Texto
del Evangelio (Jn 12,24-26): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: si el
grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho
fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la
guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo
esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le
honrará».
Comentario del Evangelio
Hoy admiramos la serenidad con que san Lorenzo afrontó
su martirio el año 258. Eran momentos de persecución. El Papa san Sixto fue
martirizado. Lorenzo era uno de los diáconos que asistían al Papa. Él se
ocupaba de la ayuda a los pobres de Roma. La autoridad le concedió tres días
para reunir las riquezas de la Iglesia y entregarlas al Emperador. Pero,
¡sorpresa!: san Lorenzo se presentó con una larga cola de mendigos, pobres,
enfermos, lisiados… a los que él atendía. ¡Aquí están los tesoros de la
Iglesia!
—21 siglos después, los tesoros de Cristo no han
cambiado… ¡Somos nosotros quienes deberíamos cambiar!
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