Cada año, la temporada de
gripe o influenza en América Latina y el Caribe está asociada con un estimado de 36.500 muertes
relacionadas con complicaciones respiratorias producto de la infección, y unas 400.000 hospitalizaciones.
Expertos afirman que este escenario epidemiológico es
prevenible especialmente a través de la vacunación. Aunque en la mayoría de los países de la región la tasa de
vacunación contra la influenza es alta, supera el 70%, todavía hay mucho trabajo por hacer.
El 90%
de los países de Latinoamérica cuentan con una política
de influenza estacional, con estrategias de alerta de vigilancia y
campañas de inmunización. Aún así dentro de cada país hay
desigualdades en el acceso a las vacunas, pese a los esfuerzos de las agencias
de salud pública.
El hecho de que la influenza sea estacional plantea el
mayor desafío para decidir el momento óptimo para la vacunación en América
Latina. En los climas templados la actividad del virus alcanza su punto
máximo durante los meses de invierno (noviembre-febrero y mayo-octubre) en los
hemisferios norte y sur, respectivamente, mientras que en las regiones
tropicales y subtropicales suele ocurrir durante todo el año, pero
especialmente durante la estación lluviosa.
Además de esto, todavía hay barreras clave que deben
superarse, dependiendo el área:
·
La falta de coincidencia de la
vacuna con las cepas circulantes
·
La idea errónea sobre la
eficacia de la vacuna contra la influenza
·
Poca conciencia de los
alcances y riesgos de la enfermedad.
Desde la pandemia de 2009 de la influenza o gripe A
(H1N1), la Región ha avanzado en la prevención y campañas de vacunación.
En octubre de 2020, el Grupo Asesor de Expertos en
Inmunización de la Universidad de Colorado (CU-IAGE) convocó a un grupo de
expertos internacionales y regionales para analizar las estrategias actuales de
vigilancia, prevención y control de la influenza estacional en la Región, con
la meta de mejorar, entre otras cosas, las tasas de inmunización.
Infección
conocida pero impredecible
La influenza (también conocida como gripe) es
una enfermedad respiratoria
contagiosa provocada por el virus de la influenza. Este virus suele
causar una enfermedad leve, pero en ocasiones puede haber complicaciones
graves, hospitalización y hasta la muerte.
La mayoría de las personas que contraen la influenza
se recuperarán en un período que va desde unos pocos días hasta menos de dos
semanas, pero algunas pueden desarrollar complicaciones (la
neumonía es un ejemplo) como consecuencia de la influenza, algunas de las
cuales pueden poner en riesgo la vida.
Las infecciones sinusales y del oído son ejemplos de
las complicaciones moderadas de la influenza, mientras que la neumonía es una
complicación grave.
Otras posibles complicaciones graves desencadenadas
por la influenza pueden ser:
·
la inflamación del tejido que
rodea el corazón (miocarditis)
·
el tejido cerebral
(encefalitis) o
·
el tejido muscular (miositis)
·
y la insuficiencia
multiorgánica (insuficiencia renal y respiratoria).
La infección de las vías respiratorias por el virus de
la influenza puede desencadenar una respuesta inflamatoria en el cuerpo y puede
derivar en una sepsis, una infección generalizada.
La influenza también puede empeorar otros problemas de
salud crónicos. Por ejemplo, las personas con asma pueden sufrir ataques
mientras tienen influenza y las personas con enfermedades cardíacas
crónicas pueden presentar un agravamiento de su condición desencadenado por la
influenza, indican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades
(CDC) de los Estados Unidos.
Aunque cada persona puede presentar un grupo de
síntomas particulares de la gripe, los más comunes son:
·
Fiebre o sensación de fiebre y
escalofríos
·
Tos
·
Dolor de garganta
·
Goteo o congestión nasal
·
Dolores musculares o del
cuerpo
·
Dolor de cabeza
·
Fatiga (cansancio general)
Según explica la Biblioteca Nacional de Medicina, “la
mayoría de las personas contraen la gripe cuando inhalan gotitas provenientes
de la tos o los estornudos de alguien que tiene gripe”. También se puede
contraer si se toca algo que contenga el virus y luego la persona se toca la
boca, la nariz o los ojos.
A menudo, se confunden resfriados con gripe. Sin
embargo, una persona puede resfriarse varias veces al año, pero sólo engriparse
una vez en varios años.
Personas
con alto riesgo
Cualquiera puede contraer la influenza (incluso las
personas sanas) y los problemas de salud graves a causa de la gripe pueden
surgir a cualquier edad. Sin embargo, los CDC indican que algunas
tienen alto riesgo de presentar complicaciones graves relacionadas
con la influenza si se infectan con el virus.
Esto incluye a las personas de 65 años en adelante,
personas de cualquier edad con ciertas afecciones crónicas (como asma, diabetes
o cardiopatías), las mujeres embarazadas y los niños menores de 5 años, pero
especialmente los que tienen menos de 2.
Prevención
La mejor forma de prevenir la gripe es vacunarse
cada año. La influenza es una afección estacional y el virus que la provoca
cambia constantemente, por eso los científicos tienen que reformular la vacuna
para hacerla efectiva cada año.
Al vacunarse, la persona no solo se protege a ella
misma de la infección, Muchas personas vacunadas logran generar un escudo
protector comunitario que debilita al virus interfiriendo con la habilidad de
transmisión. HD
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