Texto
del Evangelio (Lc 10,1-9): En
aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos
delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les
dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies
que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de
lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el
camino.
»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta
casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no,
se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que
tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la
ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos
que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’».
Comentario del Evangelio
Hoy le agradecemos a san Lucas un gran ‘invento’: sus
escritos (su Evangelio y los ‘Hechos de
los Apóstoles’). ¿Hay mucha mies y pocos brazos? ¡Pues ahí están los
escritos! Se han extendido por todo el mundo, incluso hasta allí donde los
apóstoles han tardado más en llegar. Lucas tenía muy buena formación: ¡era médico!
Para redactar sus escritos, como buen científico, primero se informó (hizo una investigación). Veintiún
siglos después, no ha habido escrito más editado que el Nuevo Testamento…
—Por si fuera poco, ahora tenemos Internet: la Palabra
de Dios viaja por el mundo casi a la velocidad de la luz (y sin coste). ¡Si san Lucas hubiese tenido Internet!!!
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