Texto
del Evangelio (Lc 6,6-11): Sucedió
que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un
hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y
fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él,
conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate
y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo:
«Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal,
salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo:
«Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se
ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
Comentario del Evangelio
Hoy nos sorprendemos al ver gente buscando con qué
acusar a Jesús. ¡Acusar a Dios! ¿No te parece ridículo? Pues sucedió entonces y
sucede actualmente. ¡Qué manía con poner a Dios entre las cuerdas!
—¿Sabes qué les ocurre a los practicantes de este
‘deporte’? «Se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús». ¡Se
quedan ciegos y al final no saben qué hacer con Dios! ¡Lamentable!
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