“¡Felicidades, es un niño” o “¡Felicidades, es una niña!”.
Como pediatra desde hace casi veinte años, así es como empiezan muchas
de mis relaciones con mis pacientes. Nuestros cuerpos declaran nuestro sexo.
El sexo biológico no se asigna. El sexo está determinado en la
concepción a través de nuestro ADN y está grabado en cada célula de nuestro
cuerpo. La sexualidad humana es binaria. O tienes un cromosoma Y, por lo que
entonces serás un varón, o no lo tienes, y serás una mujer. Hay por lo menos
6.500 diferencias genéticas entre el hombre y la mujer, y esto es algo que las
hormonas y la cirugía no pueden cambiar.
Una identidad no es biológica, es psicológica. Tiene que ver con los
pensamientos y los sentimientos, que no son biológicamente innatos, puesto que
pueden ser objetivamente justos, u objetivamente equivocados.
La información sesgada en los medios de comunicación dominantes sigue
aumentando. Antes de que acabe 2017, hay algo que puedes hacer para combatir
esta situación.
Si hoy entro en el despacho de mi médico y digo: “Hola, soy Margaret
Thatcher”, mi médico me dirá que estoy delirando y me dará un anti-psicótico.
Si en cambio entro y digo: “Soy un hombre”, me dirá: “Felicidades, eres un
transgénero”.
Si yo dijera: “Estoy al borde del suicidio porque soy un amputado
atrapado en un cuerpo normal, por favor, córteme la pierna”, me diagnosticaría
un trastorno de la integridad de la identidad corporal. Pero si entrara
diciéndole: “Soy hombre, quiero una doble mastectomía”, mi médico me la haría.
En resumen: si quieres que te amputen una pierna o un brazo eres un enfermo
mental; pero si quieres amputarte los pechos o el pene, eres un transgénero.
Nadie nace transgénero. Si la identidad de género estuviera de manera
innata en el cerebro antes del nacimiento, los gemelos idénticos tendrían la
misma identidad de género al 100%. Pero no es así.
Tenía un paciente llamado Andy. Entre los 3 y los 5 años jugaba cada vez
más con niñas y con ‘juguetes de niñas’. Decía que era una niña. Remití a los
padres y a Andy a un terapeuta. A veces el trastorno mental de un progenitor o
el abuso son factores desencadenantes, pero la mayoría de las veces el niño
percibe de manera errónea la dinámica familiar e interioriza una falsa
creencia.
En medio de una sesión, Andy dejó el camión de juguete, agarró una
Barbie y dijo: “Mamá y papá, cuando soy niño no me queréis”. Cuando Andy tenía
tres años, nació su hermana, que necesitó cuidados especiales y requirió, por
consiguiente, mayor atención por parte de sus padres. Andy interpretó
esto como: “A mamá y papá les gustan las niñas. Si quiero que me amen, tengo
que ser una niña”. Con la terapia familiar, Andy mejoró.
Hoy, a los padres de Andy se les diría: “Esto es lo que Andy realmente
es. Debéis aseguraros que todos lo tratan como una niña, porque si no podría
suicidarse”.
Y a medida que Andy se acercara a la pubertad, los especialistas le
harían tomar bloqueadores hormonales para que pudiera seguir siendo niña.
No importa si no hemos hecho pruebas con los bloqueadores hormonales de
la pubertad en niños biológicamente normales. No importa si dichos
bloqueadores, cuando son utilizados en hombres para tratar el cáncer de
próstata, o en mujeres con problemas ginecológicos, causan trastornos de la
memoria. No necesitamos hacer pruebas con ellos. Tenemos sólo que detener el
desarrollo físico del niño ahora, o se suicidará.
Pero esto no es verdad. Cuando a estos niños con confusión de género se
les apoya en su sexo biológico a través de una pubertad natural, la gran
mayoría mejora. Sin embargo, castramos químicamente a niños con confusión de
género utilizando bloqueadores hormonales de la pubertad. Luego, los
esterilizamos permanentemente añadiendo terapias de sustitución hormonal, que
también los ponen en riesgo de sufrir infartos, ictus, diabetes, cáncer e
incluso los problemas emocionales reales que los expertos en género dicen que
están tratando.
P.S. Si una niña que insiste en decir que es niño ha recibido
testosterona diaria durante un año, podrá ser sometida a una mastectomía
bilateral a los 16 años. Eso sí, la Academia Americana de Pediatría publicó
recientemente un informe en el que urgía a los pediatras a prevenir a los
adolescentes sobre los tatuajes aduciendo que, fundamentalmente, son
permanentes y pueden dejar cicatriz. Pero esta misma Academia está 110 por
ciento a favor de que adolescentes de 16 años que quieren una doble mastectomía
se la hagan, incluso sin el permiso parental, siempre que la adolescente
insista en que es un chico y que haya tomado testosterona diariamente durante
un año.
Adoctrinar a todos los niños desde el jardín de infancia con la mentira
que pueden estar atrapados en el cuerpo equivocado altera el verdadero
fundamento de la experiencia que el niño tiene de la realidad. Si no pueden
confiar en la realidad de sus cuerpos físicos, ¿en quién o en qué pueden
confiar? La ideología transgénero en los colegios es un abuso psicológico que a
menudo lleva a la castración química, la esterilización y la mutilación
quirúrgica. Dra. MC
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