Las Redes
Sociales se han instalado en nuestras vidas con determinación y celeridad.
Aportan relaciones sociales que ayudan incluso a cubrir necesidades básicas del
ser humano. Sin embargo, la dinámica con la que actúan y las formas de uso de
quienes participamos de ellas generan efectos no deseables relacionados con la
privacidad.
Principales retos de las redes
sociales: privacidad y convivencia
Las redes
sociales no han incorporado nuevos riesgos a quienes usamos Internet puesto que
ésta ya era una Red Social. Sin embargo, sí se pueden destacar dos aportaciones
de relevancia por parte de estos contextos online que pueden comprometer
nuestro bienestar.
Pérdida de
privacidad. Es un hecho constatado que las redes sociales, en cuanto que giran
en torno a personas identificadas e identificables, han puesto en compromiso la
privacidad de quienes las usamos. La merma de privacidad es un daño en sí
mismo, efectivamente, una pérdida. Supone además un factor de riesgo o
catalizador en otras circunstancias desagradables puesto que cuanto más se sepa
de una persona, sin duda, más vulnerable es: pensemos en el acoso de un
pederasta, en un caso de ciberbullying o en un traumático fin de una relación
personal. Por otro lado, un efecto derivado y poco deseable relacionado con la
pérdida de privacidad es una conformación de la identidad digital más compleja,
compuesta de más informaciones, y más diferida, en tanto que depende en mayor
medida de lo que las demás personas refieran respecto de uno.
Mayor exigencia
para la ciberconvivencia. Las redes sociales, suelo decir, son las verbenas de Internet. Disfrutamos pero todos estamos más juntos, rozamos
más, incluso nos damos codazos o empujones sin pretenderlo, tropezando unos con
otros. Esto genera, como en las verbenas, más amoríos y más peleas. El
nivel de exigencia para la convivencia es elevado en las redes sociales porque,
efectivamente, nos socializan, en muchas ocasiones de
forma abusiva y sin que lo percibamos.
¿Cómo proteger la privacidad en
las redes sociales? Seis claves para ayudar a los adolescentes.
La protección
de la privacidad en general y en las redes sociales en particular debe ser un
tema relevante en la formación de los menores que, según los estudios, desde
los once años comienzan a coquetear con estos entornos. Para ello, se detallan
seis acciones son las líneas a incentivar, las competencias y actitudes que en
ellos debemos ser capaces de estimular:
1.- Conocer y configurar de
manera detallada las opciones de privacidad.
Se trata de un
consejo clave pero, en general, mal asumido. Enseñar a configurar las opciones
de privacidad es importante pero considero que lo fundamental es ayudar a
conocer cómo funcionan y los efectos posibles de una mala configuración así
como las limitaciones de estas opciones.
2.- Identificar las funciones y
los efectos de cada acción.
Es demasiado
frecuente equivocarse y ubicar en lugar erróneo alguna información. Ya hace
tiempo Facebook realizó cambios en este sentido avisando de forma gráfica sobre
en qué lugares, de qué forma, se propagaría un determinado comentario. Además,
aunque la acción ocasione el efecto buscado, con frecuencia se desconoce qué
otras implicaciones o consecuencias tiene. Se trata de un terreno donde la
iniciativa corre por cuenta de la red social. Lo mismo sucede en el proceso de
alta, donde conviene señalar que las condiciones planteadas son de especial
importancia y afectan a cómo y dónde pueden usarse nuestros datos, por lo que
es precisa una detallada lectura.
3.- Proteger los datos
personales.
Se trata de
datos esenciales y su especial relevancia debe ser puesta de manifiesto para
dotarles de una especial protección. En esta labor nos amparan las leyes aunque,
a pesar del gran camino andado, no siempre son eficientes o aplicables.
4.- Proteger personalmente los
datos.
Este es un
aspecto clave. Los datos (imágenes, informaciones…) aunque en muy diferentes formas, suelen tener origen en uno mismo. Ése es
el primer filtro. Parece evidente pero decimos demasiadas cosas de nosotros
mismos sin reflexionar sobre su oportunidad en diferentes momentos o contextos.
5.-Mantener una actitud proactiva
en la defensa de los datos propios.
En las redes sociales son demasiado abundantes los
datos que unas personas aportan sobre las demás y es, por desgracia y en
especial en la adolescencia, muy común que lo hagan de manera inconsciente,
negligente, compulsiva o incluso temeraria. Frente a esto se ha de mantener una
actitud proactiva en defensa de la privacidad y ello supone tres acciones:
- informar a los demás sobre nuestro criterio al
respecto.
- supervisar lo que se publica de nosotros.
- ejercer, si es preciso, nuestro derecho a
eliminarlos.
El etiquetado en las fotografías es un ejemplo muy
ilustrativo.
6.-
Evaluar las actitudes y condiciones de privacidad de los contactos.
Los contactos, a quienes las redes sociales llaman amigos, son un factor
clave en relación a la propia privacidad. Sin embargo, es sabido que los
adolescentes pueden sumar con facilidad varios cientos de amigos que tendrán criterios al respecto,
desconocidos y dispares. Al margen de su actitud, más o menos considerada, es
importante conocer las condiciones en las que usan las redes sociales. Estas
condiciones hacen referencia a sus conocimientos y competencias y, en relación
con éstas, a sus configuraciones de privacidad. Así, un contacto que pudiera
ser considerado y respetuoso puede afectar de manera involuntaria nuestra
privacidad con una configuración y/o acción inadecuada.
En la base de todo esto está la cultura de la
privacidad: valorarla y aprender a cuidarla. En este sentido están haciendo una
destacable labor las Agencias de Protección de Datos que, más allá de la
protección de datos personales realizan campañas de concienciación al respecto.
Un recurso online para la sensibilización temprana son ‘Las aventuras de Reda y
Neto’. Preservar la privacidad merece realmente la pena porque Internet es un
difusor de información muy potente y con mucha, pero que mucha memoria... JFF
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