Para viajar en
avión, en tren, en autobús; para ir al cine, al teatro, al auditorio; para
participar en eventos, rifas, concursos, todos necesitamos adquirir boletos.
¡Nos encanta comprarlos!… ¿Y qué tal cuando alguien nos regala tickets para
algo? ¡Es increíble recibir boletos gratis!
Aquí les tengo
una historia: un joven de veinticinco años recibe boletos gratis de su amigo
para ir a un viaje. Por supuesto, el joven se llena de alegría y se va de
viaje. A su regreso le cuenta todo a su amigo y le agradece una vez más por los
tickets. Como tiene curiosidad, le pregunta a su mejor amigo cómo es que
consiguió los boletos. Entonces su amigo le responde “Ah, mi papá pagó por
ellos y te los dio”.
El muchacho se
sorprende y dice: “Wow, ¡qué padre tan buena onda tienes! No sabes cuánto
estaba necesitando un viaje para reencontrarme conmigo mismo y resolver algunos
asuntos dolorosos dentro de mí”. Su amigo le responde: “Sí, ya lo sé, así es mi
padre de increíble. Me alegra que te hayan beneficiado los boletos”.
Esa tarde, el
amigo que regaló los boletos llega a su casa y su padre lo llama. Entonces le
pregunta: “Hijo, en mi estado de cuenta del banco aparecen unos boletos para ir
a Hawai, ¿sabes algo de esto?” El muchacho, con toda tranquilidad, le contesta:
“Ah, sí pa’, le regalé unos boletos a mi mejor amigo porque estaba pasando por
un momento difícil, pero se me olvidó decirte. De cualquier modo, le hice saber
que iban de tu parte”. El padre del muchacho, con una sonrisa de satisfacción,
le contesta a su hijo: “Está bien, hijo, ¡bien hecho! Gracias por usar mi
dinero para una buena causa”.
En nuestra
vida, a veces vemos el sufrimiento de otras personas y pasamos de largo,
incluso cuando se trata de miembros de nuestra propia familia. Pero ¿sabes?
Tenemos un Padre al que podemos acudir en nombre de otros. Podemos llegar y
pedirle a Dios todos los boletos que puedan ayudar a otras personas, sin que Él
se moleste. Dios es rico en misericordia, poseedor de todas las riquezas
espirituales. ¿Cómo es que no acudimos a Él a favor de otros?
Si tan sólo
supiéramos lo que Dios está dispuesto a dar cuando en oración intercedemos por
nuestros semejantes, no dudaríamos en sacar de su cuenta bancaria celestial
todos los recursos que ha puesto a nuestra disposición para socorrer a otros.
Nuestra actitud debería ser la de un gran amigo, y más a menudo deberíamos
venir ante el Padre para rogar, clamar y llorar delante de Él: “Padre, éste es
mi hermano, quien en este momento está sufriendo, y vengo a ti a pedirte que lo
bendigas, que lo liberes, que le des el sustento y lo satures de sabiduría.
Padre, consuélalo, ayúdalo, Padre, éste es mi amigo, y también es tu hijo,
necesito que lo ayudes”.
Presentar a
nuestros hermanos delante de Dios cuando sufren, dar un paso de fe por ellos,
especialmente cuando están desalentados o debilitados por la angustia o el
sufrimiento, es como comprarles un boleto directo al favor de Dios y a su
misericordia. Nuestro Padre escucha las oraciones de sus hijos, nos trata como
a hijos, y nos da privilegios que deberíamos buscar cada día con desesperación,
a favor nuestro y de los demás.
Acostúmbrate a
mirar a tu alrededor, busca a quien necesite boletos de parte de Dios, ¡y
regálale unos! Tu Padre se alegrará de que lo hayas hecho. MG
No hay comentarios.:
Publicar un comentario