Molestia, inflamación, dolor en el globo ocular,
vista con neblina y hasta la pérdida de visión. Esos son los pasos y síntomas
de la uveítis, una enfermedad
poco frecuente y autoinmune que afecta a casi 300 mil argentinos.
“La uveítis es una inflamación de la parte
interna del ojo que causa malestar y dolor en el paciente. Existen
dos grandes grupos: las uveítis infecciosas y las autoinmunes (o no infecciosas).
Las primeras son difíciles de diagnosticar, pero su tratamiento suele ser por un
período corto, en comparación con las autoinmunes que pueden
volverse crónicas y requerir tratamiento por años, y hasta de por vida”,
aseguró el doctor Pablo Franco, Jefe del Servicio de Uveítis del Hospital
Oftalmológico Santa Lucía.
Dependiendo de a qué parte interna del ojo afecte
se subdividen en: anterior, intermedia, posterior y panuveítis.
Si bien no existe un registro de la cantidad de
afectados en nuestro país, si se extrapolan los datos de prevalencia mundial, casi
300 mil argentinos podrían desarrollar uveítis. Se presenta
en una edad en la que los pacientes están en el período más activo de su vida
profesional y laboral. Entre el 70 y 90% de los casos sucede entre
los 20 y 60 años de edad, y en la mitad de los pacientes se inicia
entre la tercera y cuarta década de la vida.
Entre los principales síntomas se encuentran la “disminución
de la visión, ojo rojo, fotofobia, visión de flotadores o neblinas, y dolor en
el globo ocular”, enumeró Franco, jefe del Grupo Argentino de Uveítis
(GAU). Pese a que las molestias del ojo son fácilmente reconocibles, la
consulta a veces no es inmediata, lo que retarda el inicio del
tratamiento cuando la inflamación ya está avanzada.
“Lo que sucede muchas veces es que si bien el
paciente reconoce el malestar tarda en ir a la consulta con el profesional
médico. Incluso, muchos acuden a un médico generalista, que lógicamente no está
entrenado en esta patología, motivo por el cual el diagnóstico y tratamiento
puede demorar su inicio”, precisó Franco.
Y agregó: “A veces se llega tarde a la consulta
porque los síntomas pueden confundirse con otras molestias como ojo
seco, conjuntivitis, o mismo cansancio y dolor de cabeza después de
un día de trabajo”.
Si la persona es diagnosticada, tiene mejores
probabilidades responder al tratamiento. Los especialistas lo llaman “ventana
de oportunidad del tratamiento”, refiriéndose a las dos o tres primeras semanas
siguientes al inicio de la inflamación.
“Es el momento inmediatamente posterior al inicio
de la enfermedad, momento en el que aún no se sabe bien qué la produce. Si
la persona es diagnosticada dentro de este período hay mejores posibilidades de
tratarla y evitar complicaciones en el futuro”, afirma el especialista, quien además indicó: “El éxito del
tratamiento de la uveítis depende en gran medida del diagnóstico temprano y el
inicio rápido del tratamiento. El tratamiento correcto, más allá de reducir
molestias y dolores, evita la recurrencia y esto es fundamental ya que con cada
recurrencia crecen las posibilidades de tener complicaciones”.
Complicaciones de un diagnóstico tardío
La falla o retardo en el diagnóstico, tratamiento y
controles insuficientes son una causa importante de discapacidad visual y
ceguera potencial.
Como consecuencia, el paciente puede presentar
complicaciones como: glaucoma, cataratas, desprendimiento de retina, edema
macular y membrana neovascular, las cuales llevarán a una pérdida de visión
transitoria o permanente (ceguera). La inflamación intraocular puede generar
complicaciones en más de la mitad de los casos, ocasionando un déficit visual severo
en el 35% de los pacientes afectados.
La pérdida de visión causada por la inflamación y/o
por sus complicaciones, aumentará los costos de la enfermedad para el paciente,
su obra social y el sistema de salud. Estos costos serán directos como, más
medicación, más tiempo de tratamiento, cirugías, interconsultas con otros
especialistas y costos indirectos como lucro cesante, disminución en la
productividad, pérdida de habilidades y capacidades para conducir, leer y
escribir. Esto puede causar en el individuo un retiro laboral anticipado.
La uveítis tiene tratamiento y en muchos casos
se logran disminuir los síntomas y mejorar notablemente la calidad de vida del
paciente. Si bien por el momento no existe una cura para esta enfermedad, existen
nuevas opciones terapéuticas para acompañar a los pacientes.
“Los tratamientos biológicos actúan más
específicamente y logra en un alto porcentaje disminuir la inflamación ocular.
El objetivo del tratamiento siempre es mejorarle la calidad de vida al
paciente, evitar o disminuir cuanto sea posible las molestias y controlar la
salud del ojo a lo largo de los años. Trabajamos para acompañar a todos los
pacientes, aún a aquellos que hayan logrado remisión de su uveítis, debiendo
controlarse toda su vida”, concluyó el especialista.
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