El
mensaje cristiano, como hemos escuchado de las palabras que el ángel dirige a
los pastores, es el anuncio de «una gran alegría» (Lc 2,10). ¿La razón? ¿Una buena noticia, una sorpresa, un bonito
suceso? Mucho más, una persona: ¡Jesús! Jesús es la alegría. Es Él el Dios
hecho hombre que ha venido a nosotros.
Cómo
anunciar a Jesús
La
cuestión no es por tanto si anunciarlo, sino cómo anunciarlo, y este ‘cómo’ es
la alegría. O anunciamos a Jesús con alegría, o no lo anunciamos, porque otro
camino para anunciarlo no es capaz de llevar la verdadera realidad de Jesús. Es
por eso que un cristiano infeliz, un cristiano triste, un cristiano
insatisfecho o, peor todavía, resentido y rencoroso no es creíble. ¡Este
hablará de Jesús, pero nadie le creerá!
El
Evangelio no es una ideología
El
Evangelio no es una ideología: el Evangelio es un anuncio, un anuncio de
alegría. Las ideologías son frías, todas. El Evangelio tiene el calor de la
alegría. Las ideologías no saben sonreír, el Evangelio es una sonrisa, te hace
sonreír porque te toca el alma con la Buena Noticia. La alegría de tener a
Jesús resucitado.
El
encuentro con Jesús
El
encuentro con Jesús siempre te lleva a la alegría y si esto no te sucede a ti,
no es un verdadero encuentro con Jesús. Los primeros que deben ser
evangelizados somos nosotros, cristianos: somos nosotros. Y esto es muy
importante. Debemos vivir la experiencia de un Cristo vivo en su Iglesia y en
el prójimo, y compartir esa experiencia con los demás.
El
Evangelio es esperado
El
Evangelio es esperado también hoy: el hombre de hoy es como el hombre de todo
tiempo: lo necesita, también la civilización de la incredulidad programada y de
la secularidad institucionalizada; es más, sobre todo la sociedad que deja
desiertos los espacios del sentido religioso, necesita de Jesús. Este es el
momento favorable al anuncio de Jesús.
La
Cuaresma, tiempo de alegría
La
Cuaresma es un tiempo propicio para renovar nuestra alegría de anunciar el
Evangelio. No es un tiempo de tristeza depresiva, de caras largas; sí, es un
tiempo de penitencia, de renovar nuestro corazón, pero es preciso ‘perfumarse
la cara’. Llorar por nuestros pecados en este tiempo de conversión no está
peleado con la realidad de anunciar el Evangelio con alegría. Este es un tiempo
de gracia, de conversión, de preparación para la Pascua. Es un tiempo de
acercarnos más a Jesús, de dejarnos transformar por su amor, de salir al
encuentro de los demás con el testimonio de nuestra fe. Es un tiempo de
alegría, porque la alegría del Señor es nuestra fuerza (Neh 8,10).
¿De
qué manera práctica puedo anunciar con alegría el Evangelio en mi día?
Hay
muchas maneras prácticas de hacerlo, algunas de ellas pueden ser:
*
Ora
por las personas a las que quieres anunciar el Evangelio. Pídele al Señor que
te dé sabiduría, amor y valentía para compartir tu fe con ellos.
*
Da
testimonio de tu vida cristiana con coherencia, humildad y
alegría. Muestra con tus palabras y obras que Jesús es el centro de tu vida y
que te hace feliz.
*
Dialoga
con respeto, interés y apertura con las personas que tienen otras creencias o
dudas sobre el Evangelio. Escúchalas con atención, respeta sus opiniones y
comparte con ellas las razones de tu esperanza.
*
Invita
a las personas a participar en alguna actividad de tu comunidad, como una Misa,
una oración, un grupo de reflexión, un servicio solidario, etc. Así podrán
conocer más de cerca el Evangelio y la Iglesia.
*
Ofrece
recursos que puedan ayudar a las personas a profundizar en el Evangelio, como
un libro, un folleto, un video, un podcast, una página web, etc. Puedes
recomendarles algunos que te hayan gustado o que creas que pueden interesarles.
Cn
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