Días atrás, la sensación térmica
en Capital y Gran Buenos Aires superó los 40 grados. Luego el posterior ingreso
de un frente frío hizo que la mínima ronde los 20 grados. Los cambios bruscos
de temperatura y humedad, ya sean naturales o artificiales -por la utilización
de aires acondicionados-, pueden generar un impacto negativo en el organismo.
Mantener un sistema inmune saludable puede ayudar a evitarlo.
“De acuerdo con datos de la OMS,
las temperaturas extremas del aire contribuyen directamente a las enfermedades
cardiovasculares y respiratorias, sobre todo entre las personas de edad
avanzada. Por otra parte, en el caso del calor extremo, los niveles de polen y
otros alérgenos son mayores, por lo que estas alteraciones del entorno vuelven
vulnerable al cuerpo, que se ve forzado a adaptarse constantemente y queda
expuesto a diversas enfermedades”, advierten desde el Instituto de
Inmunooncología.
En ese ajuste, el sistema
inmunológico cumple un rol fundamental, “debido a que es el encargado de
defender al organismo ante infecciones como las bacterias y los virus”,
explican los médicos Ernesto Crescenti y Horacio Varela Jiménez. A través de
una reacción organizada, el cuerpo ataca y destruye los organismos infecciosos
que lo invaden.
Los especialistas subrayan la
importancia de mantener fuerte el sistema de defensas. “Un sistema inmune débil
o menos activo de lo normal nos convertirá en un blanco fácil para contraer
infecciones bacterianas o virales a repetición, e incluso enfermedades más
severas. Reforzar y estimular el sistema inmunológico ayudará a prevenir una
gran cantidad de patologías”, afirman.
Los especialistas ofrecen pautas
para fortalecer el sistema inmune, especialmente en épocas en que nos vemos
sometidos a bruscos cambios de temperatura y a grandes amplitudes térmicas
entre el día y la noche:
·
Mantenerse
hidratado. Consumir 2 litros de agua por
día.
·
Llevar una
alimentación balanceada, con alto consumo de frutas y verduras. Incrementar el aporte de Vitamina C (cítricos,
melón, kiwi, morrón y tomate), Vitamina A (hígado, huevos y lácteos), Vitamina
E (aceite de germen de trigo, de soja, cereales, arroz, aceite de oliva,
vegetales de hoja verde y frutos secos), Hierro (hígado, carne, pescado y
huevos), Zinc y Selenio (presentes en casi todos los alimentos).
·
Evitar
situaciones de estrés. el
ritmo de vida actual y las situaciones de enojo o nerviosismo generan severas
alteraciones de las defensas. Realizar actividades al aire libre, o
relacionadas con lo lúdico y el arte.
·
Asegurarse un
buen descanso. El sueño debe ser reparador,
realizarse de corrido y debe constar de unas 7 a 8 horas.
·
Realizar
actividad física. El ejercicio es clave en la
salud cardiovascular, mejora el ánimo, contribuye al control del peso, favorece
un buen descanso y eleva las defensas.
·
Evitar
químicos, conservantes, colorantes,
edulcorantes artificiales, tabaco, alcohol, comidas enlatadas y pre-elaboradas.
·
Tener en
cuenta la vestimenta. Con
los cambios de clima, tanto ambientales como los producidos al ingresar a un
establecimiento con aire acondicionado, es recomendable llevar un abrigo
liviano.
·
Estar atentos
a la higiene. Lavarse frecuentemente las manos
con agua y jabón. Al toser o estornudar, cubrirse la boca y nariz con un
pañuelo descartable o con el ángulo interno del codo. Tirar a la basura los
pañuelos descartables inmediatamente después de usarlos. Ventilar los
ambientes. No compartir cubiertos ni vasos. Mantener limpios picaportes y
objetos de uso común. BP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario