sábado, 1 de marzo de 2025

Día litúrgico: Domingo VIII (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 6,39-45): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano».
»Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca».
 
Comentario del Evangelio
 
Hoy oímos la parábola del ciego que guía a otro ciego… Los dos caerán a la vez en el mismo hoyo. ¡Muy actual!: vivimos una época en que vamos de ‘valientes’ por la vida, pero bastante esclavos de las modas (ropas, juguetes, coches...). Para ser un líder capaz de ayudar a los demás, conviene ser ‘crítico’ y exigente con uno mismo.
—«Si no tienes un amigo que te corrija, paga a un enemigo para que lo haga».

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¿Qué hay de nuevo sobre el consumo de carne roja?...

Influye un sinfín de factores en la elección y preferencia de determinados alimentos para incluirlos como parte de tus hábitos alimentarios. 
Cuando ‘comes’, sólo comes y generalmente está implícito en tu selección tanto costumbres, hábitos y creencias respecto a los alimentos.
Si bien ‘comer carne roja’ tuvo un impacto positivo en décadas pasadas que se asociaba a una mejor nutrición y crecimiento y hasta estaba asociado a un prestigio social, en la actualidad son muchos los estudios que indican que el consumo excesivo de carne roja está asociado a determinadas enfermedades  como diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer, gota, enfermedades cardiovasculares, entre otras.
La grasa de la carne roja es saturada e incrementa el riesgo cardiovascular, además la carne roja contiene colesterol.
En 100 gramos de carne de res contiene 67 mg de colesterol. Evita carnes procesadas por ser consideradas factor de riesgo cancerígeno por la OMS.
Como todo, comer carne roja también tiene su ‘lado bueno’, por ser un alimento alto en proteínas y excelente fuente de hierro y zinc. Sin embargo hay otros alimentos que también contienen proteínas como pescados, aves, lácteos (quesos, yogur, leche, prefiere los bajos en grasa), huevo o bien proteínas de origen vegetal como legumbres (frijol, garbanzo, habas, lentejas y soja), así como nueces y semillas.
Así mismo, otros alimentos también son excelente fuente de hierro, además de la carne roja como el huevo y fuentes vegetales de hierro como legumbres, vegetales de hoja verde.
Ya que el hierro proveniente de fuente vegetal no se absorbe igual, se puede aumentar disponibilidad en el organismo si se consumen junto con alimentos altos en vitamina C como cítricos (naranja, mandarina, toronja) kiwi, guayaba, papa, entre otros.
Incluso si se combinan adecuadamente por ejemplo legumbres y cereales, la clásica combinación de arroz con frijoles, por ejemplo es magnífica pues se complementan los aminoácidos, que son partes estructurales de las proteínas y se obtiene una proteína semejante a la de la carne.
Considera por qué comes carne, ¿es sólo por hábito? 
Prueba, evitar consumir carne roja o  disminuir la cantidad y frecuencia con que la comes y obtén posibles beneficios para tu salud a mediano y largo plazo.
Trata de limitar la ingesta de carne roja a una o dos veces por semana y prefiere cortes magros (sin grasa). Y elige métodos de cocción como el horneado, el asado y la parrilla para disminuir grasa.
El tamaño de porción también es importante considerar, pues una porción de 5 a 5.5 oz (120 a 150 g) es suficiente, junto con una alimentación equilibrada que contenga otras fuentes de proteínas como lácteos, legumbres, nueces y semillas. Además de granos enteros, frutas y vegetales de 4 a 9 porciones por día. Y evitar grasas saturadas y azúcares.
Elige otras fuentes de proteína y evita un consumo excesivo de carnes rojas o puedes limitar el consumo de carne roja a una o dos veces por semana y obtener posibles beneficios para tu salud. HD

El final del mundo…

El mundo no será para siempre
Tomás de Aquino en uno de sus opúsculos se da a la tarea de explicar filosóficamente el asunto del fin del mundo, su obra se titula ‘sobre la eternidad del mundo’. En ella expresa, desde categorías racionales, la razón por la que el mundo no puede ser eterno, y la razón es simple, según sus postulados. Para empezar el mundo comenzó a existir en el tiempo, razón por la cual tendrá que dejar de existir en el tiempo porque no se trata de algo eterno. El mundo no ha estado siempre, por lo que se trata de un ser contingente, de tal modo que, al no ser necesario puede dejar de existir. Incluso, en la época moderna, los postulados de los físicos e investigadores se arriesgan a señalar el muy corto tiempo de vida posible que le queda al planeta, cuestión que se ha acelerado por el cambio climático y demás atropellos espantosos al planeta.
El último día
La cuestión sobre el final es un asunto serio y de hondura teológica en nada sencillo de comprender. El último día, como le llama el evangelio de Juan (cfr. Jn 6,39- 40.44.54; 11,24), o el final del mundo como le llama el Concilio (cfr. LG 48). Comporta, en efecto, la resurrección de los muertos, y esto está directamente asociado a la Parusía de Cristo. Así lo testifica el apóstol cuando sostiene: “El Señor mismo, a la orden dada por la voz del arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo, resucitarán en primer lugar” (1 Tes 4,16). En este sentido, la comprensión de la venida del Señor es algo que Cristo mismo ha expuesto en su predicación, y un asunto serio que las primeras comunidades tuvieron muy claro y cuya espera (y tenso retraso) está presente en las cartas de Pablo.
Ya pero todavía no
Si es verdad que en el último día el Señor nos resucitará, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Él, gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana en la tierra es, desde ahora, una participación en la muerte de Cristo (cfr. CatIC 1002), tal como sostiene la oración de bendición del agua bautismal, “sepultados con Cristo en su muerte, resucitemos con Él a la vida”, por la acción de Dios que lo ha resucitado a Él de entre los muertos (cfr. Col 2,12). Ya estamos gustando las primicias de esta vida que deseamos alcanzar con toda su gloria y en su mayor esplendor en el día del Señor y por toda la eternidad.
El Señor de una historia de Salvación
Los cristianos no podemos leer la historia como un asunto de catástrofes y tragedias, como los sectarios milenaristas. Nosotros leemos la historia con la conciencia que es una Historia de Salvación donde Dios es el Señor del tiempo y todo lo tiene con amor en sus manos. En una historia que desemboca en el amor, porque precisamente empezó por amor y es el amor el que la sostiene. Todo en esta historia habla de un Dios que es un amante apasionado que en todo muestra la grandeza de su amor. Así pues, hemos de esperar la llegada del Señor como los siervos que están cumpliendo la misión que el Señor les ha encargado. FOG

Eres responsable para siempre...

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