Religiosa y
Mártir, 09 de Diciembre
Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y
11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente
de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por
odio a la fe. († 1936)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el
pontificado de S.S. Francisco.
Nació el 26 de diciembre de 1878 en Peralta,
(Navarra), en el seno de una familia dedicada a la agricultura. Sus padres,
Ildefonso y Juana, muy buenos cristianos, la educaron cristianamente. Para
completar su educación, en su adolescencia, la enviaron a Palencia, con una tía
suya, Hija de la Caridad. Allí completó sus estudios primarios en las Escuelas
de La Milagrosa, anexas al Hospital.
En contacto con las Hermanas, ingresó en la
Asociación de Hijas de María, muy pujante entonces en la capital palentina.
Como miembro de la Asociación cultivó la vida de oración y el servicio a los
pobres, guiada por sus educadoras. En este ambiente percibió la llamada de Dios
para ser Hija de la Caridad. Realizó la prueba y Postulantado en el Hospital de
San Bernabé de Palencia, acompañada por su tía.
Maestra de
párvulos muy querida
Ingresó en la Compañía el 21 de noviembre de 1896.
Pasado el tiempo de formación fue enviada a Bétera (Valencia). Éste fue su
único destino en el que ejerció de maestra de párvulos durante 39 años.
Sor Estefanía era una hermana de gran abnegación,
paciencia, bondad y un exquisito amor a los más pobres por los que tenía
verdadera debilidad. En Comunidad, fue ejemplo de muchas virtudes,
particularmente de las propias de las Hijas de la Caridad: humildad, sencillez
y caridad. Su acogida era excepcional y siempre se manifestaba contenta y
cordial, compasiva y disponible.
Durante la recogida de la naranja, las mamás le dejaban
a sus pequeños, sabiendo que iban a estar muy bien atendidos. Su cara expresaba
la santidad de su corazón, dicen algunos de los testigos que la conocieron y
trataron. Cuidaba también del lavadero y hasta tenía el encargo del
Ayuntamiento de dar cuerda al reloj del Castillo.
Valoró de
nuevo el calor de la comunidad
Llegado el momento de la persecución, marchó a
Concentaina (Alicante), con otra Hermana, a casa de unos primos, pero viendo
que era un compromiso para aquella familia, regresó a Valencia a unirse con la
Comunidad. A su llegada a la capital, se vio obligada a pasar la noche en un
banco de la Alameda, donde los comunistas la cogieron y la llevaron a la
comisaría. Aunque iba vestida de seglar, la delató el rosario grande del hábito
que llevaban entonces las Hermanas. Lo llevaba colgado de la cintura debajo de
la falda. Llevar un signo religioso en aquellos tiempos era un gran delito. Por
eso fue detenida. Pero al llevarla a la Comisaría, la vieron tan buena persona,
que una señora miliciana de las presentes la dijo: Váyase y rece cuanto quiera.
Dolores Broseta le llevó con las otras Hermanas a la pensión donde estaban
refugiadas. Al verla, sus compañeras la abrazaron y todas se echaron a llorar
de emoción. Al preguntarle cual era el motivo de su regreso, contestó que
quería ser mártir como Sta. Estefanía (su santa patrona), pues tenía el
presentimiento de que la Comunidad de Bétera iba a ser una Comunidad mártir.
También sufrió el martirio el 9 de diciembre de
1936, a los 58 años, en las mismas circunstancias y lugar que sus compañeras de
Comunidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario