lunes, 14 de enero de 2019

Claves para cuidarse de los cambios bruscos de temperatura

Días atrás, la sensación térmica en Capital y Gran Buenos Aires superó los 40 grados. Luego el posterior ingreso de un frente frío hizo que la mínima ronde los 20 grados. Los cambios bruscos de temperatura y humedad, ya sean naturales o artificiales -por la utilización de aires acondicionados-, pueden generar un impacto negativo en el organismo. Mantener un sistema inmune saludable puede ayudar a evitarlo. 
“De acuerdo con datos de la OMS, las temperaturas extremas del aire contribuyen directamente a las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sobre todo entre las personas de edad avanzada. Por otra parte, en el caso del calor extremo, los niveles de polen y otros alérgenos son mayores, por lo que estas alteraciones del entorno vuelven vulnerable al cuerpo, que se ve forzado a adaptarse constantemente y queda expuesto a diversas enfermedades”, advierten desde el Instituto de Inmunooncología. 
En ese ajuste, el sistema inmunológico cumple un rol fundamental, “debido a que es el encargado de defender al organismo ante infecciones como las bacterias y los virus”, explican los médicos Ernesto Crescenti y Horacio Varela Jiménez. A través de una reacción organizada, el cuerpo ataca y destruye los organismos infecciosos que lo invaden. 
Los especialistas subrayan la importancia de mantener fuerte el sistema de defensas. “Un sistema inmune débil o menos activo de lo normal nos convertirá en un blanco fácil para contraer infecciones bacterianas o virales a repetición, e incluso enfermedades más severas. Reforzar y estimular el sistema inmunológico ayudará a prevenir una gran cantidad de patologías”, afirman. 
Los especialistas ofrecen pautas para fortalecer el sistema inmune, especialmente en épocas en que nos vemos sometidos a bruscos cambios de temperatura y a grandes amplitudes térmicas entre el día y la noche: 
·        Mantenerse hidratado. Consumir 2 litros de agua por día. 
·        Llevar una alimentación balanceada, con alto consumo de frutas y verduras. Incrementar el aporte de Vitamina C (cítricos, melón, kiwi, morrón y tomate), Vitamina A (hígado, huevos y lácteos), Vitamina E (aceite de germen de trigo, de soja, cereales, arroz, aceite de oliva, vegetales de hoja verde y frutos secos), Hierro (hígado, carne, pescado y huevos), Zinc y Selenio (presentes en casi todos los alimentos). 
·        Evitar situaciones de estrés. el ritmo de vida actual y las situaciones de enojo o nerviosismo generan severas alteraciones de las defensas. Realizar actividades al aire libre, o relacionadas con lo lúdico y el arte. 
·        Asegurarse un buen descanso. El sueño debe ser reparador, realizarse de corrido y debe constar de unas 7 a 8 horas. 
·        Realizar actividad física. El ejercicio es clave en la salud cardiovascular, mejora el ánimo, contribuye al control del peso, favorece un buen descanso y eleva las defensas. 
·        Evitar químicos, conservantes, colorantes, edulcorantes artificiales, tabaco, alcohol, comidas enlatadas y pre-elaboradas.
·        Tener en cuenta la vestimenta. Con los cambios de clima, tanto ambientales como los producidos al ingresar a un establecimiento con aire acondicionado, es recomendable llevar un abrigo liviano. 
·        Estar atentos a la higiene. Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón. Al toser o estornudar, cubrirse la boca y nariz con un pañuelo descartable o con el ángulo interno del codo. Tirar a la basura los pañuelos descartables inmediatamente después de usarlos. Ventilar los ambientes. No compartir cubiertos ni vasos. Mantener limpios picaportes y objetos de uso común. BP

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