miércoles, 4 de septiembre de 2024

Cómo lograr la fortaleza mental para usar menos sal…

Es algo que todo el mundo sabe: consumir mucha sal es malo para la salud. Puede acelerar la inflamación en el organismo, uno de los principales factores de riesgo de afecciones tan diversas como problemas cardíacos, trastornos musculares y, ahora se sabe, el desarrollo de diabetes tipo 2.
Pero, a pesar de este conocimiento, seguimos consumiendo sal. Salando demasiado las comidas que preparamos y, lo más peligroso, comprando productos que contienen mucha sal, ya sea para preservarlos o para prolongar el mito de que ‘agrega sabor’. Tener la información es esencial para tomar decisiones nutricionales más sabias. Pero definitivamente hace falta cierta fortaleza mental y las siguientes son acciones posibles para poder obtenerla.
Hacerse miembro de ‘Team especias’
Desde el orégano hasta el cilantro, pasando por el pimiento o el tomillo y la pimienta negra, hasta el perejil, y los polvos de ajo y cebolla, el abanico de especias que ofrecen sazón y nutrientes es enorme. Entonces, el primer esfuerzo mental es: animarse a probar. Es romper esa barrera que nos lleva siempre a tomar el salero. Implica un poco de tiempo extra en el mercado pero vale la pena, especialmente elegir aquellos polvos de productos que ya nos gustan en otros ‘formatos frescos’, por ejemplo el ajo y la cebolla. Cualquiera de estos sabores, solos o combinados, ofrecerán un sabor intenso, y hasta ‘salado’ sin usar sal.
Pensamiento positivo: ‘Yo cocino rico’
Muchas veces, las personas consumen mucha sal porque creen que no son capaces de cocinar rico y sano. O piensan que lleva demasiado tiempo. Esto los lleva o bien a comer en restaurantes o cadenas en donde las comidas se elaboran con más sal, o a comprar comidas congeladas o enlatadas que contienen mucho sodio. Cocinando en casa podemos controlar cuánta sal usamos. La famosa ‘pizca’ de sal necesaria para dar gusto sin afectar nuestra salud.  
Las Guías Alimentarias para Estadounidenses recomiendan que los adultos limiten la ingesta de sodio a menos de 2.300 mg por día, ¡eso equivale aproximadamente a 1 cucharadita de sal de mesa! Para niños menores de 14 años, los límites recomendados son aún más bajos. Habitualmente se consume muy por encima de 3.000mg a diario.
Ser honesto con la lista de cosas ‘prohibidas’
Una de las mayores barreras para una nutrición segura para la salud es que nos mentimos a nosotros mismos. Decimos que ‘vamos a comer esto por última vez’, o que ‘una porción no va a hacer nada’. Lo cierto es que a los malos hábitos es mejor cortarlos de raíz. De la lista de alimentos hipersalados, los de consumo más frecuente son: la pizza de peperoni, el pan blanco, el queso procesado, los perros calientes o sándwiches con embutidos como el jamón, fideos con salsa, arroz y las tortillas de harina. Algunos de estos alimentos o los combos que venden en las cadenas de comida rápida tienen hasta 5.000 mg de sal.
Reconocer que somos ‘adictos’ a la sal
Cuando se piensa en la adicción la primera imagen que surge es la del uso de drogas fuertes, el cigarrillo o el alcohol. Sin embargo, las personas pueden generar una adicción a la sal: de hecho muchas salan cada bocado, e incluso salan un plato antes de probar un bocado.
Según expertos, es altamente probable que el hábito desempeñe un papel mucho más importante en la preferencia por la sal. Como ocurre con cualquier hábito nutricional, si nos acostumbramos a una comida más salada, necesitamos mantener ese nivel para seguir disfrutando de nuestras comidas y sentirnos satisfechos. Sentir que estamos saboreando el alimento en su ‘punto de sal’.
Un proceso similar puede ocurrir a gran escala, a escala social. De hecho, los crecientes niveles de sodio en nuestras dietas, cuya principal fuente son los alimentos procesados, durante las últimas décadas, han creado lo que equivale a una ‘adicción cultural’.
Entonces, como no hay grupos de autoayuda para ‘adictos a la sal’, hay varias cosas que la misma persona puede hacer, tal vez con ayuda de un nutricionista. Por ejemplo, sacar el salero de la mesa, o reemplazar la sal con especias.
Investigaciones científicas han comprobado que las personas que van modificando su nutrición a dietas bajas en sodio desarrollan una mayor sensibilidad al sabor salado en aproximadamente dos o tres meses y, por eso, con el tiempo, necesitan menos sal para obtener el mismo placer al comer. HD

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