que se
acercaban a él en busca de consuelo, le condujo tan cerca de la perfección, que
el cielo le dotó con el poder de obrar milagros, como el de hacer potable el
agua salada y provocar la lluvia en tiempos de sequía, caminar sobre las aguas
del Nilo y vencer a los demonios. Lo mismo que otros muchos padres del
desierto, San Besarión vivió hasta una edad muy avanzada. Sus admiradores le
compararon con Moisés, Josué, Elías y san Juan Bautista.
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