Religiosa y
Mártir, 09 de Diciembre
Martirologio Romano: En la Comunidad Valenciana, España, Beatas Josefa Martínez Pérez y
11 religiosas profesas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente
de Paul, quienes junto a Dolores Broseta Bonet, laica, fueron asesinadas por
odio a la fe. († 1936)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el
pontificado de S.S. Francisco.
Nació en Algodonales (Cádiz), el 24 de mayo de
1871, fue bautizada con los nombres de Mª Pilar de la Sma. Trinidad y de San
Robustiano. Sus padres, Manuel (médico) y su madre, Josefa, dedicada a las
labores del hogar, acogieron como regalo de Dios el nacimiento de su hija
Pilar. Educada cristianamente, conoció a las Hijas de la Caridad a través de la
Asociación de las Hijas de María. En el ambiente de oración y compromiso cristiano
de la Asociación escuchó la llamada de Dios y la siguió. Quería ser
continuadora de la misión de Jesucristo entre los pobres, tal como lo hacían
las Hermanas de la Compañía de las Hijas de la Caridad. Realizó la prueba en el Hospital de Santa Isabel de Jerez de la
Frontera y seguidamente ingresó en el Seminario, el 6 de octubre de 1889,
cumplidos los 18 años. Tuvo como formadora a la Sierva de Dios Sor Justa
Domínguez de Vidaurreta, en las clases de Cultura General y Pedagogía.
Sus primeros
pasos como Hija de la Caridad
Terminada la formación inicial, fue destinada al
Hospital de Mondoñedo y, unos años después, pasó al Hospital Psiquiátrico de
Leganés. Ya en 1900, cuando se amplió la Escolaridad obligatoria a las Escuelas
de párvulos, cursó estudios de maestra parvulista y fue destinada al ministerio
de la enseñanza en las Escuelas Católicas de Cádiz y, seguidamente, en las
Escuelas de Dos Hermanas (Sevilla). En 1906 ya la encontramos en Bétera
(Valencia).
Sor Pilar fue una hermana abnegada y amante de los
pobres, que desempeñó su misión como maestra de Párvulos con gran dedicación y
entrega. En su vida de comunidad era muy observante y cumplidora de sus
deberes. Era de carácter alegre y campechano y su simpatía atraía a todos. Su
cálida acogida y entrega fueron cauces de evangelización. Atraía a las
adolescentes y jóvenes a quienes se acercaba con las actividades
extraescolares, para las que tenía un especial ingenio y creatividad. Después
de las clases de párvulos daba clase a niñas mayores con las que preparaba
teatro, dirigía bailes regionales y cantos, pues estaba muy bien dotada para la
música
Sufrió el martirio el 9 de diciembre de 1936, en el
Picadero de Paterna, en las mismas condiciones que sus compañeras de Comunidad.
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