domingo, 15 de septiembre de 2019

Luis Alemán, Beato

Obispo, 16 de Septiembre
Martirologio Romano: En Salon, de la Provenza, Francia, tránsito del beato Luis Alemán, obispo de Arlés, que vivió una vida de eximia piedad y penitencia († 1450).
Fecha de beatificación: Culto confirmado por el Papa Clemente VII en 1527.

Nació en Arbent, Delfinado. Fue llevado a Aviñón cuando todavía era muy joven bajo la tutoría del cardenal Amadeo de Salucio. Estudió Derecho en Arles, y luego obtendría el grado de doctor. El papa aviñonés Benedicto XIII le concedió una canonjía en la catedral de Lyon. Asistió como consultor a los concilios de Pisa (1409) y Constanza (1414), de donde tomaría las ideas conciliaristas en las que tan tenaz se mantuvo. Su tío el cardenal Francisco de Conzié, arzobispo de Narbona, lo nombró camarlengo en los últimos concilios citados, y, elegido Martín V, lo nombró vicecamarlengo de forma efectiva y además en 1418, lo nombró obispo de Maguelone, diócesis en la que nunca residió sino que la gobernó por medio de vicarios. Acompañó a Martín V a Florencia, donde sustituyó a su tío como camarlengo de la corte papal. Fue también delegado papal en varios negocios de su pontificado.
 Fue nombrado arzobispo de Arles en el 1423, pero permaneció junto al Papa y al año siguiente se le encargaba la legación de Bolonia. Al año siguiente fue creado cardenal, dejó su cargo de camarlengo. Ya por entonces tenía fama de persona docta y de sanas costumbres y verdadero espíritu de santidad. Como gobernador de Bolonia tuvo varios problemas por la rebelión de los Canêtplo que lo tuvieron preso hasta que decidiera dejar la legación, como así hizo. Al parecer era inflexible en el cobro de impuestos, que se destinaban a la corte pontificia y no así mismo. De Bolonia volvió a Roma donde volvió junto al Papa.
Era uno de los jefes del “Partido conciliar” durante el tormentoso periodo del Cisma de Occidente, durante el concilio de Basilea de 1432 y las consecuencias que se siguieron, fue el adalid de este concilio y nunca se arrepintió de aquel hecho, porque lo hizo de buena fe. Fue uno de los electores del antipapa Félix V a quién fue fiel, y por esta razón será excomulgado por el papa Eugenio IV. El papa Nicolás V lo rehabilitó y, desde entonces, se ocupó exclusivamente del gobierno de su diócesis. En su vida privada en Arles, como obispo y cardenal fue siempre un modelo de virtud, dedicado a las obras de caridad. El pueblo exigió su canonización. No parece que Luis se arrepintiera de nada de lo que hizo. Terminado el concilio, el reconocimiento de Nicolás V como Papa significaba un acuerdo de paz. Hay que acudir necesariamente a la tesis de una conciencia errónea pero recta para aceptar la santidad de este famoso rebelde. El culto que se inició después de su muerte fue aprobado por el Papa Clemente VII, en 1527.

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