martes, 20 de agosto de 2024

Señor, yo quiero ser todo lo que tú tienes soñado para mí…

No es tarea fácil sentirse bien con uno mismo. Somos una tarea incompleta, un proyecto inconcluso y que muchas veces intentamos llevar adelante sin mucho éxito; pero no solo eso, sino que además de sentir que nos falta algo, puede ser que experimentemos que lo poco que tenemos, es deficiente, carente de virtud y más inclinado a lo pobre y malo.
Seguro es parte de nuestra fragilidad humana y también de la mentira de satanás, que a diario intenta convencernos de que debemos estar enemistados con Dios, no creer en sus promesas y alejarnos de sus caminos.
“The skit guys”  son un par de amigos cristianos, que usando el humor y su talento para el teatro, llevan años publicando videos con mensajes espirituales, reflexiones y contenido cristiano que toca profundamente a quienes lo ven porque todo lo que hacen está profundamente encarnado en la vida cotidiana, en la rutina de un cristiano común y corriente y queremos compartirles un video de ellos para acompañar la reflexión.
Creo que todos podemos vernos reflejados en el protagonista del video, una persona profundamente encariñada con su pecado, con sus hábitos, con lo que ha construido de sí mismo y cómo ha formado su propia identidad, sus convicciones, su persona.
He ahí lo bello del video: Dios no viene a reemplazar nada, no viene a pedirnos que hagamos cosas, que adoptemos actitudes como si se tratara de incómodas prótesis que van a causar heridas y malestar. Al contrario, convertirnos es deshacernos de aquello que no tiene nada que ver con nosotros, pero que con los años se ha ido enraizando en lo más profundo. Al mismo tiempo, y en la medida que se va despejando nuestro espíritu y Dios va limpiando el camino, van apareciendo más claros nuestros propósitos, el sentido real de nuestra vida, los ‘por qué’ y ‘para qué’ que generalmente están rondando sin respuestas.
Todo eso, lindo en el papel, es tremendamente desafiante en la vida real. No solo duele, como al protagonista del video, sino que las cinceladas son lentas, muchas veces vuelve a crecer todo lo que había sido arrancado de raíz, como si se tratara de un cáncer espiritual que no quiere dejarnos y se ramifica y fortalece cada vez que lo arrancamos. Siendo así hay dos caminos que se cruzan y que nos llevan de forma simultánea lejos de Dios, el del pecado no convertido virtud en nuestra vida y el de la falta de propósito. Cuando hacemos esa ruta en el sentido correcto, los cristianos decimos que estamos en un camino de conversión. Este concepto de la conversión puede prestarse a ciertas confusiones, pues para el imaginario colectivo, convertirse es cambiar de forma, pasar de una cosa a otra completamente diferente. Es dar un giro de 180 grados.
Cuando hablamos de conversión usamos testimonios de grandes cristianos que cambiaron su vida de forma radical, pasando por san Pablo, san Agustín y hasta actores y artistas de nuestra época, quienes hicieron opciones por Cristo de forma radical abandonando todo lo que antes consideraban bueno y abrazando a Jesús como el centro de sus vidas. Esto está fantástico, pero no se trata solo de eso. En estricto rigor, el cambio no debería cambiarme sino que, acercarme más a lo que soy realmente, asemejarme más a lo que Dios tenía pensado al momento en que me pensó y creó, volverme más yo mismo, más auténtico y deshacerme de la máscara que el pecado ha puesto sobre mi vida.
La invitación es a que nos dejemos convertir por Dios, que nos abramos a sus cinceladas, que aparezca bajo esa cáscara de pecado la ‘obra maestra’ que Él mismo ha creado en nuestras vidas, que creamos de corazón que nuestra vida no debe convertirse en otra cosa, sino que asemejarse a aquello que le dará aún más sentido, más propósito y en donde nuestro corazón encontrará la paz. Nunca creas que convertirse y seguir los pasos del Señor, son una tortura sin sentido, nunca más le creas a satanás… creamos en Jesús, quien dando su vida, transforma la nuestra. SC

No hay comentarios.:

Publicar un comentario