viernes, 8 de marzo de 2024

La Cuaresma: un tiempo de encuentro y diálogo…

El encuentro con Jesús

La Cuaresma es un tiempo de gracia que nos invita a renovar nuestro encuentro con Jesús, el Señor que nos ama y nos salva. Cuando encontramos verdaderamente a Jesús, nuestra vida se transforma y se llena de alegría. No podemos guardar para nosotros este tesoro, sino que sentimos el deseo de compartirlo con los demás, especialmente con aquellos que no lo conocen o que se han alejado de Él.

El Evangelio para todos

Jesús quiere que su Evangelio sea para todos, sin excepción. Él nos muestra que hay un poder humanizador en su mensaje, una plenitud de vida que está destinada a todo hombre y a toda mujer, porque Él ha nacido, muerto y resucitado por todos. Por todos, nadie excluido. Por eso, los cristianos debemos ser extrovertidos, salir al encuentro de los demás, abrirnos al diálogo y al testimonio.

La llamada a la misión

La Biblia nos enseña que cuando Dios llama a una persona y hace un pacto con ella, el criterio siempre es este: elige a alguno para alcanzar a otros. Este es el criterio de Dios, de la llamada de Dios. Todos los amigos del Señor han experimentado la belleza, pero también la responsabilidad y el peso de ser elegidos por Él. Y todos han sentido el desánimo ante las propias debilidades o la pérdida de sus seguridades.

La tentación del privilegio

Pero la tentación quizá más grande es la de considerar la llamada recibida como un privilegio, como algo que nos hace superiores o mejores que los demás. Esto es un grave error, que nos aleja de la verdad y del amor de Dios. La llamada no es un privilegio, nunca. Nosotros no podemos decir que somos privilegiados en relación con los otros, no. La llamada es para un servicio. Y Dios elige a uno para amar a todos, para llegar a todos.

La universalidad del cristianismo

También debemos evitar la tentación de identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema. Así, más bien, pierde su naturaleza verdaderamente católica, es decir para todos, universal. El cristianismo no es un grupito de elegidos de primera clase, sino una familia de hijos e hijas de Dios, que acoge a todos con respeto y fraternidad. No lo olvidemos: Dios elige a alguien para amar a todos. Este es el horizonte de universalidad que nos propone el Evangelio.

La Cuaresma: un tiempo de conversión y comunión

La Cuaresma es, pues, un tiempo propicio para acercarnos a todas las personas, creyentes y no creyentes, para vivir en apertura al diálogo. Un diálogo que no busca imponer, sino compartir; que no busca convencer, sino testimoniar; que no busca dominar, sino servir. Un diálogo que nace del encuentro con Jesús, que nos hace partícipes de su misión, que nos libera de la tentación del privilegio, que nos abre a la universalidad del cristianismo. Un diálogo que nos lleva a la conversión y a la comunión, a la alegría y a la esperanza.

¿Cómo puedo hacer práctico esto de vivir la apertura hacia los demás en mi día?

* Busca momentos de oración personal y comunitaria, donde puedas agradecer a Dios por el don de su amor y pedirle que te ayude a ser un instrumento de su paz.

* Practica la escucha activa y el respeto hacia las personas que piensan o creen diferente a ti, sin juzgarlas ni imponerles tu punto de vista. Intenta comprender sus motivaciones, sus necesidades, sus sueños y sus dificultades.

* Ofrece tu ayuda, tu tiempo, tu sonrisa, tu palabra de ánimo, tu perdón, tu compañía, a quienes lo necesiten, especialmente a los más pobres, los más solos, los más marginados, los más sufrientes.

* Participa en iniciativas de solidaridad, de voluntariado, de diálogo interreligioso, del cuidado de nuestra casa común, de defensa de la vida y de la dignidad humana, que promuevan el bien común.

* Sé coherente entre lo que dices y lo que haces, entre lo que crees y lo que vives, entre lo que rezas y lo que amas. Así serás un testimonio creíble y atractivo del Evangelio. Cn

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