Caminan por las aceras de la ciudad en plena noche
cuando todas las tiendas han cerrado y ni una luz parpadea por las ventanas de
los apartamentos. Caminan solos por las calles soñolientas, sus pasos hacen eco
a través del concreto sin que nadie los escuche, como algunos enmascarados
sacados de un cómic, o un monstruo depredador fuera de una historia de terror:
los noctámbulos también conocidos como búhos nocturnos. Por supuesto, la realidad de estas personas que
prefieren quedarse hasta tarde no es tan misteriosa o poética como lo que hemos
mencionado, ya que muchos de los noctámbulos prefieren pasar sus últimas
horas de la noche frente a su televisión o servicio de transmisión por internet
favorito en lugar de vagar sin rumbo por las calles, pero al final es una
buena imagen, ¿no?
Bueno, aunque los búhos nocturnos pueden estar
muy lejos de ser los vigilantes de los cómics, un estudio ha encontrado que los
que se duermen tarde han elegido una vida de gran peligro, ya que tienen el
doble de probabilidades de padecer trastornos psicológicos, 30% más
probabilidades de desarrollar diabetes, 25% más probabilidades de tener
trastornos neurológicos, 23% más probabilidades de padecer enfermedades GI, 22%
más probabilidades de tener problemas respiratorios y, finalmente, 10% más
probabilidades de morir prematuramente.
¿Se puede atribuir todo esto a la falta de vitamina
D? Es un poco más complicado que eso. Para entender por qué los
noctámbulos incurren en todos estos riesgos para la salud, primero debemos
entender que quedarse despierto hasta tarde no es solo una cuestión de
elección.
¿Alguna vez se te olvidó poner la alarma y
lograste despertarte milagrosamente a tiempo? Bueno, no es magia, es biología.
En la mayoría de los organismos vivos de la tierra, incluidos los hongos y las
plantas, los biólogos han observado el funcionamiento de un reloj integrado.
Esto puede sonar como una especie de hipérbole de ciencia ficción, pero no lo
es: realmente tenemos un reloj biológico. El reloj circadiano, como se lo
denomina con más precisión, se encuentra en nuestro cerebro, dentro del
hipotálamo, una región de nuestro cerebro que se encuentra cerca del quiasma
óptico, la parte del cerebro que conecta nuestros ojos con el cerebro. Esto es
crucial porque nuestro reloj usa señales de luz para regular nuestro ciclo
diario.
Ese ciclo, denominado científicamente el ritmo
circadiano, nos informa sobre cuándo debemos despertarnos, cuándo debemos
descansar y cuándo debemos comer y beber. Pero solo porque todos tenemos un
ciclo no significa que sea lo mismo para todos nosotros. En diferentes
personas, el reloj se configura de manera diferente, lo que significa que
reciben estas señales en diferentes momentos del día. Estas configuraciones
diferentes se llaman cronotipos y no son una cuestión de preferencia. En otras
palabras, las personas que prefieren quedarse hasta tarde y levantarse tarde lo
hacen porque están preparadas para hacerlo, y esa es la mejor manera de operar.
Entonces, ¿por qué son recompensados con todos
estos riesgos de salud por el simple hecho de escuchar su reloj interno? El
problema es que muchas personas con el cronotipo de sueño tardío intentan vivir
de acuerdo con su ritmo y según las expectativas de una sociedad orientada a la
mañana: se despiertan temprano para ir a trabajar, donde se les exige que
comiencen alrededor de las 9 y terminen a las 5, lo que significa que pasan las
horas cuando son menos eficientes haciendo su trabajo. Luego se van a casa y
permanecen despiertos hasta las 2 de la madrugada. Y no es solo la privación
del sueño lo que les está afectando. Piensa en lo que sucede cuando tienes un
desfase en tu horario: tu reloj circadiano no puede conciliar la información
sensorial que recibe sobre la hora del día con lo que se siente ‘debería’ ser
la hora del día. En consecuencia, puedes sentirte fatigado pero incapaz de
dormir, perder el apetito y más. Las noctámbulos que trabajan en los turnos
‘normales’ tienen efectivamente un desfase horario, ya que se obligan a estar
despiertos a las horas en que su reloj les dice que deben estar metidos en la
cama. Entonces, ¿cuál es la solución?
La solución fácil es recalibrar nuestro reloj
circadiano para cumplir con el horario de una persona por la mañana yendo a la
cama temprano y levantándonos temprano y adhiriéndonos a esta rutina. Pero tal
conversión podría no ser tan fácil para todos, y algunos noctámbulos se enfadan
ante la idea de que deberían ajustar su estilo de vida completo a la tiranía de
los trabajos matutinos, que la mayoría de las oficinas preferirían que todos
los empleados colaboraran al mismo tiempo, independientemente de lo efectivos
que son a esa hora del día, que permiten más libertad en la configuración de
los turnos.
Si el cambio social es posible, es dudoso, pero los
amantes de la noche pueden beneficiarse de cambiar a un trabajo más flexible
que permita los turnos de la tarde o, si todo esto falla, tratar de luchar
contra tu cronotipo y convertirse en personas que madrugan por la mañana.
Después de todo, lo que está en juego es mucho más que tu empleabilidad y
libertad personal: es tu salud y tu vida. JQ
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