El
que guarda los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no
darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre y ama a tu
prójimo como a ti mismo (Mt 19,16-20; Mc
10,17-19; Lc 18,18-20; Jn 19,16-19).
Los
que siguen a Jesús, el que deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos
o tierras por Jesús y por el Evangelio, o por el reino de Dios (Mt 19,28-29; Mc 10,29-30; Lc 18,29-30).
Los
justos: que dan de comer, de beber, hospedaje, visten, y visitan enfermos y
presos en necesidad (Mt 25,24-40.46).
El
que ama al Señor con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas y
con toda su mente; y amar al prójimo como a sí mismo (Lc 10,25-28).
El
que crea en el Hijo del hombre, Jesucristo (Jn
3,14-16.36; 6,47).
El
que beba del agua que Jesús le dará (Jn
4,13-14).
El
que escucha la palabra de Jesús y cree en quien le envió (Jn 5,24).
Los
que van a Jesús para tener vida (Jn
5,39-40; 6,54).
Los
que trabajan por el alimento que perdura para la vida eterna, la Eucaristía (Jn 6,27.54).
Todo
el que ve al Hijo y cree en él (Jn 6,40).
El
que come la carne y bebe la sangre de Jesucristo en la Eucaristía (Jn 6,54).
Los
que escuchan la voz de Jesús, él los conoce, y le siguen (Jn 10,27-28).
El
que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna (Jn 12,25).
El
que obedece el mandato del Padre (Jn
12,49-50).
Los
que el Padre ha dado a Jesús: los que conocen al único Dios verdadero y a su
enviado Jesucristo (Jn 17,1-3). MRE
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