Texto
del Evangelio (Mt 5,13-16): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra.
Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más
que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz
del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni
tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el
candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
Comentario del Evangelio
Hoy, el Maestro nos dice a todos —no solamente a los
Apóstoles— que somos la sal de la tierra. La sal de las rocas tiene mucha arena
(1); por esto se guarda en saquitos (2), que se meten en la olla (3). Si no dan gusto, no sirven para
nada (4): son echados fuera (5) y son pisados por la gente (6). Los hijos de Dios debemos
transmitir el ‘sabor’ de la felicidad de esta vida y la ‘luz’ del camino que
conduce a la alegría eterna.
—¿Cómo hacer eso? Ofreciendo amistad, siendo amables,
sonriendo siempre, ayudando a los demás, prestando las cosas… —Señor, haz que los
cristianos seamos siempre buena sal, que dé gusto y preserve de la corrupción.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario