Aprovechar el café del desayuno o la merienda para
tomarse los medicamentos no es una buena idea. Te contamos por qué es
conveniente no mezclar la cafeína con ciertos fármacos con los que puede interaccionar,
alterando su efecto.
Lo primero que hace la mayoría de las personas cuando
se levanta por la mañana es tomar un café. Por eso, mucha gente aprovecha esta
bebida para ingerir la medicación que tiene prescrita a primera hora. Sin
embargo, no es lo más adecuado porque la cafeína puede alterar el efecto de
algunos fármacos. La mejor opción es el agua y espaciar lo más posible la
ingesta de té, café y otras bebidas con cafeína.
Según resalta Carlos Fernández Moriano, responsable de
Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Oficiales de
Farmacéuticos, “en general, como pauta básica, desde la farmacia siempre se
recomienda que los medicamentos que se administran por vía oral -en comprimidos
o en cápsulas- se tomen con agua”. El motivo: este líquido tiene un comportamiento
neutro con los fármacos. “Nuestro cuerpo es agua en un 80%”, recuerda el
experto. Además, precisa que el café no es el único alimento que puede interaccionar
con los medicamentos: “También conviene evitar otros, como el zumo de pomelo o
la leche, que puede llegar a interaccionar con algunos antibióticos”.
Medicamentos
que interaccionan con el café y la cafeína
Entre los compuestos del café, el que sin duda puede
generar mayores problemas de cara a la toma conjunta con medicamentos es la
cafeína. Algo que es especialmente relevante si se tiene en cuenta que buena
parte de la población toma dos o tres tazas diarias. “La cafeína es un
estimulante del sistema nervioso central”, señala Fernández Moriano. Y lo es
también la teína del té porque se trata de la misma molécula. “Lo que sucede es
que se llaman de forma diferente por su diverso origen”, aclara el farmacéutico.
El efecto estimulante es, por lo tanto, la principal fuente de interacciones.
El experto puntualiza que la evidencia científica que
demuestra que la cafeína puede interaccionar con algunos fármacos (y, en
general, las pruebas de las interacciones alimento-medicamento o sustancias de
la dieta con fármacos) “es menos sólida o sugiere una menor relevancia clínica
que la que se refiere a la interacción de los medicamentos entre sí”.
Estos son los ejemplos más destacados de medicamentos
que pueden ver alterada su acción cuando se toman con café:
Benzodiacepinas
Las benzodiazepinas (diazepam, tetrazepam, bromazepam
y otras), que se usan por su efecto miorrelajante (relajante muscular),
ansiolítico o sedante, entre otros, también actúan sobre el sistema nervioso
central, pero como depresores. Por eso se considera que “la cafeína podría
antagonizar con el efecto de las benzodiazepinas cuando se usan de forma
conjunta”. Si la benzodiazepina de que se trate se está usando para tratar un
problema de ansiedad, ese efecto puede verse alterado, con la consiguiente
reducción de su eficacia. “Por eso se recomienda evitar la ingesta de cafeína
cuando se sigue un tratamiento con benzodiazepinas”, concluye el farmacéutico.
Antipsicóticos
Algunos antipsicóticos, como la clozapina o la
olanzapina, que se usan para trastornos mentales como la esquizofrenia, tampoco
son buenos amigos de la cafeína presente en el café, el té u otras bebidas. En
este caso se trata de una cuestión de metabolismo farmacológico. Tanto la
cafeína como estos fármacos se metabolizan a través de la misma proteína o
enzima del hígado. “Lo que hacen es competir por esa enzima”, explica Fernández
Moriano de forma divulgativa. El resultado es que la cafeína “ocupa la mayor
parte de esa enzima metabolizadora, por lo que hay más riesgo de
concentraciones elevadas de olanzapina, clozapina (u otros antipsicóticos) en
sangre, lo que aumentaría el peligro de efectos adversos como confusión o
convulsiones”.
Antiepilépticos
Algunos estudios han probado que el consumo excesivo
de cafeína puede producir una reducción significativa de los efectos
anticonvulsivos de los medicamentos para la epilepsia, entre los que se
encuentran el fenobarbital, la fenitoína y el ácido valproico o valproato. En
cambio, según comenta el representante del Consejo de Farmacéuticos, “hay otros
antiepilépticos más nuevos, que quizás son ya los más empleados, que no se ven
tan afectados por la cafeína”.
En cualquier caso, al margen del tipo de medicación
que se esté tomando, generalmente se recomienda a los pacientes con epilepsia
que limiten la ingesta de cafeína porque es un estimulante del sistema nervioso
central “y precisamente las crisis epilépticas se deben a un exceso de
actividad de un grupo de neuronas en el cerebro”.
Aspirina
y paracetamol
En el caso de fármacos tan conocidos y de uso tan
habitual como el paracetamol, lo que se ha visto es que la cafeína podría
disminuir su eliminación, lo que supondría “aumentar su efecto terapéutico
analgésico y antitérmico”, afirma Fernández Moriano. Del mismo modo, se ha
apreciado que puede aumentar “el nivel de biodisponibilidad o de niveles en
sangre del ácido acetilsalicílico (aspirina)”. El farmacéutico matiza, no
obstante, que no parece “que haya estudios sólidos que indiquen que la cafeína
hace variar el efecto terapéutico de la aspirina”.
Conviene aclarar que la posible mayor acción
analgésica y antitérmica del paracetamol no puede considerarse en ningún caso
un efecto positivo, ya que hay que tener en cuenta que este medicamento, “cuando
se consume en dosis elevadas daña el hígado”, y este riesgo también aumenta en
el caso de que se potencie su acción.
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