Las cerezas no solo son excelentes complementos para
postres, jugos, ensaladas o salsas, también proporcionan muchos nutrientes
esenciales.
Su consumo suele vincularse a diferentes beneficios
para la salud, incluido el cuidado del corazón. Aquí veremos cómo favorece al
organismo comer cerezas y a qué se deben sus efectos cardioprotectores.
La cereza o guinda es el fruto de ciertos árboles
pertenecientes al género Prunus, por ejemplo,
la cereza ácida es Prunus cerasus y
la cereza dulce Prunus avium.
Aunque los investigadores no están completamente de
acuerdo sobre su origen, creen que la cereza proviene de Asia, y fue
transportada hacia otras regiones del mundo a través de las aves o migraciones
humanas.
Existen distintos tipos de cerezas, de tonalidades
rojizas, amarillas, moradas, o verdes, y de sabores ácidos, agrios o dulces.
Sin embargo, algo que todas comparten es la versatilidad, ya que se pueden
combinar fácilmente con muchos alimentos.
Puedes prepararlas en compota, con avena y yogur,
incorporarlas secas en productos horneados para dar un toque agridulce,
utilizar su jugo para preparar tragos, o simplemente comerlas como un snack
saludable.
Las cerezas están repletas de nutrientes esenciales
para el cuerpo, como vitaminas A, B, C, E, y K, minerales, como azufre, calcio,
hierro, magnesio, potasio y zinc, fibra, y compuestos antioxidantes.
Por este motivo, distintas investigaciones han
vinculado su consumo a muchas propiedades para la salud, incluido un mejor
funcionamiento del corazón y la prevención de trastornos cardiovasculares.
Propiedades
cardioprotectoras
Existe mucha evidencia científica que muestra que las
dietas ricas en frutas están asociadas a un menor riesgo de enfermedad
cardíaca. En este sentido, las cerezas son particularmente beneficiosas ya que
son ricas en antioxidantes y potasio.
Entre los compuestos antioxidantes de las
cerezas se encuentran las antocianinas, flavonoles y catequinas, que protegen
al corazón de la inflamación y el daño celular provocado por los radicales
libres, moléculas inestables que aumentan el riesgo de distintas enfermedades.
Además, una taza de cerezas proporciona
aproximadamente el 10% de la cantidad diaria recomendada de potasio, un
mineral que contribuye al correcto funcionamiento del corazón ya que:
·
Actúa como vasodilatador,
favoreciendo una buena circulación sanguínea y un ritmo cardíaco regular.
·
Ayuda a eliminar el exceso de
sodio, regulando así la presión arterial.
·
Previene distintos trastornos
cardiovasculares, como niveles elevados de colesterol, insuficiencia cardíaca,
infartos o accidentes cerebrovasculares.
Otros
beneficios
Un consumo regular de cerezas también se vincula a
otras bondades:
·
Ayudan a dormir, gracias a que
estimula la producción de melatonina, una hormona que favorece los ciclos de
sueño regulares.
·
Mejora la función digestiva,
gracias a su contenido de fibra.
·
Fortalece el sistema
inmunitario, gracias a su riqueza en carotenoides y flavonoides.
·
Previene enfermedades y
trastornos de la vista, como inflamación, sequedad, degeneración macular
relacionada con la edad o pérdida de visión, gracias a su riqueza de
antioxidantes, especialmente vitamina A.
Aunque existe evidencia sobre los efectos
anticancerígenos de las frutas, la mayor parte de la información disponible
proviene de estudios en animales o in vitro. Sin embargo, los expertos señalan
que es prometedora.
En el caso de las cerezas, se halló que las
antocianinas y cianidinas que contiene son las responsables de este beneficio,
al igual que su capacidad de reducir la grasa corporal.
Precauciones
Las cerezas se consideran seguras para la mayoría de
los adultos cuando se consumen como alimentos. Actualmente, no existe
suficiente información confiable sobre su uso con fines medicinales durante
períodos prolongados de tiempo.
Ocasionalmente, pueden llegar a producir alergias,
pero no se conocen interacciones con otros alimentos, medicamentos, hierbas o
suplementos. HD
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